"Quiero ahogarme en tus labios, susurrarte con palabras mudas el deseo que siento por ser parte de ti y ahora... No quiero despertar".
"Deja volar la imaginación y hazme tuya, quiero ser esclava de tus deseos".
"Vamos a darnos indiscriminadamente a...
— Creo que no estás muy contenta con regresar a New York.
Scarlett suspiró resignada, no podía ocultarle nada a su esposo, la conocía a la perfección; ambos se encontraban disfrutando de una taza de té acurrucados en el sofá mientras la pequeña Sophie quien recién habia cumplido dos años se encontraba jugando por la sala de estar.
Había pasado un año y medio después de su unión en matrimonio, continuaron viviendo en Manchester donde Chris se hacia cargo de su empresa junto con Scarlett quien se habia unido al negocio familiar mientras a la par se hacían cargo de su hija la cual era una niña muy alegre y coqueta, solía ser berrinchuda si intentaban alejarla de su padre.
Sophie Evans era todo un drama.
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— No olvido lo que sucedió la ultima vez que estuvimos ahí.
— Pero ya nadie nos hara daño cariño, además sabes que era cuestión de tiempo para regresar — Chris agregó mientras se reincorporaba llevando sus brazos hacia Sophie quien brincando intentaba subirse al sofá donde sus padres se encontraban.
— Papi, papi — la mini rubia se abalanzó contra su padre llenandolo de besos ante la mirada de su madre quien disfrutaba de aquellos momentos en familia.
Chris besó la frente de Scarlett mientras ella se acurrucaba en él.
— Todo estará bien, te lo prometo.
~
La familia Evans aterrizó en Nueva York en medio de una tormenta de nieve; la pequeña Sophie dormía en los brazos de su padre cuando fueron recibidos por Scott y Harry su pequeño sobrino el cual habia adoptado junto a su esposo Mark. Observando maravillados la nieve llegaron al departamento de Chris el cual seguía en perfecta condiciones; Sophie parecia ser la mas feliz al ver el árbol de Navidad que Scott habia colocado para la familia recién llegada.
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— Míos, míos — la niña bailaba y jugaba alrededor del pino ante la mirada de los presentes; Dodger la seguía por el lugar cuidando sus pasos.
La pequeña Sophie duró horas jugando con su primo y tios ante la mirada de sus padres quienes disfrutaban aquellos momentos; sabían que New York seria un cálido hogar.
