Capítulo 14

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    Es miércoles por la tarde y los maestros encargados del musical decidieron juntarse en un elegante restaurant de comida tailandesa para compartir y conversar tranquilamente fuera del estrés de Pengrove.

El señor Vance prácticamente arrastró a Jason hasta su auto, alegando que de ninguna manera iba a ser el único hombre presente en la cena.

La señora Murphy lleva los últimos veinte minutos alardeando sobre los muchos musicales de los que fue protagonista y sobre la vez en que, supuestamente, perdió el papel de Glinda en Wicked porque se rompió una pierna durante la primera ronda de audiciones.

—De todas maneras, creo que Kristin Chenoweth hizo un fantástico trabajo, aunque yo podría haberlo hecho mejor. Su voz es demasiado nasal y chillona, no sabe controlar sus tonos —sacude la cabeza.

Sus acompañantes no dicen nada y apartan la mirada ''discretamente''.

—Camarero —llama el señor Vance, tratando de cambiar el rumbo de la conversación—. ¿Podría traernos otra botella de vino? Del mismo que acabamos de beber, por favor.

—En seguida, señor —responde el muchacho.

Jason agradece internamente, tal vez un poco más de vino sirva para entumecer sus sentidos y no termine por dormirse con la aburrida conversación.

—¿Qué harán el sábado por la tarde? Mi esposa y yo queremos hacer una barbacoa para inaugurar la nueva casa. Sería bueno si vinieran —dice el señor Vance, agregando pimienta a su ya condimentada comida.

—Así no es como se inauguran las casas, Arthur —la señora Murphy alza ambas cejas, logrando que los demás se rían estruendosamente.

—¡Angelique, por Dios! —exclama Sabrina con las mejillas sonrosadas, mirando alrededor del restaurant con una mezcla de vergüenza y preocupación—. Algunos de los chicos de la escuela podrían estar aquí. O peor —sus ojos se abren como platos—: sus padres.

—Son chicos grandes y tenemos vidas afuera de la escuela —apunta Jason, removiendo la comida en su plato—. La mayoría de esos chicos tienen vidas más alocadas que nosotros. No van a asustarse.

Piensa en Allie y las fotos que subió con Luke hace unos días.

No importa lo mucho que intentara borrar aquellas imágenes de su cabeza, podía verlas cada vez que cerraba los ojos y los celos hervían dentro de él, causándole una sensación de culpa instantánea cuando imaginaba los dulces labios de Allie sobre los suyos.

Le envió varios mensajes ese día. Primero porque estaba preocupado por ella; se había despertado con la sorpresa de que la cama estaba vacía y la buscó sin éxito por todo el apartamento, sin tener éxito. Luego intentó ponerse en contacto con ella durante el día, tratando de disculparse por algo de lo que no estaba seguro, pero de lo que definitivamente era culpable. Siguió escribiéndole porque estaba muerto de celos al ver como subía fotos y vídeos con Luke en la fiesta que había en casa de Harry y terminó con un mensaje de Allie en la madrugada.

Al menos eso significaba que no estaba con Luke en ese momento.

Sacude la cabeza y se lleva la copa a los labios, tratando de pensar en otra cosa.

El camarero llega con una nueva botella de vino.

—¡Sírvale la copa llena! —la señora Murphy toma la copa de Sabrina y se la entrega al camarero con una gran sonrisa—. Gracias, corazón —agradece al muchacho, guiñándole un ojo—. Necesitas relajarte, Sabrina. Eres una mujer joven, no puedes asustarte porque alguien habla sobre S-E-X-O. Deja de lado el puritanismo. No nos veamos la suerte entre gitanos.

Just That Girl: Porque amar nunca fue tan prohibido ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora