Hans despierta con un zumbido en los oídos. Está en el frío suelo de algún lugar. La cabeza da vueltas y de repente tiene mucha sed.
A su izquierda ve un inodoro de metal, un lavamanos y a su derecha ve una cama.
Está rodeado por cuatro paredes gruesas de concreto con pintura al óleo gris. Una luz fluorescente lo alumbra, pero no es muy potente, titila sutilmente amenazando con apagarse.
No hay nada más en el lugar salvo lo ya descrito, una puerta y... Almodoba.—Veo que ya despiertas ¡Ufú! Te traje el desayuno. Anthony lo seleccionó especialmente para ti.
Ella se inclinó para depositar una bandeja de alimentos fríos en el suelo junto al prisionero. Cuando Hans logra incorporarse no entiende nada.
—¿Dónde estoy? ¿Por qué me has traído aquí?
—Esto es una celda de aislamiento, ufú. En el Módulo B.
A Hans se le fue el aliento. Miró por todas partes. Era una lugar claustrofóbico. Ni una sola ventana, apenas tenía una luz artificial.
—¿Por qué estoy aquí? —preguntó, no sin miedo a la respuesta.
Tiene que apoyar una mano en la pared. El choque eléctrico aún le dejaba secuelas. Pero no la suficiente para prescindir de su sensación de pánico.
—Para tu castigo, por supuesto ¡Ju, ju!
Hans da un paso atrás, a la defensiva. No tenía lugar para huir; tampoco lo quería realmente, pero su cuerpo reaccionaba por él ante ese tipo de palabras.
—Relájate, amiguito. No voy a darte mano dura. Eso fue una vez. Y veo que no aprendiste la lección, ufú. Mala decisión mía, el castigo físico no funciona contigo. Eres de los niños que necesitan una reprimenda más especializada. Considera esto un "ve al rincón y piensa en lo que hiciste"
—Debes estar bromeando —dijo Hans—. ¿Por qué ahora? ¿Por qué después todo este tiempo?
—Estabas recuperándote, pequeño mío. Estabas mal herido; allá abajo te dieron una fuerte golpiza. No tendría sentido castigarte así. No, no. Pobrecito, me rompió el alma verte así.
Hans miraba a su alrededor, buscando, no en la habitación, sino en su mente, algo que lo sacará de esta.
—Nanny, por favor... lo siento. No lo vuelvo a hacer —soltó con desesperación.
—Oh, querido. Sabes que tienes mi perdón —le aseguró—. Pero el mal comportamiento hay que castigarlo. Lo sabes tú muy bien. Has sido un nene muy mal portado estoy días.
—No soy malo. Solo soy... incomprendido. Nana. De veras —negoció con premura. No le gustaba nada este castigo, prefería golpes a esto—. Estaba enojado... Ja, eso. Pero no controlo mis emociones. Hans será buen chico ahora.
—¡Ju, ju, ju! Querido, me pones feliz. Pero tú y yo sabemos que así no funcionan las cosas. Has transgredido demasiadas normas. Le has hecho daño a tus compañeros, has hecho berrinche en la sala de juegos, te has ido del módulo C sin permiso. Has jugado en el ducto de ventilación...
—Pero Nana. Estaba jugando en la ventilación para ir a cumplir nuestras apuesta ¿recuerdas? Ya tengo tu permiso para ir a venir cuando quiera... me... me lo he ganado.
—¡Ju, ju, ju! Sí, vaya que sí, querido. Pero yo estoy hablando de momentos antes de nuestras apuesta. ¿Creíste que no me daría cuenta? Siempre lo supe.
—Nana, seré bueno esta vez. No me dejes en aislamiento. Digo... ya sabes. Estoy creciendo. Necesito estímulos...: jugar con mis amigos, hacer deporte, desarrollar un talento... ese tipo de cosas. Ya sabes, soy hiperactivo. Un chico problema, lo admito. Pero este castigo sólo creará más frustración en mí, créeme. Tu no quieres malcriarme ¿o sí? Anda Nanny. Perdona a Hans. Hans te quiere mucho.
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ENTRE BARROTES
General FictionHans vive tranquilamente sus días de confinamiento en la celda 006, la celda maldita, según dicen algunos reos. Todos los compañeros de Hans están muertos ahora. La vida es sencilla, hasta que llega a la celda 006 un niño rubio y errático, completam...