#9 Indeseable

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—Becca, Becca, ¡Mierda Becca despierta!— Me levante exaltada al escuchar el grito que supongo que fue de Aurora y luego caí al suelo.

—Sabes, hay maneras más lindas de despertar a una persona, ¡Mas aún si tiene vendado un maldito pie!— Mencioné mientras sobaba mi pie, me había medio matado gracias a su linda manera de despertarme.

Por favor, hágase notorio mi sarcasmo.

Eran las 16h30 pm y Aurora al parecer tenia quince minutos intentando despertarme, realmente tenia pesado el sueño, mas aun con todo el llanto derramado por las escenas sexuales entre Francisco y Amelia.

—Haber cuénteme lo que sus ojos vieron el día de ayer con lujo de detalles— Mi mejor amiga tomó asiento en mi cama y yo seguía tirada en el suelo —¿No piensas levantarte?— Me preguntó.

—Estoy esperando a que tu buen corazón me ayude— Contesté intentando no sonar grosera.

—Hablando la gente entiende— Miré mal a mi mejor amiga, ella rió y luego se agachó extendiéndome su mano para poderme levantar —Ahora sí pequeña pelirroja, cuénteme sus penas.

Y así fue como Rebecca Marie Black terminó llorando por un hombre y su conquista en brazos de su mejor amiga, Aurora Leah Green.

Me sentí liberada y escuchada, Aurora tenía ese toque mágico de confianza y bondad el cual te hace sentir bien y no te daba pena contarle tus más oscuros secretos.

Además, te escuchaba sin decir nada , te miraba atentamente y sin criticarte, ella siempre decía que somos libres de cometer cuantos errores se puedan hacer, pero que esos errores solo se los debía cometer una sola vez ya que las siguientes veces era pura necedad y ganas de hacer el problema más grande.

Por eso decía que no se enamoraba, no quería en el mismo cuento dos veces, dice que con una sola vez ya había cogido escarmiento y eso para ella era suficiente.

—Becca debes comprender que hay cosas que una no puede prevenir o evitar, aunque aún no entiendo como es que terminaste gustando de ese cretino pero ese es un punto aparte— Mi cabeza descansaba en sus piernas y sus manos acariciaban delicadamente mi cabellera roja —El punto es que tu curiosidad te llevó a este dilema y no se que más decirte porque es increíble que tu mente curiosa haya de alguna manera logrado que tu vieras escenas sexuales.

—Técnicamente pornografía— Dije sorbiendo mis fluidos nasales —No puedo creer que mis ojos no sean vírgenes.

—No puedo creer que hayas terminado de mirona en un momento de entrega profunda— Dijo Aurora aún con sus manos en mi cabellera —No dejes que esa escena fuerte acabe contigo, lo que pasó ya no lo puedes cambiar pero si puedes demostrar que eso no te puede derrumbar, tú eres aún más fuerte que esa vivencia que has tenido, ¿de acuerdo?

—De acuerdo— Respondí levantándome de las piernas de mi mejor amiga y la abracé, Aurora besó mi mejilla y secó mis lágrimas.

La visita de Aurora me mejoró lo que restaba del día, estuvimos riendo y conversando riendo muchísimo.

Me estuvo contando de su última aventura con un universitario. A este chico lo conoció en una fiesta a la que fue invitada y que para colmo se encontró con mi hermana Marina, él al parecer le fue muy claro en decirle que no quería nada serio con ella, sólo pasar el momento porque la vio muy buena y en fin, Aurora resultó más astuta y se terminó llevando el premio más gordo, ella terminó llevándolo a la cama, saciando sus ganas mientras que él quería un reprise. Aurora lo dejo con ganas de más y él lamía el camino por el cual ella iba para así poderla convencer de tener un reencuentro.

Nunca entendí esa fascinación de mi mejor amiga en tener relaciones sexuales con casi todo lo que tenga piernas largas y fuertes más un pene de por medio. Eso sí, era muy selectiva al momento de tener un coito y muy preventiva, podrán ser muy grandes las ganas pero si no había protección por ningún lado, pues las ganas le valían una mierda y se las aguantaba hasta la siguiente ocasión.

Apostando mi virginidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora