La Nany Almodoba llevó al pequeño Hans al almencen donde múltiples mudas de ropa los estábamos esperando. Le quitó los blanco calcetines manchados de tierra, al poner la planta de los pies al contacto del suelo el niño se estremeció graciosamente.—¡Uuff! Piso muy frío —dijo con una sonrisita.
—Parece que alguien es muy friolento, ufú —Nana presionó juguetonamente la nariz de Hans cual si fuese un botón, a lo que él río como un chiquillo—. ¿Qué camiseta quieres? ¿Bob esponja o Batman?
—¡Batman! Es el tipo malo de las películas —afirmó Hans.
—Hey, Batman no es el tipo malo, ju, ju, ju. Es el héroe.
—Sí, pero se viste de negro —replicó el otro.
—Si quieres vestirte de malo, podría maquillarte como el Joker ¿te gustaría?
—Pero no me asustan los payasos... —confesó Hans tapándose los ojos—. Hablan raro y tiene narices rojas... y zapatos muy grandes.
—No digas eso. Los payasos son divertidos —lo alentó ella—. A mi también me asustaban muchas cosas ¿sabías?
—¿En serio, Nany?
—En serio. Lo juro por mi meñique, y si digo mentiras, que me lo corten.
—¡Guau! ¿Qué te asustaba, Nany?
Hans se acercó un palmo extra a ella, comprendiendo que estaban hablando de secretos, y no había nada tan emocionante como un secreto.
—¿Prometes no decirle a nadie? —insistió ella.
—¡Sí! Lo juro. Je, je.
—Bien... confiaré en ti —le guiñó el ojo—. Verás, hace mucho tiempo yo le tenía miedo a las serpientes. Me aterraban. Tenía pesadillas con ellas.
Hans miró a la izquierda y la derecha con complicidad y discreción. Bajando el tono de voz, preguntó:
—¿Y qué hizo Nany?
—¡Oh! Muy sencillo —aseveró ella—. Para superar tu miedo debes afrontarlo. Cuando lo haces, el miedo desaparece ¿entiendes? Así que, un día, entré en una piscina llenas de serpientes. De todo tipo. Se arrastraron y se enfrascaron por todo mi cuerpo. Cuando se dieron cuenta que yo no salía corriendo fueron ellas las que huyeron de la piscina.
—¡No! —soltó él con sorpresa.
—¡Sí! —reafirmó ella sonriente.
—¿Te mordieron?
—Ni una sola picadura —le confesó—. Las serpientes me temen más a mí que yo a ellas.
—Mentirosa, ji, ji.
—No, no es así —aseguró Nana—. Lo juro de verdad. Y para demostrártelo te pintaré de payasito. Ya verás qué divertido.
—Pero...
—Será divertido, confía en mí. Soy tu Nana.
—Mmmm....
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Sabino cruzó por los pasillos todo lo rápido que pudo. Las paredes se emborronaban tras de sí. A punto estuvo de caer en dos ocasiones, solo para recuperar el equilibrio en el último segundo.
Llegó sin aliento a la celda 006 y vio un chico parado frente a ella, sin entrar, pero observando el interior con interés.—¡Hey! —dijo Sabino sin aliento—. Tú eres... eres... ¿quién eres?
—Harry —respondió con una voz pesada y rasposa—. He perdido a mi perrito. Corrió al interior de tu celda.
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ENTRE BARROTES
Fiction généraleHans vive tranquilamente sus días de confinamiento en la celda 006, la celda maldita, según dicen algunos reos. Todos los compañeros de Hans están muertos ahora. La vida es sencilla, hasta que llega a la celda 006 un niño rubio y errático, completam...