-Estás condenado, hijo. Que no se te olvide, nunca -se dio media vuelta para salir. Al cerrar la puerta las lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas, hace mucho que no sentía ganas de llorar, todavía más el tiempo en que no se lo había permitido. «No es una condena que yo debiera pagar». Empezada (a escribir): 20/03/2020 Terminada (de escribir): 26/08/2020 Corregida: 09/08/2021 - 05/09/2021 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©
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