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—¡Eres un enfermo! Jamás iría a ninguna parte contigo, viejo. 

—Ya te lo dije, no tengo ningún interés en ti de esa forma que crees. ¿Qué pasaría si te digo que tengo una forma de conseguir dinero fácilmente? 

—No voy a vender mi cuerpo, si a eso te refieres. 

—Me estás irritando niña presumida. Sígueme— camino en dirección a mi auto y ella viene detrás de mí, pero despacio—. Date prisa, no tengo toda la noche. Sube. 

—Si intentas algo, llamaré a la policía. 

—Oh, quiero ver a una ladrona llamar a la policía— rechina los dientes con mi comentario y suspira antes de subirse al auto. 

Mientras manejaba veía como sus piernas se movían, muestra suficiente para saber que estaba nerviosa. Paseo por varias calles en busca de algún objetivo que se viera fácil, estuviera solo y en un lugar donde no tengan forma de vernos. Vi a varias personas, pero el único que considero lo que busco, es a un señor mayor, que caminaba con varias bolsas por la acera. Estaciono el auto antes de colocarme la capucha y ella se gira hacia mí. 

—¿Por qué te detienes aquí? 

—Bájate— le ordeno, antes de bajarme también—. Quédate detrás de mí y no digas una sola palabra— miro a todas partes mientras camino despacio en dirección al señor, con la mano dentro del bolsillo del abrigo y con la otra colgando. 

En el momento que creo adecuado tomar acción, ya que no vi a nadie alrededor o peligro alguno, levanto la base del cuchillo y la dejo caer sobre su cabeza, haciendo que pierda por completo el conocimiento y su cuerpo cayera tendido en el suelo con todo y bolsas. 

—Busca en sus bolsillos y la billetera. 

Ella ante la situación se vuelve un ocho, aún así se agacha a hacer lo que le digo mientras yo observo a todas partes de que nadie venga. Al momento de verla sacar la billetera, salimos corriendo hacia el auto y enciendo el motor, acelerando y marchándonos del lugar. 

—No sabía que eras como yo. Eres increíble. Mira todo este dinero— mira el dinero mientras lo va contando. 

—Deberías aprender a hacer las cosas. Primero que todo, si vas a robarle a alguien, no deberías disculparte con la persona. 

—Fuiste tú quien me persiguió con ese cuchillo. 

—Aun así no lo hagas— le arrebato el dinero de las manos y ella trata de quitármelo de vuelta. 

—Oye, ¿Qué haces? 

—Este dinero lo conseguí yo, por lo tanto, es mío. 

—Pero ¡yo te ayudé!

—No quieras pasarte de lista. Aún si me ayudaste solo un poco, no olvides que me debías y acabas de saldar tu deuda. 

—Eso no es justo. 

—Me sorprende que a una chica como tú le importe más este dinero que a la persona que acabamos de atacar y robar. Otra en tu lugar estaría aterrada pensando que ese señor está muerto. 

—Ese hombre no era nada mío, ¿Por qué debería sentirme así? 

—No creí decir esto, pero somos muy parecidos.   

—¿Qué puedo tener de similitud contigo? 

—Más de lo que crees. 

—Veo que tienes más experiencia que yo en esto. Enséñame a ganar más dinero— que mujer tan codiciosa. Siendo tan joven y ya tiene el alma podrida. Tal vez eso la hace interesante. 

—Hagamos un trato, te enseñaré lo quieres, pero a cambio, me ayudarás a realizar uno que otro trabajo pendiente. 

—¿A qué te refieres con trabajos pendientes? ¿hablas de robar o vender drogas? — esta mujer hace preguntas extrañas. Tal vez si me sirva de ayuda para lo que necesito. 

—¿Tienes auto? 

—Sí. 

—¿Dónde lo tienes? 

—En mi casa. ¿Por qué? 

—Mañana nos encontraremos en un sitio, espero vengas sola y nada de sorpresitas. ¿Dónde vives?— luego de varios segundos en silencio, se atrevió a darme la dirección. 

La llevo a su casa y noto que el lugar donde se está quedando, estaba hecho un asco. Ahora entiendo porque necesita tanto el dinero. Incluso el auto que tenía era una carcacha. 

—¿Con eso te mueves? Yo tú pensaría bien eso de vender el cuerpo, creo que ganarías más que robando— mi burla no le agrada del todo y me da un fuerte golpe en el hombro. 

—¿Tienes un mejor lugar que darme? Si no es así, cierra la boca. 

—Esa actitud conmigo no, niña— me inclino hacia ella y me sigue con la mirada mientras humedece sus labios—. Pórtate bien con la persona que piensa ayudarte, no seas malagradecida. Si haces lo que te digo, podrás tener un mejor lugar que este. 

—Quiero saber qué es lo que quieres— me mira fijamente y sonrío. 

—Mañana lo vas a descubrir, solo espero que no me decepciones o me hagas cambiar de parecer. Dame tu número — me da su número y lo anoto en mi teléfono—. Te llamaré mañana. Atenta a tu celular— le extiendo el dinero y ella se le queda viendo. 

—¿Me lo darás? 

—¿Qué me darás tú a cambio de este dinero? 

—¿Quieres algo en particular? — su pregunta me hace mirar su cuello con detenimiento y suspiro. 

—Sí, quiero algo en particular. 

PARTE CUATRO: Caden III [✓] [PRONTO SERÁ RETIRADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora