PARTE CUATRO: Caden III [✓] [PRONTO SERÁ RETIRADA]

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—Nunca podrás vivir tranquilo. Todas las víctimas, cuyas vidas has arrancado, vivirán siempre en tu consciencia y cargarás con el peso de ellas en tu espalda. 

—Esas víctimas también fueron en parte tuyas. Si hubieras sido un buen hermano o me hubieses ayudado a salir de allí, la historia hubiera sido totalmente distinta. Pero ahora qué más da mencionar a los muertos, pues muertos ya están y no hay nada que se pueda hacer. Incluso ahora mismo me da igual echarme uno más, si eso será un peso menos que cargar — voltee su cuerpo boca arriba, subiendo sobre él instantáneamente y llevando mis manos a su frágil cuello—. ¡Te odio! ¡Te odio a ti, al igual que a todos ellos!

Es como si pudiera ver el rostro de cada uno de ellos debajo de mí. Siento como si estuviera reviviendo lo mismo que con Valerie aquella noche; esa noche en que por primera vez le arrebaté la vida a un ser humano con mis propias manos. Su rostro se va tornando rojo, su respiración se vuelve mucho más débil, sus ojos se abren de la presión que ejerzo en su cuello, deseando poder quebrarlo con facilidad. Su debilidad y falta de aire le impide poder sacarme de encima. 

—¡Muérete ya! ¡Muéranse todos de una maldita vez! 

El problema nunca has sido tú, el problema son todos a tu alrededor; es por eso que hay que acabar con toda esa basura para que así no sigan contagiando su suciedad a todos los que le rodean. 

—En eso nunca te equivocaste, Noah. Yo también estuve a punto de dejarme contaminar por esa plaga, pero ya se acabó.

Entonces acaba con su suciedad y mátalo, Caden.

—No te desesperes. Él estará igual de muerto que tú. En este maldito mundo no hay espacio para los dos y tú tienes que morir con él y con toda esa gente. 

Te amo, Caden. 

—¡Yo ya no!    

—¿Con quién hablas, Caden? — escuché la voz de Masie, pero no podía dejar de mirar a Noah en sus últimos momentos. 

—Ya está muerto, ¿no lo ves? Ya todo acabó, Caden. 

—No, no ha acabado — presioné más fuerte su cuello, pero los brazos de Masie me engulleron. 

 —¡Detente, Caden! Tu hermano ya está muerto. Ya todo acabó. Que esto nos sirva para dejar todo lo malo atrás y comenzar una nueva vida los dos. Ahora eres libre de todo lo malo que te atormentaba. 

Dejé ir su cuello y miré lo que quedaba de él. Masie no se equivocó, al contrario, tiene razón en todo lo que dice. Mis manos estaban rojas y dolían por la fuerza que hice. 

—Tenemos que salir de aquí, Caden.

Me levanté a petición de ella, sintiendo que había perdido muchas energías luego de eso. Lo único que me reconforta es tenerla delante de mí. 

—¿Cómo te sientes? 

—Lo he decidido, Masie. Quiero que nos vayamos lejos tu y yo. Es tiempo de pensar más en nosotros y en nuestro futuro. Con respecto a mi hija, amo demasiado a mi princesa y no quisiera dejarla atrás luego de haberle faltado por tantos años, pero sé que si continúo a su lado tarde o temprano podrían dar con ella y tengo que protegerla a ella y a mi nieta para que no pasen por lo mismo que yo. 

—¿Y Max?

—Hubiera querido estar con él, ofrecerle muchas cosas, verlo crecer, darle una buena vida, distinta a la que me tocó vivir, pero ¿qué tipo de vida puedo darle si ni siquiera yo mismo tengo una vida pacífica y todo el tiempo debo estar huyendo? Además, Lucía seguirá complicando las cosas. Ya ves que se lo llevó y probablemente no vuelva a verlo nunca más. Prefiero que nunca recuerde mi rostro, que siga pensando que no existo, eso evitará que sienta vergüenza en un futuro de saber que tiene un padre como yo. 

—¿Vergüenza de tener un padre como tú? Caden, mejor padre que tú no existe. Las circunstancias no han sido favorables para ninguno de los dos, pero me consta que tenías la mejor de las intenciones con él. Me consta que lo amas con todo tu ser, al igual que a tu hija Emily. 

—Y al igual que a ti— entrelacé mi mano en su cabello—. Será mejor limpiar todo esto e irnos lo más rápido posible de aquí. Estaré tranquilo cuando estemos lejos de todo esto, en un lugar donde solo seamos tú y yo.