Capítulo 10

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    Luke se observa en el espejo de cuerpo completo, mientras se arregla el cabello y termina de ponerse la camisa. Acaba de salir de la ducha y aún debe pasar a su casa para buscar el bolso de deportes antes de irse a la práctica.

    Tras él, su actualmente novia, busca la blusa del uniforme bajo la cama.

    —¿No recuerdas donde lanzaste mi blusa? —la pelirroja suspira, apartándose un mechón rebelde de la frente.

    Luke la observa de reojo con una sonrisa de satisfacción.

    Para Luke Brown, salir con una chica como Allie era prácticamente una hazaña imposible. No porque él no fuera lo suficientemente guapo y popular (porque lo es y lo sabe perfectamente), si no porque Allie Henstridge parece ser un ser inalcanzable para los simples mortales.

    Los Brown no siempre habían sido adinerados, su suerte comenzó más o menos cuando Luke tenía once años y vivían en Lexington (Kentucky) con otras seis personas en una casa de un piso con solo un baño, pero entonces sucedió. La madre de Luke recibió una herencia bastante cuantiosa y decidieron invertir en la bolsa sin saber realmente cómo hacerlo y luego de casi un año, decidieron mudarse primero a Willowsbrook y vender autos por todo Connecticut.

    La primera vez que la vio fue en Elizabethtown, el pueblo vecino que Luke considera un paraíso hippie europeo, ella caminaba con la cabeza en alto junto a una mujer mayor y ambas reían de algo que para él no tenía sentido porque todo lo que le importaba era aquella chica pelirroja que ni siquiera se había molestado en dirigirle la mirada.

    Volvió a verla nuevamente en el primer día de clases en su nueva escuela dos años después y le pareció aún más perfecta mientras caminaba por los pasillos y saludaba a todo en el mundo con una gran sonrisa.

    Era increíblemente popular, pero no era la clase de chica porrista popular mala. Allie Henstridge era la chica buena popular, la chica que ayudaba a todos, que escapaba de clases para ir a biblioteca y se iba al centro comercial con sus amigas los fines de semana, la chica que ayudaba a organizar campañas de caridad y el centro de atención donde sea que estuviera.

    Incluso las chicas de años superiores querían ser sus amigas y compraban todo lo que Allie comprara con la esperanza de que la pelirroja les dedicara un cumplido por su buen gusto.

    Luke no fue el primero ni el último en caer por el huracán Henstridge. Es por eso que se dedicó a trabajar en sí mismo para ser el novio perfecto.

    La muchacha se acerca y lo abraza por detrás.

    —Estaba un poco ocupado con otras cosas, cariño —Luke le guiña un ojo a través del reflejo con gesto seductor—. Aunque, en mi opinión, creo que deberías quedarte como estás. 

    —¿Ir a la escuela usando solo un brasier en la parte superior? —frunce los labios, fingiendo pensarlo—. Suena tentador, pero la última vez que Marley lo hizo, estuvo suspendida durante una semana.

    Sonríe de manera que sus pómulos parecen dos manzanas coloradas.

    —Eso es porque se había bebido media botella de ron en un rincón de la biblioteca y se puso a bailar sobre una de las mesas —Luke se voltea hacia ella, tratando de atarse la corbata—. También podrías bailar sobre una mesa si quieres, pero tendría que ser un show privado, ya sabes, para evitar la suspensión.

    —Por supuesto, la suspensión.

    Ella lo atrae por la corbata con gesto coqueto y comienza a anudársela, lo acerca aún más a sus labios y sonríe a sabiendas de que tiene poder sobre él, pero su sonrisa se borra rápidamente.

Just That Girl: Porque amar nunca fue tan prohibido ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora