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Un omega estaba durmiendo tranquilamente con Mafuteru, así se llamaba el peluche que le regaló Soraru el día anterior, en la feria

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Un omega estaba durmiendo tranquilamente con Mafuteru, así se llamaba el peluche que le regaló Soraru el día anterior, en la feria. El peluche tiene aspecto de fantasma con un lazo rojo en el cuello, era esponjoso y muy cómodo para el omega, que no dejaba de abrazar al peluche contra su pecho.

— No soy bueno realmente en los juegos para disparar y obtener un regalo —hizo un puchero.

— Yo tampoco, solo puedo hacerlo si es un videojuego —respondió Soraru riendo.

— ¡Oh! Podría ser que en realidad seas bueno, prueba un intento al menos —le animó.

— Bueno, pero no te aseguro nada.

Caminaron hacia la zona donde Soraru intentaría disparar un corcho y ganar un peluche u otro objeto.

— ¡Bien, primer intento! —gritó para animarlo

No le dio.

— ¡Vamos con el segundo! —volvió a animar.

Esta vez le dió muy cerca, pero falló d nuevo.

— Y el último, puedes hacerlo Soraru-san.

Mafumafu se sorprendió de él mismo, pues había usado la terminación "san" con él, pero al parecer el alfa no lo había notado, así que se sintió aliviado. Soraru miraba con atención para hacerlo bien, Mafumafu también se acercó por inercia, alguien que pasaba chocó por error al omega; y como consecuencia, el omega empujó al alfa sin querer.

— ¡Lo siento! —dijo asustado.

— No hay problema, ¿estás bien? —se preocupó.

— Sí, perdón por haber arruinado tu tiro —dijo apenado mientras miraba hacia abajo.

— No te preocupes Mafu, está bien —le sonrió para tranquilizarlo.

Ya era de noche y tenían que regresar a sus hogares, a la salida, Mafumafu vio un lindo peluche blanco, con forma de fantasma con un lazo rojo.

— Es muy lindo.

Soraru lo miró. — ¿Realmente te gusta?

— Sí, aunque no estoy del todo seguro de llevarlo conmigo —dudó.

Soraru caminó hacia el puesto sin preguntar más.

— Véndame éste, por favor —dijo Soraru.

Mafumafu lo alcanzó rápidamente y vio como el vendedor alistaba el peluche, una vez listo para llevar se lo entregó a Soraru.

— Es un regalo para ti —le extendió la bolsa con el peluche dentro.

— Eh... ¡Muchas gracias! No esperaba que me lo dieras, ¿qué nombre debería ponerle?

— Algo como... Mafu... ¿Teru?

— ¿Por qué tiene que ser relacionado a mi nombre? —rió.

— Porque desde ahora es tuyo.

— Está bien, me gusta. Mafuteru.

Aún abrazaba su peluche, pero de repente sintió algo molesto en el cuello, el collar. Se levanto rápidamente para quitárselo y al mirarse en el espejo vio unas marcas rojas en su cuello, maldición.

En ese instante su mamá entra a la habitación, el omega se sobresaltó.

— Hola mamá —saludó, nervioso.

— Buenos días Mafu... —dijo la mujer somnolienta, cuando logró abrir bien los ojos se sorprendió— ¡Oh por Dios! ¿Qué pasó en tu cuello? —se acercó a revisar su cuello.

Observaba detenidamente su cuello, evaluó el daño en las marcas rojizas y sacó una crema para aliviar los moretones leves que tenía su hijo.

— Mafumafu, ¿con quién saliste era un alfa verdad? —el albino asintió— Ayer estuviste muy alegre al llegar, así que sé que no te hizo daño, pero... ¿Hiciste algo con él?

— ¿Hacer algo? —preguntó confundido— Pues... jugamos y nos divertimos mucho... —se quedó en silencio por unos segundos y lo entendió  —  ¡No! Eso no pasó, solo me quedé dormido con el collarín por error —el calor en sus mejillas aumentaba sin parar, quería huir lejos y desaparecer por la vergüenza. 

Su madre se rió fuertemente.

— ¡Esto no es gracioso! Sabes que yo no haría eso —soltó un puchero.

— Sí, lo sé. Pero cuando llegue el momento puedes decírmelo.

Al omega no le agradaba hablar de eso, y menos con su madre, solo se limitó a suspirar.

— Mamá, he tenido dos veces el celo, pero he podido controlarlo ya que siempre estuviste cerca. Pero no tengo un ciclo definido, si algún día llega y no estás... —dijo con una voz preocupada, casi nunca se detenía a pensar de eso, prefería evadir el echo de que era un omega y tenía características especiales como el celo. Ese era un buen momento para aclarar algunas dudas y quitarse preocupaciones.

— Mafumafu, me alegra que quieras hablar de eso —su madre le sonrió amablemente—. Lleva siempre contigo tus supresores, en cuanto sientas calor en tu cuerpo y sensaciones diferentes aléjate de los alfas porque liberas feromonas.

— ¿Puedo liberar feromonas de forma inconsciente en el celo? —preguntó sorprendido y queriendo aclarar su duda.

— Sí Mafumafu, cada alfa y omega tiene un aroma. El aroma de los alfas suele ser fuerte; y el de los omegas, más dulces. El aroma de una persona provoca reacciones en la otra, como si te atrajera; es decir, el aroma de un omega llama a un alfa o viceversa. Eso podría ser-

— El aroma de un omega pone como un loco a un alfa; y el aroma de un alfa hace que el omega caiga rendido ante él, las cosas son así mamá, los omegas salimos perdiendo de todos modos.

— No si ambos están enamorados.

El omega bufó y se echó en su cama, su madre suspiró y salió de su habitación. Lo de las feromonas era una tontería, no hacían más que demostrar la superioridad del alfa, "no si ambos están enamorados", es difícil estar enamorado y es una pérdida de tiempo, que tonto sería creer en algo así.

 Lo de las feromonas era una tontería, no hacían más que demostrar la superioridad del alfa, "no si ambos están enamorados", es difícil estar enamorado y es una pérdida de tiempo, que tonto sería creer en algo así

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Lindo Omega ✧ SoraMafuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora