Jasmine, 16 años.
Estaba rumbo a la casa de Rafael, vivía a 10 calles de la mía así que decidí que caminar era la mejor opción.
Ya el sol se estaba poniendo, eran cerca de las siete. Teníamos ya 18 meses de relación y estábamos mucho tiempo juntos, el iba a mi casa o yo iba a la de él.
Y hoy me toco así.
Llegué a su cuadra y divisé que las luces de la casa estaban apagadas, ¿Será que no está? Me pregunté a mí misma.
Se me hacía extraño porque cuando le avisé que iría dijo que no estaba haciendo nada así que no había problema si lo visitaba.
Llegué al umbral de su vivienda y abrí la puerta, ya sabía que él jamás le ponia seuro a la puerta cuando avisaba que iría. Entré como si de mi propia casa se tratara y noté un silencio tenebroso.
-Rafael- Lo empecé a llamar pero ho recibí respuesta.
Decidí subir las escaleras y revisar su habitación.
Estando en la segunda planta empiezo a escuchar sonidos, a medida que voy avanzando logro reconocer los sonidos.
Son gemidos provenientes de alguna habitación.
No creo que sean de la habitación de la Sra. Hamilton porque ella no es de andar pregonando su vida sexual de tal manera.
Sigo caminando y llego a la habitación de Rafael.
Los gemidos son de aquí, del dormitorio de mi enamorado, siento que algo se rompe dentro de mí, decido respirar hondo y mentalizarme en que son ideas mías, que yo soy la loca y seguramente está viendo pornografía.
Giro el pomo de la puerta y todas mis mentalizaciones se van a la mierda cuando la realidad me golpea con una sartén.
Mi novio realmente me estaba engañando con lo que sea que esté en su cama.
-Rafael- Digo en un susurro.
Él me observa atónito, sus ojos verdes expresan sorpresa y culpa, la mojigata que ensucia la cama de mi enamorado me mira con rostro triunfante.
-¿Por qué debias llegar? ¡Nos estábamos divirtiendo! ¿Verdad mi amor?- Dijo la desconocida dándole besos en el cuello, yo me derrumbaba por dentro.
No iba a llorar ahí, no ahora que es cuando más fuerte tengo que ser, sólo es un enamorado, una pareja, no es el fin del mundo, tendré muchas parejas más
-Mierda Geraldine no jodas- Escupe Rafael sacándose los brazos de ella de encima -Jasmine, yo lo puedo explicar.
-No, por favor, reserva la saliva para un mejor uso, yo me retiro y lo nuestro aquí acaba- Dije cerrando con fuerza la puerta del dormitorio.
Corrí por aquellos pasillos que los había recorrido infinitas veces, bajé aquellas escaleras que habían presenciado demasiados besos y caricias, momentos pequeños de felicidad. Finalmente, salí por aquella puerta que tantas veces me había permitido pasar los mejores momentos de mi vida y ahora éste, el momento mas feo de la relación y de mi vida.
Seguí corriendo hasta el cansancio, faltaban 5 calles para llegar a mi casa, ya no podía correr, el pecho me dolía y las piernas me temblaban, me tiré al suelo y rompí en llanto, lloré como jamás pensé que lo haría, me sentía sucia y utilizada, di lo mejor de mi para que todo funcionara pero al parecer fue poco como para que se esté revolcando con Geraldine Brooks.
-¿Estás bien?- Escuché una voz masculina frente a mí, no tenía ánimos ni de hablar ni de alzar la mirada así que sólo lo negué con mi cabeza -¿Se puede saber que te hicieron?- Volvió a preguntar, ahí alcé mi mirada para poder ver quien era y responderle a su pregunta.
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Apostando mi virginidad
Teen FictionBecca, Una adolescente de 16 años es enviada a un retiro de su colegio, junto a su hermana Marina y su mejor amiga Aurora. Todo va bien hasta que en el retiro, Rafael Hamilton, organizador de todo empieza a dar la charla con un tema del desagrado de...