Francisco y Amelia terminan
El día extrañamente estaba corriendo su curso de manera normal, no se estaban suscitando accidentes, nadie gritaba con desespero ya sea en los pasillos o desde sus habitaciones y lo más común que había sucedido en el día fue ver a Andrés cayéndose ya que no amarró sus pasadores y al caminar piso uno de ellos y bueno, besó el suelo.
Divino.
Me levanté de la cama y me asomé por la ventana, vi a Marina riendo con Bruno, aún no se si son enamorados o si todavía están en la etapa de estarse cortejando, ellos son una burbuja aparte, un planeta diferente al planeta Tierra.
—Patearé el inexistente trasero de Fernando— Expresa Gracie al entrar a mi habitación hecha una furia, en lo que a mi respecta, golpeé mi cabeza contra el filo de la ventana —Está jugando conmigo ese cretino.
—Primero pide permiso al entrar— Le comunico sobando mi cabeza —Me has hecho golpear con el filo de la ventana, rubia histérica.
Gracie me mira peor de lo que ya me miraba y me muestra su dedo del medio.
—Infantil.
—Idiota— Me responde.
—Recuerda que en este instante soy la única que puede tratar a tu histeria y a tu desahogo de emociones.
—Ahora entiendo porque papá hace todo lo que quieres— Mi hermana me mira acusatoriamente y yo le muestro mi mejor sonrisa —Cierto, papá te envía saludos y dice que dejes de ser una hija ingrata.
Mierda no he llamado a mi padre, tendré que hacer algo al respecto pero no ahora, en este instante debo descubrir el motivo de la histeria de esa mujer.
—¿Annemarie a que has venido?— La llamo por su segundo nombre y ella me retuerce con la mirada, detesta ser llamada por su segundo nombre, me siento malvada.
—Obviaré tu insolencia, Marie.
Linda mi hermana.
—No hagas que te saque de mi habitación— Amenazo y ella se calma un poco, sólo un poco.
—No se en que diablos estoy con Fernando, un día me trata super bien y al siguiente soy su amiga la de las farras y rumbas, hoy lo encaré y le pregunté: ¿qué soy para ti? y respondió que soy su amiga super buena e incondicional, casi lo mato— Termina su relato.
—Y por eso has llegado como alma que se la lleva el diablo a mi habitación— Finalizo —Calma a tu ser, los hombres son así de indecisos y extraños, no todos están a tus pies mujer loca.
—Pero debería estar en mis pies, los otros idiotas que me han gustado a la semana ya eran mi pareja y al mes estaban en mi cama— Me explica algo que sé, que he vivido y que obviamente me repugna.
—Pero él no es como esos idiotas— Le respondo.
—No— Me contesta —Él es el triple de idiota, no entiende las señales— Se queja —¿Qué tengo que hacer para que me preste atención?— Le pide al cielo alzando sus brazos.
—Dejar de ser tan intensa, por ejemplo— Dice Fernando entrando a mi habitación.
En mi dormitorio se va a armar una intensa pelea y yo de intermediaria, ¿acaso no es precioso?
Siemore termino metido en los dramas, peleas y rupturas de mis hermanas, tengo ese superpoder de estar en todas sin proponérmelo, a veces es fastioso y otras veces bendigo esa pequeña parte de mí tan metiche.
Lentamente voy retirándome de la zona de guerra hasta que...
—Das un paso más y empiezo a romper cada cosa valiosa de este espacio— Mi hermana mayor amenaza, Fernando abre sus ojos por la sopresa —Estás avisada.
ESTÁS LEYENDO
Apostando mi virginidad
Teen FictionBecca, Una adolescente de 16 años es enviada a un retiro de su colegio, junto a su hermana Marina y su mejor amiga Aurora. Todo va bien hasta que en el retiro, Rafael Hamilton, organizador de todo empieza a dar la charla con un tema del desagrado de...