#33 ¿Y Francisco?

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En una semana partiría de aquí, en siete días regresaría a mi nada bonito calvario, regresaría a mi colegio anterior, estaría con la compañía de Aurora pero no lo sentia suficiente, este se había convertido en mi segundo hogar y los chicos que lo habitaban se han convertido en mis hermanos, esta es mi familia y no me quiero separar de ella.

Empiezo a caminar por eata habitación que ha vivido conmigo tantas historias, veo la puerta con mi "protección anti-Amelia" y me da nostalgia, hasta a esa esquizofrénica la extraño.

Cuando llegué aquí apilé las cajas en las cuales traía mis pertenencias en una bodeguita que al parecer está lejos del alcance ocular. Salgo de mi habitación, recorro el pasillo con añoranza, tocando las paredes, los recuadros y los floreritos que están de adorno. Bajo las escaleras recordando cada caída, resbalón y sucesos que he tenido en ellas, llego a la planta baja y camino hacia el pasillo en donde esta el salon de juegos, doy vuelta a la izquierda y luego hacia la derecha, llego a una puerta algo vieja y la abro, entro y sin mucho esfuerzo veo mis cajas, abro una de ellas y meto una caja, abro la siguiente y meto otra caja y así hasta tomarlas todas. Con dificultad salgo de la bodeguita, la cierro y emprendo mi camino hacia mi habitación.

Al llegar tomo una caja y guardo mis herramientas, en otra guardo mis libros y en otra guardo mis fotos.

Sigo guardando mis cosas mientras veo que Fernando entra a mi habitación y se sorprende de verme empacando, pasa con cuidado y llega a mi lado con una mirada de confusión.

—¿Por qué empacas?— Pregunta Fernando tomando una de mis imágenes, es una en la cual Aurora y to salimos sacando la lengua de manera graciosa, la vuelve a dejar en su lugar y me observa fijamente esperando una respuesta.

—En una semana se cumplen seis meses de la apuesta— Fernando con su rostro me dice que no entiende y yo retuerzo los ojos —En una semana me declaro ganadora Fernando, no tuve sexo, no me enrollé con nadie, no pasó nada— Guardo la foto que anteriormente Fernando había tomado y vuelvo a mirar a Fernando —Ya tenía la apuesta ganada desde que Amelia me botó por las escaleras y aseguré la victoria cuando Allan y Nicolás se propasaron conmigo.

—¿Te irás así sin más?— Dice con dolor en su mirada —¿La princesa del Hogar nos dejará así por así?

—Fernando yo a todos los amo, han sido mis hermanos, mis caballeros de armadura de acero— Fernando ríe conmigo —Pero también debo seguir con mi vida, mi madre está técnicamente sola en casa y extraño a mi papá...

—El superhéroe de tu vida— Interrumpe.

—El superhéroe de mi vida— Repito.

—Entonces Rebecca Black, ha sido un gusto conocerte— Extiende su mano hacia mí y yo la tomo formando un apretón, Fernando me abraza y yo se lo correspondo, lo voy a extrañar demasiado —Si llegas a ver a Francisco hazle saber a esa perra que lo estoy buscando— Reímos y él se va y yo prosigo con lo que anteriormente estaba haciendo.

* * * * * * * * * *

Eran las dos de la tarde y no había visto a Francisco en todo lo que iba del día, quería pedirle que me ayude a apilar las cajas en un lugar de la habitación en donde no se noten y no me toque dar explicaciones como me tocó con Fernando, aparte quería pasar el día con él.

Aún no somos una pareja oficial, sólo somos amigos de los que pasan el rato juntos, se besan, pasean, se besan, ven películas y se besan, ya saben, de esos mitad amigos mitad enamorados que hoy en día son tan comunes y tan tiernos, al menos para mí eso es tierno.

Somos una ternura.

Lo busqué en la sala, en el salón de juegos, la cocina, la piscina y nada, frustrada subo hacia su habitación y entro sin importarme el encontrarlo desnudo, vistiéndose o en cualquier acto, sin embargo yo me llevé la gran sorpresa al encontrar su habitación vacía.

Apostando mi virginidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora