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Para Soraru, mudarse fue difícil, las cosas eran muy diferentes, allá pasaba desapercibido pero aquí volteaban a verlo muchas veces

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Para Soraru, mudarse fue difícil, las cosas eran muy diferentes, allá pasaba desapercibido pero aquí volteaban a verlo muchas veces. No se consideraba alguien atractivo, pero al parecer sus suaves rasgos extranjeros (porque tenía ascendencia asiática dominante), llamaban la atención de las personas, en especial, de los omegas.

Tenía planeado que una vez terminara de estudiar se haría cargo de la empresa de sus padres, y tal vez pensar en casarse después, eso no era muy importante de todos modos. Ahora solo quería estudiar y de vez en cuando, componer canciones, porque amaba hacerlo.

Pensaba en Mafumafu y su último encuentro. Era un beta muy atractivo, más de lo usual. Deseó que fuera su amigo, pero tal vez no tenían muchas cosas en común, volteó a verlo varias veces y entonces surgió la duda.

¿Por qué a él no volteaban a verlo?

No era una mentira que Mafumafu era extremadamente hermoso pero por algún motivo oculto no llamaba mucho la atención. Quizá era por su forma de ser, pero tampoco tenía sentido, porque Mafumafu fue amable con él. En este mundo, hay muchas dudas y pocas respuestas instantáneas.

Se dio un golpe mental, sabiendo que debería prestar más atención a clase. Pero era tarde, era el receso.

En realidad, un hueco en el horario de clases de la universidad se podía tomar como un receso, así que era válido.

Sacó su pequeño cuaderno, mirando a su alrededor, buscó inspiración para escribir algunos versos. Pero, no tenía ideas. Un bloqueo al componer les suele pasar a todos los que lo hacen y él lo había aprendido a lo largo de los años, por suerte él descubrió algo que lo ayudaba en estas ocasiones, comer.

Se levantó de su asiento con pesadez y bostezó.

Se detuvo cuando vio una libreta negra con adornos rojos sobre una mesa, la curiosidad pudo con él y se acercó. Una parte suya le decía que no la abriera, pues sería irrumpir con la privacidad de otra persona; pero la otra parte le decía que solo vería un poco, que nada malo pasaría. Y finalmente, obedeció a la segunda.

Se asombró al reconocer al dueño de la libreta, Mafumafu. Pues él título era muy claro, "Canciones del solitario Mafumafu".

Y abrió una página al azar.

Esta es una furia contra los chicos que se burlaron de mí en el pasado:
La ciudad permanece discreta bajo el deseo, que vacío está.
Te ves bien en la audiencia.
Sé lo que estoy haciendo.
Los recién llegados hablan de sus desgracias sin parar.
Suficiente.
Eres normal incluso con los brazos cruzados, que vacío estás.
A favor del viento de deseos mundanos que vuelan lentamente.

Era sorprendente, no tenía más palabras o pensamientos para lo que había leído. Aunque al mismo tiempo se preguntaba que había tenido que pasarle al beta para escribir aquellas líneas. Bueno, tal vez solo pensaba de más.

Ya no pudo seguir pensando porque escuchó unos pasos, cada vez más rápido, esta vez corriendo. Con un 99% de probabilidad, esa persona era Mafumafu, cerró la libreta de inmediato y la puso sobre la mesa de nuevo.

El día de Mafumafu transcurría con tranquilidad mientras caminaba por la acera de la universidad, dispuesto a ir a comer un delicioso postre

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El día de Mafumafu transcurría con tranquilidad mientras caminaba por la acera de la universidad, dispuesto a ir a comer un delicioso postre. Pero en eso, notó la falta de algo, su libreta.

Por un momento sintió desesperación y sin pensarlo caminó hacia donde había sido su anterior clase. Miles de pensamientos aterradores cruzaron por su mente, como que pasaría si alguien lee las letras y las usa para burlarse de él, fue así, que sin darse cuenta estaba corriendo debido a la desesperación.

Llegó agitado al salón de clase y se encontró con Soraru mirando su libreta, estaba muy cerca y era más que obvio que estaba apunto de tomarla.

— ¡No lo tomes! —dijo casi gritando.

— No lo iba a hacer, lo iba a dejar en la sala de cosas perdidas —mintió.

— Lo siento por reaccionar así, pero esto es muy importante para mí, no quiero que nadie lo vea... —dijo apenado Mafumafu después de caer en cuenta que segundos atrás debió verse alterado.

— No te preocupes, ya me iba —le respondió el alfa.

Mafumafu se sintió más tranquilo, así que sin pensarlo mucho quiso invitarlo a comer con él como disculpa por su estado de alteración minutos atrás.

— ¿Quieres acompañarme por un pastel de fresa? Yo invito —ofreció Mafumafu.

— Está bien —respondió un tranquilo Mafumafu.

Caminaron a paso ligero y llegaron a la pastelería que se ubicaba frente a la universidad.

Mafumafu se encargó de pedir dos pasteles de fresa y dos botellas de soda.

— Te traje aquí porque no quiero que te sientas solo, me sentí así antes —dijo Mafumafu sabiendo que era en parte cierto pero también era una forma de disculparse.

— Estoy bien, tú sueles estar solo... —dijo Soraru

Oh, eso fue un poco doloroso para Mafumafu.

— Yo estoy bien así, las personas se me acercan para molestarme o seducirme, pero no eres de esas personas —confesó.

Soraru sonrió ligeramente.

— ¿Por qué te burlas de mí? —preguntó Mafumafu.

— No me estoy burlando. Es solo que suenas muy seguro de ti mismo, y eso es bueno.

— Ojalá fuera así... —susurró Mafumafu.

— ¿Dijiste algo?

— No, ¡deberíamos comer! —desvió la conversación.

No podía negar que esos breves momentos se sentían bien. Incluso llegó a hacerse una pregunta a sí mismo.

¿Podría ser un amigo? Espera, no, él es un alfa.

¿Podría ser un amigo? Espera, no, él es un alfa

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Lindo Omega ✧ SoraMafuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora