Capítulo 31

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    La nueva normalidad comenzó el lunes por la mañana, poco más de una semana después del tiroteo que dejó a toda la comunidad educativa con un sabor amargo y atentos a una inminente amenaza.

La escuela no era segura.

Nadie estaba a salvo.

Esa misma mañana, Allie se tomó un poco más de tiempo de lo normal para maquillarse y asegurarse de que se veía lo suficientemente bien como para evitar comentarios incómodos y preguntas desagradables sobre lo cansada y ojerosa que luce debido a la privación de sueño.

Su madre le había estado preparando cada cosa que encontraba en internet para ayudarle a dormir de mejor manera, pero nada parecía funcionar.

Carson había estado quedándose a dormir en casa de Allie cada vez que su padre tenía que salir del pueblo por trabajo y prácticamente se había vuelto un miembro más de la familia.

Su mejor amiga terminó de acomodarse la blusa y la corbata frente al espejo, pero eso fue antes de que la pelirroja perdiera la paciencia y se lanzara sobre ella para quitarle las sábanas de encima.

—¡Arriba, arriba! —le ordenó, subiendo el volumen de la música y abriendo las cortinas—. No pienso llegar tarde a clases por tu culpa.

La rubia se estiró, haciendo tronar los huesos y le mostró el dedo del medio.

—Allie —se quejó, tratando de volver a taparse—. No tenemos que ir a clases. Le diremos a tus padres que vamos a la escuela y nos quedaremos en Glorias. Sabes que Rosie estará encantada de malcriarnos.

Aunque Allie quisiera negarlo, Carson tenía razón.

Rosie estaría encantada de tenerlas en la cafetería para malcriarlas y llenarlas de dulces y mimos, especialmente porque habían ido a Glorias casi todos los días de la semana pasada.

Allie se dejó caer de espaldas en la cama.

—Carson, por favor. No podemos seguir alargando esta situación —volvió a destaparla, aunque ahora con más suavidad—. Tenemos que enfrentarnos a la nueva normalidad. Las personas van a hablar a nuestras espaldas, van a sentir compasión y nos mirarán como si fuésemos cachorritos abandonados. No podemos evitarlo. Es la realidad.

Su amiga se sentó con las piernas cruzadas e hizo una mueca con los labios, sopesando lo que su amiga acababa de decirle.

—Será extraño ir a la escuela y saber que Audrey ya no estará. Siempre fuimos las tres, A. Somos la Santa Trinidad o lo que sea que signifique. La extraño.

—Lo sé, Car —le dio la razón, abrazándola por los hombros—. Es un proceso y no será fácil, pero tenemos que hacerlo por ella. Audrey no querría vernos lamentándonos.

—Ella diría algo como: No deberían llorar por mí. Lloren cuando algo le pase a Beyoncé —se rio la rubia, imitando a Audrey.

—O cuando liberen a Britney —añadió Allie, soltando una carcajada

¡Liberen a Britney! —celebró Carson con un puño alzado.

  

    Allie baja las escaleras luego de lavarse los dientes y espera a Carson en la entrada para que vayan a la escuela.

—¡Apresúrate, abuela! —le grita, molesta.

Ahora recuerda porque siempre llegaban tarde a la escuela después de sus pijamadas en días de clases.

La puerta del despacho se abre y Sarah sale con sus tacones repiqueteando contra el suelo y los brazos cruzados.

—¿Por qué tantos gritos? No me digas que la ducha está filtrando agua de nuevo.

Just That Girl: Porque amar nunca fue tan prohibido ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora