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Tal vez era eso, el gran hecho de que llevaba años sin decirle a nadie cómo se sentía exactamente; había una gran coraza que cubría sus sentimientos y debilidades. Y junto a ello, llevó dentro de él el pensamiento erróneo de que hablar de cómo se sentía era una molestia para los demás, y que sus inseguridades no las debía notar nadie.

— Mafumafu... —suspiró Soraru, intentaron mirarlo con calma para no asustarlo—, está bien si no quieres decir nada —solo quería que el peliblanco se sintiera seguro, pero tal vez las palabras no eras suficientes para transmitirle lo que quería—. Solo déjame abrazarte.

Y así algo terminó por romperse en el peliblanco y el familiar nudo en la garganta hizo presencia. Aunque dudó mucho si era correcto confiar, no quiso llenarse de más pensamientos, solo quería sostenerse de ese pequeño momento cálido, tan cálido que quiso llorar apenas su brazo hizo contacto con la espalda del azabache.

Y solo allí se permitió preguntarse: ¿Cuánto tiempo llevo sin llorar?

Mafumafu sollozó unos segundos, y aunque le parecía lamentable oírse a sí mismo hacer ruidos mientras lloraba, se sentía bien. Tras un par de minutos levantó su rostro del hombro de Soraru y se secó las lágrimas con las manos. El contrario le dio una breve sonrisa mientras le caricia a la espalda en un intento de calmarlo. Al ser un alfa podía oler bastante bien las feromonas del omega frente suyo, Mafumafu se sentía de cierta forma asustado y eso lo alarmó un poco.

— Ven, vamos a sentarnos —le sugirió Soraru al ver que algunas personas les lanzaban miradas.

Mafumafu asintió y lo siguió. Algunas lágrimas aún caían y le molestaba no poder evitarlo, se sentía tan débil.

Una vez sentados en la banca, el pelinegro sacó unos pañuelos de su bolso y se los extendió a Mafumafu. El acto amable fue agradecido por Mafumafu.

Una vez que sus lágrimas dejaron su rostro, miró a Soraru y quiso agradecerle, pero algo en él no podía hacerlo, sintió ganas de huir, no estaba bien mostrarse débil ante alguien, menos frente a ese alfa. El leve miedo que había estado sintiendo se agravó, quería sólo levantarse y desaparecer de ahí. Pero una mano sostuvo la suya, bajó su mano para ver cómo lucía encima suya y al elevar la mirada una vez más, vio cómo el contrario lo había estado mirando fijamente, y negó con la cabeza dándole a entender que estaba bien si no decía nada.

La mano de Soraru le dio unas suaves caricias que lo calmaron poco a poco; sin embargo, no habían dejado de mirarse en todo ese tiempo y la tensión era notoria.

Quizá fue el error del peliblanco sentir curiosidad y bajar la mirada a los labios del contrario, porque solo pudo sentir más ganas de acercarse y sentir la suavidad de los mismos. Casi era tarde cuando sintió la respiración del contrario cerca suyo y se acercaba más.

"Usted ha recibido un nuevo mensaje" Anunció el teléfono del peliblanco, y aquello lo obligó a apartar su rostro rápidamente.

— Uh, s-se me olvidó recoger a Urata —titubeó.

— ¿Urata? —dijo Soraru desviando su mirada.

— Es mi amigo... Su universidad está cerca, debo ir por él porque se lo prometí.

Se miraron por unos segundos más, sin saber qué decir. Soraru habló apresurado. — Te acompañaré.

— Claro —el contrario asintió lentamente.

El peliblanco se siente algo incómodo durante el camino, y no era para menos si era la primera vez en mucho tiempo que se quebraba frente a alguien. Sus lágrimas han cesado, y solo ahí se puso a pensar que no llegó a decirle nada de lo que le pasaba a Soraru, tal vez aún no quiere hacerlo, todavía no quiere revelar sus sentimientos tal caja del tesoro abierta. Pero por dentro, aunque no lo diga en voz alta se alegra tanto de que él sea comprensivo y no haya insistido, que le diera su tiempo.

Lindo Omega ✧ SoraMafuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora