Anthony, Pete, Harry y Hans estaban reunidos en la celda 006 deliberando sobre el próximo paso a seguir en la nueva situación.
Bueno, no realidad solo Anthony, Pete y Harry. Hans estaba dibujando un arbolito en un folio con crayones mientras tarareaba una canción.
Bueno... en realidad sólo Anthony y Pete estaban deliberando; Harry estaba muy ocupado sobre la cama de Anthony, le enseñaba a Scooby cómo sentarse.—¡Sit! ¡Sit! He dicho Sit, Scooby ¿qué no me oyes? —le dijo Harry a su ratón mascota.
—Es un roedor, amigo —le recordó Pete El Loco con superioridad—. Solo sirven para hacer experimentos, y tal vez para comida china. No intentes domesticarlo.
—¡Es más que un ratón! Es mi mejor amigo —rebatió con premura y casi emoción Harry.
—¡Creí que yo era tu mejor amigo! —le replicó Pete.
—No exageres. Me caes bien y todo, pero no tanto. Tengo altos estándares.
—¡Chicos, basta! —intervino Sabino—. Tenemos una situación aquí. Nana sabe lo que planeamos. ¡Esto es malo!
—¿Por qué es malo? —preguntó Pete—. El Paso Uno del plan era ganarle una apuesta Minerva para que nos dejara salir ¿no? Como hizo Hans, apostemos el libre tránsito.
—Y somos tres —recordó Harry—. Así que se iba a enterar en cualquier momento. Pero eso también significa que tenemos tres oportunidades de apostar la libertad.
—¡No! No lo entienden —replicó Sabino—. Yo debía prepararme para el desafío. Para que no me tomara por sorpresa. Pero ahora ella se enteró demasiado pronto y propondrá un reto que no puedo ganar.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Harry.
—Pues porque ella no querrá que yo me vaya. Está muy encariñada conmigo.
—¿Estás seguro de eso? —preguntó Pete con sorna.
—Por supuesto —afirmó Sabino—. Quiero decir ¿qué no ves esta cara? Soy un niño encantador. Cualquiera querría tenerme cerca, secuestrarme y amarme por siempre... ¿no?
Pete y Harry se miraron el uno al otro, descubriendo que Anthony se había reencontrado con su ego en exceso inflado.
—¿No? —repitió.
—Anthony. No eres precisamente la última coca-cola del desierto —le recordó Pete—. De hecho, si te vas, ella tendrá menos pañales qué cambiar.
—Y tampoco tendrá inconvenientes con que yo me vaya —dijo Harry—. Les parecerá una locura, pero creo que soy incómodo para ella... ¿pueden creerlo?
Anthony y Pete se miraron como cómplices esta vez. No podían ocultar lo que pensaban.
—De hecho eres una persona rara —declaró Pete.
—Y misteriosa —apuntó Anthony.
—Y das miedo —dijo Hans, no entendía de qué estaban hablando, pero sabía que todos estaban dando su opinión acerca de Harry— y... hueles mal... como a pis de ratón.
—Harry, no te ofendas —pidió Pete—. Pero creo que si sales ya mismo por la puerta nadie pondrá objeción.
—Vaya... eso es muy duro —dijo Harry—. Pero como sé que es cierto no tengo problema en admitirlo. Después de todos ustedes tampoco son perfectos.
Anthony, Hans y Pete intercambiaron miradas extrañadas. Al pareces Harry tenía su propia mierda para decir de ellos. De una forma monótona y aburrida, por suepuesto.

ESTÁS LEYENDO
ENTRE BARROTES
Algemene fictieHans vive tranquilamente sus días de confinamiento en la celda 006, la celda maldita, según dicen algunos reos. Todos los compañeros de Hans están muertos ahora. La vida es sencilla, hasta que llega a la celda 006 un niño rubio y errático, completam...