Jasmine, 18 años.
Estaba muy muy muy asustada.
Tenía tan solo 18 años y ya estaba a horas de dar a luz a una pequeña bebé a la cuál con Marcus le pondríamos Gracie Anne-marie.
Con Marcus todo es excelente y todo va de maravilla pero en nuestro pequeño mundo radiante de felicidad algo falla.
Mi bebé no es su bebé. Mi bebé era bebé de Rafael.
Mi bebé es producto de haber tenido por primera vez relaciones sexuales, y esa primera vez fue con Rafael. Aquella noche fue tan mágica y especial, recordé porqué toda mi vida había amado al chico de los ojos verdes tímidos pero calidos, ese mismo chico de la mirada verdosa que con sólo mirarme de soslayo encendía cada centímetro de mi helada piel.
Cuando Marcus regresó de su viaje yo ya sabía que estaba embarazada, regresó cuando yo tenía mi segunda semana de gestación y aunque suene tan cruel, necesitaba un buen padre para mi bebé y decidí correr el riesgo de mentirle y me entregué a él.
Días después empecé con los síntomas del embarazo y ya no lo pude ocultar más, le dije de mi embarazo pero convirtiéndolo en el padre de mi bebé. Siento que le hice un bien y a la vez un mal, pero preferiría vivir una mentira que regresar con Rafael para vivir un futuro incierto a su lado.
Las cuatro paredes del dormitorio del hospital me están asfixiando, mi bebé ya quiere ver el mundo exterior pero no se decidía del todo, aún parece no estar lista. Aún no desea salir.
-Tienes cuatro centímetros de dilatación- Me dijo la enfermera con amabilidad -Seis centímetros más y podremos llevarte al quirófano para así poder conocer a esa linda bebé que es tan esperada- Me regala una bella sonrisa y seca un poco de sudor de mi frente.
Estoy sola en el hospital, rompí fuente mientras cocinaba y lo primero que hice fue llamar un taxi y tomar la pañalera que tenía preparada en uno de los muebles del departamento que Marcus había comprado para nosotros.
Gracie por favor ya déjate conocer. Me decía mentalmente acariciando mi abultado estómago, mi bebé se movía demasiado cuando sentía mi tacto, eso me maravillaba demasiado, por un momento olvidaba que me estaba doliendo la espalda junto a todo mi delgado cuerpo, aguantaba todo con tal de que mi bebé estuviera sana.
-¿No hay nadie que venga a visitarla?- Me pregunta la misma enfermera de sonrisa amable.
-Si hay personas pero no di el aviso a tiempo, cuando caí en cuenta, un taxista golpeaba con desespero mi puerta para trasladarme con urgencia al hospital- Respondo cansada de estar gritando cada diez segundos por el dolor que me causa el no poder dar a luz aún.
La enfermera me escuchaba con atención mientras me examinaba, me mira y de nuevo se sonríe.
Me está gustando su sonrisa.
-Ocho centímetros de dilatación, su bebé ya quiere nacer al parecer.
-¿Le han dicho que tiene una sonrisa preciosa?- Pregunto de repente, la enfermera se sonroja levemente y asiente -Estoy segura de mi sexualidad y todo lo demás pero créame que su sonrisa en mi opinión es muy sincera y reconfortante, jamás permita que le arrebaten su hermosa sonrisa, ¿Cómo se llama usted?- He sido tan directa que ella está más roja que su cabellera color caoba.
-Mi nombre es Rebecca- Responde con sencillez.
-Bien Rebecca, cuando tenga una bebé la llamaré Rebecca en tu honor- Digo acariciando a mi bebé -Ella ya tiene nombre, será a mi segunda bebé.
Rebecca ríe y se retira de la habitación del hospital.
* * * * * * * * * *
Los diez centímetros de dilatación ya están completos, los camilleros me preparan para llevarme al quirófano, Marcus está aquí en el hospital hecho un manojo de nervios, lo tienen afuera esterilizándolo para que sea parte del nacimiento de mi bebé, por supuesto, escuché que llamaba a Rafael diciéndole que sería papá, su emoción era destellante.
Los camilleros lograron que mi cama empiece a moverse gracias a las rueditas que ésta tenía, dimos muchas vueltas por los pasillos del hospital, subimos y bajamos ciertas rampas hasta finalmente llegar al quirófano, casi todo estaba preparado, sólo faltaba yo y las ganas de mi bebé para salir y conocer el mundo exterior.
Posicioné mis piernas en unos soportes para dar mejor vista de mi vagina, técnicamente mi vagina estaba expuesta, sería parto natural, la obstetra me revisó y al acabar, me sonrió.
-Su bebé esta coronando, su parto será un poco sencillo- Me dijo la obstetra sin borrar su sonrisa.
Dos horas de transpiración, desmayos por parte de Marcus, gritos míos y de estar pujando, nació Gracie.
Era una hermosa niña con el cabello muy rubio, unas esferas azules en las cuales una persona deseaba con demasiado anhelo perderse y un rostro angelical, Marcus al verla lloraba de la emoción y Rafael desde afuera sonreía con satisfacción.
Maldito, debe pensar que el hace los mejores bebés del planeta.
A mi bebé la lavaron y la vistieron mientras a mi me regresaban a mi habitación para descansar un poco.
Horas después pude darle de lactar a Gracie, sus ojos se mantenían abiertos y curiosos, observaba todo a su alrededor, ante sus ojitos todo era nuevo y yo estaba muy gustosa de enseñarle lo bueno de la vida.
-Nuestra bebé es hermosa- Dice Rafael al entrar a la habitación, en lo que en mi respecta, estaba mas blanca que un papel.
-Es mi bebé y la de Marcus, no ayudaste en nada- Dije a la defensiva, cubriendo con mis brazos a mi bebé.
-No nos engañemos Jasmine- Dijo revolviendo su cabellera color caramelo -Yo contribuí con ADN para crear a Gracie, ella se parece a ambos y lo sabes.
Por supuesto que sabía que era igual a ambos, tenía los mismos ojos que el tuvo hasta los cinco años, luego empezaron a evolucionar hasta tomar ese color verde que ahora tiene.
-Sea o no sea tu ADN un contribuyente, quiero que me dejes tranquila con mi bebé y con Marcus, somos felices con su llegada.
-No puedo creer que seas tan egoísta- Dijo mirándome con incredulidad- Aunque no me quieras cerca de nuestra hija, siempre estaré para ella, seré todo lo padre que no me dejas ser a su lado y estaré con ella en las buenas y las malas.
Dicho eso dio media vuelta y se retiró de la habitación estrelando la puerta al cerrarla.
Y por supuesto, cumplió con su palabra.
Y por supuesto se acercó como un padre a mi hija.
Y por supuesto, ama a mi hija como el padre que no lo permití ser de manera directa y aún me pregunto que habrá sido de nosotras si hubiera dejado a Marcus por irme a vivir con el verdadero padre de mi hija.
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Apostando mi virginidad
Roman pour AdolescentsBecca, Una adolescente de 16 años es enviada a un retiro de su colegio, junto a su hermana Marina y su mejor amiga Aurora. Todo va bien hasta que en el retiro, Rafael Hamilton, organizador de todo empieza a dar la charla con un tema del desagrado de...