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—¿Por qué te quedas callada? ¿He dado justo en el clavo?

—Por supuesto que no.

Acorto repentinamente la distancia entre los dos y desvió la mirada al suelo.

—Mmm… ¿Qué esperas que haga ahora, mentirosita? Conociendo lo diabla que eres, probablemente un beso de lengua, ¿no es así?

—¡Basta, Caden!

—¿Por qué? ¿No me digas que te has mojado con solo imaginarlo?

—Deja de jugar conmigo.

—Eres tú quien está jugando conmigo y no me gusta, Lucía. Estás usando el mismo método que años atrás, pero la diferencia entre el antes y el ahora, es que ya no me produces nada.

—¿Te sientes más hombre menospreciándome? — levantó la voz y la miré fijamente.

—No te estoy menospreciando, solo estoy siendo honesto, pero si mi honestidad te ofende, tal vez sea porque esperabas escuchar una piadosa mentira de mi parte. Es una lástima, porque no suelo decir mentiras y consolar tampoco es lo mío.

Intentó caminar, visiblemente enfadada, pero le agarré el brazo.

—¿A dónde vas tan molesta? No he terminado de hablar contigo.

—¡Pues yo si contigo!

—Estás actuando como una niña de primaria. Madura de una vez, Lucía. ¿Piensas ponerte a llorar por lo que te dije?

—No pienso llorar por lo que diga un maldito como tú.

—Y eso que no me odias. Me gusta esa actitud. Me impresiona que te atrevas a hablarme así.

—¿Piensas amenazarme de nuevo? Anda, eso es lo único que sabes hacer.

—Te equivocas. Sé hacer muchas cosas más. Creo que eso deberías saberlo ya. Ahora bien, conversemos de lo que realmente importa, que en este caso es Max.

—Entonces suéltame — se soltó de mi agarre y retrocedió.

—Como ya te dije, pienso irme lejos con Masie y necesito pedirte unas cosas. En especial que, al menos me permitas llamar a Max de vez en cuando. No quiero perder comunicación con él, tampoco quisiera alejarme, pero ya sabes cómo son las cosas. Sé que lo mejor que hago es apartarme. No te niego que me daría vergüenza que cuando crezca se entere de quién soy y todo lo que he hecho, pero supongo que es inevitable. Hubiera querido darle lo que no tuve, disfrutarme esa etapa a plenitud, algo que no pude hacer del todo con mi hija Emily. Lucía, sé que me odias, yo también a ti, incluso yo mismo me odio en ocasiones, pero quiero que entiendas que amo a Max y me duele tener que faltarle. Nosotros dos tenemos nuestras diferencias, pero mi hijo es mi hijo. Desde que me enteré de su existencia, quise esforzarme en brindarle todo, en compartir, en quererlo y demostrarle lo mucho que me importa. Necesito que me prometas que cuidarás bien de él, que lo guiarás por el camino correcto, que estarás con él cuándo te necesite y le darás el afecto que no podré darle.

—¿Qué te hace pensar que no lo haría? Es mi hijo, por supuesto que debo hacer todo eso y más.

—No todas lo hacen, así que quiero asegurarme de eso.

—¿No hay otra solución?

—¿De qué hablas?

—Hay lugares donde puedes ocultarte, Caden. No tienes que irte. Incluso donde estás, la policía no ha podido dar contigo.

—No se trata de que la policía dé conmigo o no. Si permanezco en este estado, no solo me estaré arriesgando, sino también a los míos. ¿Crees que es divertido tener que salir a la calle todos los días encapuchado, con la angustia y temor de que me reconozcan y me atrapen? No quiero que mi mujer y mis hijos se vean arrastrados a vivir así; con un padre siendo buscado por la policía, donde no podría ni siquiera sacarlos a pasear al parque o acompañarlos a sus actividades de la escuela. En este puto lugar no podría ofrecerles nada.

—Debe haber alguna manera.

—¿Y por qué no vienes con nosotros, así Caden y Max no se tienen que separar? —escuchamos la voz de Masie y ambos miramos hacia su dirección.

—¿Qué haces aquí, muñeca? Te dije que quería hablar a solas con Lucía.

—Lo siento, pero obviamente esto lo hago por Max y por ti. Considero que no es justo separar a un padre de un hijo; y más si ese padre está dispuesto a hacerse responsable. Max necesita de Caden y Caden necesita de él.

—Eso jamás — dijo Lucía.

—Sería algo temporal, al menos mientras Caden se recupera. Luego podrás irte a vivir aparte. Sería lo mejor para el niño, como para Caden. ¿No me digas que, teniendo una oportunidad como esta, vas a negarle ese privilegio a tu propio hijo?

—No pienso exponer a mi hijo de esa manera. Ustedes tienen una forma muy peculiar de vivir y de hacer las cosas.

—Sé a lo que te refieres, pero las cosas ahora van a cambiar. Caden está dispuesto a mejorar y te aseguro que no dejaré que vuelva a recaer. Además de que confío plenamente en él y en su fuerza de voluntad. Por otro lado, esta vez sería distinto, porque estarás por tu propia voluntad, no por obligación. No habrá necesidad de ocultarnos, porque para el lugar que tengo en mente, ante los ojos de la gente y la policía, Caden está totalmente limpio.

—¿De qué lugar estás hablando? —pregunto.

—Hablo de Veracruz. La policía de Estados Unidos perdería jurisdicción y no podrían detenerte, a no ser que cometas algún delito, pero en tu caso, no será así, ya que te vas a mantener tranquilo, ¿verdad?

—¿Cuándo he estado intranquilo, mi amor?

—Ni lo piensen. No sacaré a mi hijo del país.

—Entonces no son muchas las ganas que tienes de que tenga esa figura paterna presente — Masie ensanchó una media sonrisa.

En la forma que miró a Lucía, asumí que debió escuchar nuestra conversación. Me atrevería a decir que el rostro de Lucía cambió de color, mientras que yo preferí mantener silencio.

—¿No dirás nada, mi amor? Hace un momento estabas bastante hablador. Pensé que esta idea iba a gustarte — arqueó una ceja.

PARTE CUATRO: Caden III [✓] [PRONTO SERÁ RETIRADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora