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—No le hagas caso a mamá. Toma tu tiempo para comerte el helado — con toda la calma y paciencia del mundo, sigo dándole del helado a Max. 

—No colmes mi paciencia, Caden. No quieras poner a mi hijo en mi contra. 

—¿En tu contra? No me hagas reír, Lucía. Tú misma estás ganando que Max te tenga miedo. Esa actitud que estás asumiendo, solo le hace daño a él. Mira lo asustado que está por lo que hiciste hace un momento. Lo mismo ocurrió en la tienda. No sé por qué estás tan a la defensiva con nosotros, solamente estamos compartiendo con mi hijo, luego de que me hubieras alejado de él. No es algo que se dé todos los días. Además, fuiste tú quien quiso estar detrás de nuestro trasero para vigilarnos. Pudiste haberte quedado en la casa hasta que regresaramos. 

—Sobre mi cadáver. Jamás voy a permitir que estés con él a solas. 

—Me encanta que me pongan a prueba. Veamos cuánto tiempo dura esa lengua venenosa en tu boca. 

Bajo protesta y actitud, vuelve a sentarse en la silla. Masie me mira fijamente y niega con la cabeza. Lucía se ha vuelto insoportable. No sé cuánto tiempo pueda soportar esa patética actitud. Tan pronto terminamos, volvemos de vuelta a la casa. Lucía se va al cuarto, con la supuesta excusa de que irá a bañar a Max y me quedo a solas con Masie en la sala, acomodando las bolsas que trajimos. 

—Te ves estresado, no me gusta verte así. Es normal que ella se sienta de esa manera, pero supongo que, eventualmente, se le pasará. Estás esforzándote mucho y estoy segura que a Max le agradas. Poco a poco irás ganándote su cariño y confianza. ¿Tu relación con ella siempre fue así? 

—No, pero ahora se ha vuelto irritante y altanera. 

—¿Cuánto tiempo estuvieron de pareja? 

Su pregunta hace que no controle la risa. 

—Unas cuantas noches. Nada especial. 

—Eso ha sido muy cruel. Espero que algún día, no hables de esa manera con alguien de mí. 

—No es lo mismo. 

—¿Qué no es lo mismo? 

—No hagas más preguntas. 

—¿Estás queriendo decir que soy diferente? 

—No pongas palabras en mi boca, loca. 

—¿Por qué tienes que ser tan orgulloso, viejo? Desde que nos conocimos, no has cambiado ni un poco. Tan pronto ella termine, iré a bañarme. Voy a ir a dar una vuelta. 

—¿Sola? 

—Sí. Esa mujer y tú tienen mucho de qué hablar, así que aprovecha para hacerlo mientras no estoy — se levanta del sofá y hago lo mismo. 

—¿Vas a encontrarte con alguien? 

—Posiblemente. 

—No se supone que estés saliendo sola. Te estarías arriesgando demasiado.

—¿Quieres acompañarme o es que estás celoso? — en sus labios se dibujar una sonrisa burlona.

—Esa soberbia tuya no ha cambiado tampoco. 

—Si me pides que me quede, entonces no salgo. Solo debes decir que vas a echarme de menos si me marcho y con gusto me quedo. 

—Tus juegos mentales no me agradan. 

—Cada vez te haces el más difícil. ¿Por qué no puedes ser honesto en este tipo de situaciones y en otras si lo eres, Caden? ¿Cuál es tu miedo? No creo que sea tan difícil darte cuenta de que me gustas, y no como maestro o padre, sino como hombre. Has jugado con mi cuerpo y ahora con mis sentimientos. Al menos deberías dejarme las cosas claras y así no me sigo ilusionando, busco la forma de rehacer mi vida y olvidarte. 

—¿Rehacer tu vida? ¿Olvidarme? — rio sin control—. ¿Estás tratando de decir que, si no te respondo, vas a abandonarme? No deberías ser tan malagradecida. ¿Crees que luego de todo lo que he hecho por ti, voy a simplemente dejarte ir como si nada? Creo que tu mente necesita refrescarse — sujeto su barbilla entre mi mano, mientras acerco su cuerpo al mío con la otra, observando cómo sus labios se encuentran entre abiertos y humedezco los míos —. El día que por tu cabeza pase de nuevo, esa maldita idea de abandonarme, no volverás a ver la luz del día. Voy a mantenerte encerrada en algún rincón de esta casa, hasta hacerte entender que eres mía y tienes totalmente prohibido dejarme. ¿Te ha quedado suficientemente claro? 

—Sí —asiente con la cabeza y sonríe. 

—Entonces ¿sabes cuál es la respuesta que voy a darte con respecto a salir esta noche sola? 

—Creo que acabo de escuchar un no. 

—¡Qué buenos oídos tienes! Al menos ya sé que no los tienes de adorno. 

—Me parece que tus labios en este momento están de adornos, porque como que aún no han captado lo que quiero — muerde sus labios.

Cuando planeo hacerme cargo, veo a Lucía pasar a la cocina. 

—¿Qué miras? — le cuestiono, soltando a Masie. 

—No me interesa lo que están haciendo, solo voy a preparar el almuerzo para mí trabajo mañana. 

—¿Trabajo?

—¿Creíste que mantengo a mi hijo robando como tú? 

—Si eres bueno en algo, debes sacar provecho de ello. Es trabajo duro, pero honesto. 

—Estás loco. 

—Iré a bañarme, Caden. Te espero en la habitación — Masie se da la vuelta y sigo su trasero con la mirada. 

El grito de Lucía nos asusta a los dos, la vemos tirar todas las bolsas transparentes que había en el refrigerador al suelo, es donde, por lo general, separamos la carne y la guardamos. 

—Aaaaah, ¿De qué se trata todo esto? — grita espantada—. ¿Cómo es posible de que tengan un brazo guardado ahí? — tapa su boca mientras retrocede. 

—No es un brazo, de hecho, son costillas — responde Masie con toda la tranquilidad del mundo, y Lucía abre los ojos en sorpresa. 

PARTE CUATRO: Caden III [✓] [PRONTO SERÁ RETIRADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora