Nací con una marca o eso quería creer. Ese símbolo decidió por mi lo que sería de mi vida. El sello que tengo grabado en mi cuerpo dice que le pertenezco a él, un ser que solo debería existir en los libros y no en la vida real. Tenía que ser entregado a los dieciséis años a él, a la muerte. Así fue, me entregaron y cotraje nupcial con dicho ser. Tuve sus hijos. A las gemelas y a su hijo varón, quien en un momento determinado tomaría su lugar y seria la parca. Pensé que mi vida estaba hecha en el momento en que fui convertido en inmortal. En mi mente ya nada podía cambiar. Creo que a las dueñas del destino las Moiras no le gustaba lo cliché y dispusieron que mi vida no sería la misma. No sólo viviría encerrado en un cuerpo de un adolescente por la eternidad, tendría que sufrir por eso y mis hijos pagarían el precio de yo amar a la muerte. Mi vida de convirtió en engaños, cosas ocultas y un laberinto de secretos.