#31 Un día de padre e hija.

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El timbre del colegio suena dando por terminada la jornada escolar, salgo con rapidez hacia la salida, todos quieren salir al apuro y  eso causa que me estrujen y me maltraten.

Al por fin ver la luz solar empiezo a caminar hacia el trabajo de mi padre, es algo cerca de aquí, quizas unas quince o veinte cuadras, no más.

Camino pateando todo objeto que encuentro en el camino, desde piedritas hasta botellas de plástico, así consumo el tiempo hasta llegar a la empresa de domótica de papá.

Entro a la recepción y alarecer estan estrenando nueva secretaria porque esta lleva la cabellera caoba y ondulada, la anterior tenía la cabellera castaña clara y era lisa.

—¿Pequeña puedo ayudarte en algo?— Pregunta cortesmente y yo asiento.

—Busco a Marcus Black, es mi papá— Contesto brindándole una sonrisa, ella me observancon sorpresa, luego procede a buscar la agenda electrónica de mi papá.

—Así que eres la hija del señor Black— Me dice con una sonrisa fresca —El señor Black la está esperando en su oficina— Agradezco su servicio brindado y me dirijo al piso diez.

Al subir al ascensor un joven de quizás veintiún años corre agitado hacia este, logro detener la acción de cierre de puertas y le permito el paso, lleva unas gafas gruesas con una cinta blanca uniéndolos, sus onos son de un verde extraño y su cabellera es negra, me observa xon detenimiento y luego me sonríe.

—Gracias por detener el ascensor— Agradece algo agitado, le sonrío en señal de respuesta pero ni eso evita su fija mirada —Te me haces conocida.

—Hija de Marcus Black— Contesto sin importancia en el tema —Vengo a visitar a mi padre, no vivo con él.

—Oh claro, eres Rebecca, la hija que aposto su virginidad, eres memorable aquí en la empresa, claro, también eres la hija ingrata de Marcus.

—¿Has tuteado a mi padre?— Las puertas del ascensor se abren y empiezo a caminar hasta la oficina de papá, el chico de las gafas gruesas asiente y yo lo observo como un ser extraño —¿Por qué?

—Soy su mensajero de confianza, por eso el trato de "tú" y no de "usted"— Responde con simpleza.

Lo observé fijamente, él se hacía pequeño con mi presencia.

Caminé con la mirada en alto y llegando a la oficina de mi padre, él salió y me observó con alegría.

—Papi— Corro hacia sus brazos que están abiertos.

—Mi hija ingrata— Corresponde el abrazo, me da la sensación de estar en casa.

—No me digas así, me hieres— Hanlo con la verdad.

—Yo soy el que se debería sentir herido por tu falta de interés en tu padre.

—Yo te amo papá, eso jamás lo dudes— Le digo haciendo un puchero, papá sonríe y yo me siento feliz.

Papá es de esos hombres que amarías tener encarcelado en casa, él es un dulzón muy muy empalagoso, a Gracie, Marina y a mí nos trataba como reinas, nos ve como reinas, a pesar de que casi no pasa en casa siempre llegaba con un regalo o una sorpresa para las tres, de alguna manera buscaba ganarse nuestro cariño sin importar su ausencia continúa en casa.

Él vive para su trabajo pero también vive para su familia, es mi superhéroe y el hombre más amable del mundo.

Es difícil no quererlo, él me saca sonrisas hasta en el momento más triste de mi vida.

—Vine a sacarte de la rutina— Le digo aferrándome a su brazo —Vengo a improvisar un día de padre e hija.

—Me gusta tu idea Rebe— Es el único ser en esta tierra que tiene permitido llamarme Rebe, si alguien más lo hace, se va a la guillotina —Yo tengo una idea para compartir este día.

Apostando mi virginidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora