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—No llores más. ¿Qué te parece si hablamos de todo eso cuando terminemos con lo de mi hermano? 

—No voy a presionarte, pero al menos prométeme que lo vas a pensar, ¿sí?

—Lo prometo. 

Luego de terminar de bañarnos, bajamos a comer algo y regresamos a la habitación. Le ayudo a secar el cabello, ya que no quiero que vaya a enfermarse, luego trato de masajear su cuerpo, pero está muy adolorida y no quise lastimarla más; también le hice poner unas compresas frías en los lugares que más le duele, con la esperanza de que eso le ayude a sentirse mejor. Los moretones están regados en su cuerpo y no me gusta verla así.

—¿Te estás sintiendo mejor? 

—Con esas atenciones que estás teniendo conmigo, ¿quién podría sentirse mal? 

—Descansa — remuevo el mechón de cabello que cubre su rostro y sonríe. 

—Lo haré, porque estás aquí conmigo — recuesta su cabeza en mi brazo y desvío la mirada incómodo—. Nunca hemos dormido así. ¿Podría quedarme aquí solo por hoy? 

—Si te sientes cómoda, puedes hacerlo. Trata de descansar ahora.

—Buenas noches —sonríe, antes de cerrar los ojos y acomodarse. 

La conversación que tuvimos en el baño se cruza por mi mente. Aunque no quisiera darle la razón en algunas cosas, por desgracia la tiene. Pero solo de imaginar una vida distinta y limitado a muchas cosas, un nudo se forma en mis tripas. Quiero una mejor vida con ella, también quisiera cambiar muchas cosas, tanto de mí, como del estilo de vida que llevo y darle lo que se merece, pero no sé si pueda cumplir con todo lo que ella pide y temo fallarle. Pensando en todo eso, termino durmiendo con mi cabeza recostada en la suya. 

Al día siguiente, planificamos ir a visitar a Emily. Necesito saber si Kevin sabe sobre el paradero de Lucía y mi hijo Max. El único problema es que él no estaba, solamente se encuentra mi hija. 

—¿Qué haces aquí, papá?

—Sé que aún estás resentida conmigo, pero no estoy aquí para tocar ese tema. ¿Puedes llamar a tu esposo? 

—¿Puedo saber para qué? 

—Necesito que me diga dónde está Lucía y Max. 

—¿Dónde están? En su casa. ¿Dónde más podrían estar? — su tono tranquilo me es extraño. 

—¿Él fue quien te lo dijo? 

—Sí, papá. 

—Ya sabía que ella sería incapaz de huir lejos con mi hijo, Masie — miro a Masie y sonríe—. Vendré en otro momento, princesa. 

—¿Por qué sigues mencionándola, papá?

—¿A quién? — vuelvo a mirar a mi hija. 

—A esa mujer. Eso no te hace bien. 

—¿De qué estás hablando, pequeña? 

—¿Cuándo vas a superarlo, papá? No creo que ella sea lo suficientemente importante como para que la sigas mencionando después de muerta — mi hija está actuando extraño.

—¿De qué estás hablando, Emily?  

—De esa tal Masie. Deberías dejarla ir y no aferrarte más a ella. 

—¿Qué tonterías estás diciendo, Emily? ¿Por qué debería dejarla ir? ¿No ves que ella está aquí conmigo? — miro a mi lado, pero Masie no está por ninguna parte —. ¿Masie? — le llamo, cuando siento un fuerte dolor de espalda y escucho la voz de Emily cerca de mi oído. 

—A los muertos se dejan descansar en paz o tendrás el peso de ellos en tus hombros, así como la tienes a ella encima ahora. 

Despierto de golpe, sintiendo un temblor constante en todo mi cuerpo, mientras las gotas de sudor descienden por mi mejilla. Cuando miro automáticamente a mi lado, veo a Masie acostada, pero no solo eso, alcanzo a ver a mi hermano, con un cuchillo en mano y sujetándolo en el aire, con la intención de enterrarlo en ella. Todo pasó muy rápido, la primera reacción mía fue coger la misma sábana y tirársela encima, para luego levantarme y abalanzarme sobre él para tratar de inmovilizarlo. No tengo idea de cómo se soltó, pero solo quiero alejarlo de Masie a toda costa. 

—¡Caden! — ella despierta debido al forcejeo que tenemos los dos y se levanta de la cama. 

—¡Aléjate! — suelto a Caleb y la empujo contra la cama, por el mismo temor de la pesadilla que tuve, cuando siento el filo del cuchillo cortarme en el hombro y, no le doy tiempo a que logre hacerme algo mayor, busco la forma de con el codo desarmarlo y lo logro con éxito. 

Alejo el cuchillo, dándole un golpe con la pierna y metiéndole por debajo de la cama. Luego le proporciono un puño en la cara y, aprovechando esa ventaja, me voy detrás de él, llevando sus dos brazos a la espalda y restregando su cabeza contra la pared. 

—No sé cómo mierda te soltaste, pero voy a asegurarme de esta vez cortarte las piernas, para que así no puedas volver a salir del sótano. 

—¡Voy a matarte! ¡Esta vez nadie va a detenerme, ni siquiera tu! — vocifera, forcejeando conmigo. 

—Estás sangrando, Caden — dice Masie, volviendo a levantarse de la cama. 

—No es nada serio, no te preocupes. Tenemos que llevarlo de vuelta al sótano. 

Si no hubiera despertado de esa pesadilla, no sé lo que hubiera pasado. Todo mi cuerpo sigue temblando, incluso mi mandíbula. 

PARTE CUATRO: Caden III [✓] [PRONTO SERÁ RETIRADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora