Estaba sentada en uno de los taburetes de la cocina viendo como Rafael cocinaba unos waffles para mi hambriento estómago.
Era bueno hablarle de manera tierna, Rafael era un hombre manipulable y consentidor, podría eatarlo convirtiendo en mi tío favorito.
Me había deapertado a las diez de la mañana por perezosa, las vacaciones hacen que todo el mundo se haga vago y duerma más de lo normal.
Por un lado es hermosos tener vacaciones ya que podría hacer millones de actividades que en clases me son imposibles de hacer por el límite de tiempo.
-¿Por qué hay un olor a waffles y un Rafael cocinando?- Preguntó Santiago entrando a la cocina con un pantalón de pijama a rayas y el torso descubierto -¿Le estás preparando el desayuno a Becca?- Rafael se dio la vida y asintió -¿Que le hiciste para que te tenga como esclavo cocinándole waffles? Sin ofender Becca pero él no es de entrar a una cocina a preparar los alimentos, él espera que alguno de nosotros preparemos la comida- Se acercó hacia mi y besó mi frente.
Santiago.
Desde aquel beso entre nosotros nos hemos hecho mas unidos, aquella noche que durmió conmigo despertamos con los rostros muy juntos y en vez de incomodarnos, nos reímos de la nada para después continuar con nuestras vidas aburridas.
-No le he hecho nada a la mocosa, sólo me pidió de favor que le preparara waffles de una manera poco convencional y aquí estoy- Respondió Rafael a la defensiva sacando la sartén de la hornilla de la cocina y poniendo el último waffle en mi plato. Me había preparado ocho waffles, me sentía amada.
-¿Usó la voz de niña malcriada y te hizo morritos?- Rafael asintió -Ya me lo imaginaba, con esos ojos tan idiotizantes que quien no le cumpliría sus antojos y caprichos.
-Usted cállese envidioso- Miré mal a Santiago -Dices eso solamente porque tu no comerás waffles preparados por las gloriosas manos de Rafael -Corté un poco de los waffles y lo envié a mi boca, lo empecé a masticar y tenía un sabor extraño -Rafael, a la siguiente te pediré dinero para la pizza, ¿Qué le has puesto a esto? Tiene un sabor extraño.
-Le puse jabón líquido- Dijo Rafael con frescura, el hijo de su madre quiere matarme -Debía cobrármelas- Dijo con simpleza.
-Lastima que te salió todo mal- Me levanté de la silla y saqué la billetera de Rafael de mi pijama mostrándosela al dueño, éste de la sorpresa abrió sus ojos de manera exagerada, Santiago soltó una carcajada -Sabía que algo así sucedería entonces procuré sacar ventaja- Abrí la billetera y saque un billete de diez y otro de veinte dólares -Compraré pizza.
Dejé la billetera en el mesón de la cocina y salí de la misma con mi pose de diva, iba a subir las escaleras y me encuentro con Allan y lo saludo pero éste me retiene.
-Hey Becca, Nicolás te necesita en su habitación, no preguntes, no se para que te necesita.
-De acuerdo, ya voy- Subí las escaleras con la presencia de Allan en mi espalda.
Llegamos a la habitación de Nicolás y Allan abrió la puerta de la ya mencionada habitación y nos encontramos con un Nicolás haciendo ejercicios sin camisa.
Su cuerpo esta para esculpirlo en una piedra.
Jesús, que pensamientos los míos.
-¿Para qué me necesitas?- Le pregunté a Nicolás haciéndolo sobresaltar.
-¿Allan no te dijo nada?- Yo lo negué, solo dijo que suba, ¿Que debía decirme?
Ya me estaba asustando.
-Queremos proponerte algo- Comenzó Allan -Queremos una experiencia algo sexual contigo- Concluyó.
¿¡QUÉ!?
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Apostando mi virginidad
Teen FictionBecca, Una adolescente de 16 años es enviada a un retiro de su colegio, junto a su hermana Marina y su mejor amiga Aurora. Todo va bien hasta que en el retiro, Rafael Hamilton, organizador de todo empieza a dar la charla con un tema del desagrado de...