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—Tal vez lo sea, no lo sé. 

—¿No sabes nada sobre eso?

—No, lo único que recuerdo es el proceso.

—Entonces ¿Estuviste con la mamá de tu yerno?

—¿Por qué tanta pregunta? 

—No es nada, es solo que no me lo mencionaste cuando me contaste sobre ti. Supongo que sí resulta ser tu hijo, te harás cargo de él, ¿cierto? 

—En su momento no lo creí importante. De igual manera, necesitaré tu ayuda para dar con esa mujer. 

—¿Tienes planes de arreglar las cosas con ella? 

—¿Arreglar? Esa mujer y yo tenemos muchos asuntos que arreglar. Siéntate en la mesa, voy a servir la comida. 

Luego de comer, ella lava los platos y camina hacia su habitación. 

—Buenas noches — entra a su habitación sin decir más. 

Esta niña es igual de descuidada a Emily cuando era pequeña. Abro la puerta de su habitación y ella me mira. 

—No pensarás acostarte con el cabello húmedo, ¿verdad? 

—Es extraño que entres a mi habitación sin tocar. 

—No evadas mi pregunta. Busca el secador. 

Busca el secador y lo conecto, mientras ella se sienta en el borde de la cama. 

—¿Por qué lo haces? 

—Lo hacía por mi hija también. Por lo que veo, ya es costumbre en ustedes las chicas. Si te enfermas será un problema — seco su cabello, mientras lo voy peinando con mis manos hacia atrás. 

—No me gusta que me sigas tratando como una niña. 

—Hay que tratarte como lo que eres. Si te enfermas, ¿quién va a ayudarme? 

—Por lo que veo, solamente me estás utilizando. 

—Nuestra relación siempre ha sido a base de intereses. Tú me ayudas, yo te ayudo, y todos contentos. 

—¿Sueles ser así de cortante y cruel todo el tiempo o es solo conmigo? 

—¿En qué momento he sido así contigo? 

—Olvídalo — suspira. 

Pongo el secador sobre la cama, miro su cuello expuesto y lo acaricio con la yema de mis dedos. Luce tan exquisito; esa piel blanca, fresca y suave, es como si estuviera invitándome a probar de el. Mi corazón y, no solo eso, ha vuelto a alborotarse. Empujo su cuerpo contra la cama y subo sobre ella tras el arranque. ¿Qué está pasando conmigo? ¿Por qué no puedo controlar esa ansiedad y ganas? 

—¿Por qué me miras así? — sus piernas rodean mi cuerpo y sonríe, como si se hubiera percatado de mi gran problema—. ¿He provocado esto? 

Ignoro su arrogante pregunta, beso su cuello y lo lamo hasta su barbilla. Su dulce fragancia vuelve a embriagarme de nuevo, queriendo sumergirme en ella. 

—Quédate conmigo esta noche, Caden— en respuesta a su pedido, robo sus labios hasta adueñarme por completo de ellos. 

Estuvimos seis días consecutivos siguiendo al idiota de Kevin luego del trabajo. Estaba seguro de que él debía estar ocultando a Lucía y a ese niño en alguna parte, y viéndolos a espalda de mi hija e incluso mía. Esos dos se han burlado de nosotros en nuestras propias narices y no estaba dispuesto a soportarlo. Fueron largos días, donde el descanso ha sido limitado con tal de seguirlo a todas partes. Sus horarios son complejos y sacrificados. Hoy salió un poco antes de lo previsto, y lo seguimos a una casa, no tan lejos del consultorio. Tenía varias bolsas y paquetes en mano para entrar. No fue hasta que salió de la casa y se marchó, que nos atrevimos a acercarnos a la casa y tocar la puerta. Me mantuve en la esquina, dejando que solo Masie estuviera frente a la puerta. No quise arriesgarme a que si se tratara de Lucía, ella tuviera alguna oportunidad de gritar o hacer algo. La puerta se abre y un niño como de aproximadamente cinco años sale, con un dulce en la boca y se detiene en el mismo borde de la puerta. Sin duda alguna, tiene los mismos ojos y su piel es del mismo color mío.  

—Te he dicho que no abras la puerta, travieso. Disculpe a mi hijo Max, es muy travieso — escucho la voz de Lucía y trato de acercarme más a la pared con tal de que no me vea todavía. 

—No se preocupe, señora — responde Masie.

—¿En qué puedo ayudarle?

—Estoy dando charlas gratuitas y llenando un cuestionario por el vecindario. 

—¿Sobre qué?

—Electrodomésticos. 

—¿Electrodomésticos? 

—Sí, ¿Me puede brindar algo de su tiempo para responder unas preguntas mientras mi compañero viene? — Masie sonríe ladeado y niego con la cabeza riendo al ver que se ha vuelto toda una maestra del engaño. 

—Bueno, supongo que puedo. 

Lucía permite que Masie pase y, aprovechando que está de lado sujetando la puerta, rodeo su cintura con una mano y con la otra tapo su boca, mientras Masie se encarga de cerrar la puerta detrás nuestro. 

—Guarda silencio y no intentes una tontería — deja de hacer fuerza y siento los temblores de su cuerpo—. Voy a soltarte y serás una niña buena, ¿de acuerdo? — asiente repetidas veces con la cabeza y la suelto. 

—Caden… — se voltea retrocediendo. 

—Hola, tanto tiempo sin vernos. 

—¿Qué haces aquí? — mira al niño y, viendo que Masie lo está cargando, la señala—. ¿Quién eres? ¡Suelta a mi hijo!

—¿Cuándo planeabas decirme sobre esto? ¿Creíste que ibas a poder ocultar a mi hijo para siempre? — me acerco al niño y lo sostengo en mis brazos. 

Su piel es muy suave. Recuerdo cuando tuve a Emily por primera vez en mis brazos. Era tan liviana y pequeña. Ha pasado mucho tiempo desde que sentí esta calidez y extraña emoción en mi pecho. Acaricio su cabeza y puedo ver cómo se forma una dulce sonrisa en sus labios. No conocía de su existencia y ni siquiera pude estar en los momentos en que más debió necesitarme. Y todo esto por su culpa y la de ese maldito de Kevin. 

—No le hagas nada a mi hijo, por favor. ¡Suéltalo, Caden!

—¿Por qué le haría algo a mi hijo o por qué debería soltarlo porque tú lo digas? Te recuerdo que también es mi hijo y tengo todo el derecho de cargarlo, de verlo y tocarlo. Me ocultaste su existencia y huiste para que no tuviera el privilegio de estar con él — le entrego al niño a Masie. 

—¿Cómo podría permitir que alguien como tú esté al lado de mi hijo? Estás siendo buscado por la policía. ¿Qué futuro hubiera podido esperarle si se quedaba al lado tuyo? Vives huyendo, ¿Crees que iba a traer a ese bebé al mundo a pasar lo mismo que tú? 

—Eso no es justificación para haberlo alejado de su padre. Sea como sea, es mi hijo y hubiera hecho todo por protegerlo y mantenerlo a salvo, así me costara la vida; de la misma manera que lo hice con mi hija Emily. 

La risita de mi hijo nos llama la atención y ambos miramos en dirección a Masie. Verla riendo y haciéndole muecas a Max, mientras que él ríe sin control, causa una especie de cosquilleo en mi pecho. No conocía esa faceta tan dulce de ella. No puedo negarlo, luce muy hermosa cuando sonríe.

—¿Quién es ella, Caden? 

—¿A ti qué te importa? De hoy en adelante vendré a ver a mi hijo, como también vendrá conmigo de vez en cuando y no tienes ningún derecho de negarte o prohibirme que lo haga.

—No voy a permitir que te acerques a él y lo arrastres a esa vida, de la misma manera que lo hiciste con tu adorada hija. Tu hija Emily es un vivo ejemplo de que no estás apto para tener hijos o hacerte cargo de ninguno. 

Mis manos se aferran a su cuello y veo que Masie se aleja de nosotros con el niño. Es lo mejor que pudo haber hecho. No quería que él presenciara algo desagradable, pero esta mujer con esa provocación y palabras, me hicieron actuar instantáneamente y por impulso. A ella no podré hacerle nada, pero Kevin es su punto débil, así que deberé atacar directamente a esa fibra tan sensible. 

—Vuelves a decir semejante tontería y no me hago responsable de lo que le suceda a esta necia e imprudente boquita — dejo ir su cuello y llevo mi mano a su mentón—. Como trates de huir de nuevo o alejarme de mi hijo, no me culpes por tomar medidas extremas y de dejar a tu futura nieta huérfana de padre. Como eres una mujer tan inteligente, sé que irás preparando una maleta con las pertenencias de mi hijo y la tendrás preparada en un abrir y cerrar de ojos. ¿Verdad que sí? — sonrío, y aprieta los labios —. Me estremece el sonido del silencio. 

PARTE CUATRO: Caden III [✓] [PRONTO SERÁ RETIRADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora