Capítulo 16

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    La siguiente semana es completamente agotadora y nada fácil de llevar.

Entre los ensayos para el musical, las presentaciones en el centro comercial, las clases, los problemas con su familia y las locuras con sus amigos, Allie ni siquiera tiene tiempo para pensar en Jason.

Excepto que lo hace. Incluso cuando no quiere.

Piensa en él durante sus clases, mientras ve comedias románticas de bajo presupuesto, cuando sus padres hablan de él y le preguntan sobre las clases, cuando entra sola a Gloria's y Rosie le da esas miradas de compasión, incluso piensa en él cada vez que toma el tren hacia Elizabethtown con la esperanza de escapar de su estúpida realidad.

Piensa en la conversación que tuvo con Alec hace una semana.

—Creo que Jason está saliendo con alguien —le dijo el castaño, mientras se estacionaba afuera de una tienda de papelería—. Es eso o el muy hijo de perra está evitándome. Tienes que estar atenta. Esa periodista que vino a Gloria's hace unas semanas lo llamó el lunes cuando estábamos en mi casa.

—¿Katherine Oliver? ¿La periodista del DailyGrammar? —frunció el ceño. ¿Esa era la razón por la que Jason quería mantener las distancias? ¿Por Katherine?

—¡No aplastes la bolsa! —chilló Alec, quitándole de las manos una bolsa de papel con la muestra de los materiales que debía conseguir para una de sus pinturas—. Los celos son peligrosos. Especialmente para ti. Eres pequeña, pero aun así logras asustarme.

—No estoy celosa —se defendió, apartándolo de su camino con un empujón para entrar a la tienda.

—Puedes mentirme todo lo que quieras, pero conozco a Prue y eres tan mala como ella para esconder los celos —se acercó a ella con una sonrisa burlona y se agachó hasta quedar a su altura—. Puedo ver en tus ojos las llamas de los celos ardiendo como el infierno. Estoy seguro de que estás pensando en cómo lanzar a Jason por el desagüe.

—Escúchame bien, Alec —advirtió, tomándolo por el cuello del abrigo—. Si le dices algo a alguien sobre esta conversación, me encargaré de nunca puedan encontrar tu cuerpo, ¿comprendes? —sonrió con inocencia y le arregló el abrigo con cuidado.

La pelirroja se levanta de su asiento en la biblioteca y camina en dirección a la sección de la segunda guerra mundial en busca del libro que el señor Mora les recomendó para el informe de seis páginas que deben entregar para la próxima semana.

Se pone de puntillas para alcanzar el libro, pero el estante es demasiado alto para ella y sus piernas cortas. Ni siquiera puede encontrar una de las escaleras móviles para llegar más arriba.

Suelta un suspiro frustrado y comienza a dar pequeños saltos para alcanzarlo, pero simplemente logra moverlo unos milímetros.

Una mano se posa en su espalda baja y la otra alcanza el libro que necesita, dejándolo sobre sus manos.

Es Luke.

—Deberían hacer los estantes más bajos para ti, enana —comenta él con una sonrisa burlona.

Allie sonríe, aunque parece más una mueca.

—Prue me regaló estos zapatos que tienen taco, pero aun así no logro llegar al último estante. Supongo que es una maldición.

—Buena elección de zapatos. Tus piernas lucen muy bien —Luke se muerde el labio inferior con nerviosismo, inseguro sobre si eso algo que los chicos dicen a sus exnovias—. Tengo que terminar mi tarea. Nos vemos luego.

Da media vuelta y comienza a caminar a una mesa cerca de las escaleras que dan hacia el estacionamiento subterráneo.

—Luke, espera —dice Allie, caminando tras él a paso apresurado.

Just That Girl: Porque amar nunca fue tan prohibido ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora