Capítulo 6

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    Si hay algo que Allie adora, son las películas antiguas y son en blanco y negro mejor todavía.

    Romance, clásicos musicales, acción, fantasía y suspenso son algunos de sus géneros favoritos y no importa cuantas veces las vea, sigue emocionándose como la primera vez y suele repetir los diálogos de memoria.

    Los últimos viernes de cada mes suelen ser sus días favoritos, no solo porque son viernes y significa que puede descansar de la escuela, sino porque un pequeño cine independiente en Elizabethtown presenta películas antiguas y todo parece sacado de otra época.

    Toma el tren de las seis luego del club de teatro y va directamente hacia Gloria's para cambiarse el uniforme de la escuela en los baños y luego tomarse un café en compañía de Rosie.

    —Johnny Peters dice que quiere comprar la cafetería y he estado pensando que quizás es hora de que haga alguna otra cosa. La cafetería ya no está dándome demasiadas ganancias —comenta Rosie mirándose las manos.

    Tiene las manos blancas y delgadas, con dedos largos y finos, arrugas y machas producto de la edad. En su dedo anular descansa un anillo de plata con un pequeño diamante que perteneció a su madre.

    Allie pone una mano sobre las de ella y le da un suave apretón.

    —Creo que podrías subir los precios, Ro. Todo aquí es muy delicioso y barato, no creo que a la gente le importe pagar un poco más mientras la calidad y el buen servicio se mantengan —aconseja la pelirroja.

    —No lo sé —suspira—. Con todas esas grandes cadenas de comida rápida y cafeterías elegantes, siento que nos quedamos en el pasado.

    —Tal vez deberías modernizar un poco las cosas y conseguir publicidad. No me refiero a que pongas un gigantesco anuncio brillante en la Interestatal ni que consigas esas máquinas de café que hay en todas partes, porque el café de esas máquinas es francamente asqueroso, pero podrías tener opciones veganas y esas cosas.

    —¿Cómo se consigue esa publicidad? ¿Y qué hago con las opciones veganas? Apenas sé lo que significa esa palabra —confiesa frustrada.

    —Podemos hablar con el dueño de la posada y decirle que ponga algunas de tus tarjetas en la recepción para cuando los clientes necesiten un lugar para desayunar y tú puedes poner sus tarjetas en el mostrador para que cuando las personas necesiten un lugar donde quedarse —se muerde el labio tratando de pensar en forma de ayudar—. También podríamos poner el logo de la cafetería en los vasos de café. Son vasos de cartón así que podemos ponerles un timbre o un sticker.

    —¿A los vasos?

    —Ajá, así las demás personas verán donde consiguió el café la otra persona y vendrán a comprar —hace una mueca con los labios, mientras piensa en alguna otra idea—. Podrías crear una noche de poesía libre.

    —Eso ultimo suena un poco sexual.

    —No, las personas pueden venir a recitar sus poemas libremente, quizás un tema por noche y habrá público, todos querrán beber café y comer algo —Allie sonríe al ver como los ojos de Rosie brillan esperanzados.

    —No sabes cómo te adoro, renacuaja. A veces siento como si fueras realmente parte de mi familia, como si fueras mi niñita.

    Allie siente como los ojos se le llenan de lágrimas.

    Conoce a Rosie desde que tenía doce años, cuando se perdió en la estación de trenes y tomó el tren hacia el lado contrario, no tenía teléfono y no podía llamar a sus padres, pero una amable señora la había llevado hasta su cafetería y la había alimentado y contenido, hasta que la policía llegó y la llevaron con su familia en Charmin Heinz.

Just That Girl: Porque amar nunca fue tan prohibido ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora