XXVII. Flowers

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•Luke•

Estaba solo, lo cual le había extrañado, había llegado solo, había ido a clases solo, almorzado solo, en resumen, todo su día escolar lo pasó solo. Calum no había asistido, ni siquiera le había llamado para informarle sobre su ausencia, él le llamó al moreno en varias oportunidades y en ninguna de ellas había respondido. También intento llamarle a Audrey, ella tampoco le respondió, es más, ni siquiera tenía su móvil encendido.

Estaba tendido en su cama, con las manos unidas a la altura del torzo, tenía su música de fondo, movía su pie derecho al ritmo de esta, sin darse cuenta comenzó a balbucear  la canción, empezaba con una palabra, movía los labios sin emitir sonido alguno y luego terminaba el verso.

Pensaba en la ausencia de su amigo y su (casi) novia, separó sus manos y comenzó a golpetear en su pecho como su este fuese las cuerdas de la canción que escuchaba.

El día anterior, Audrey dijo que no era día para dar un segundo paso, pero probablemente el siguiente si.

No había podido hablar ni con Audrey ni Calum, entonces aún mejor para Luke, llegaría de sorpresa, estaba decidido, era el día. Se levantó deprisa de su cama, quedando sentado a la orilla de esta, debía pensar que haría, recordó que su padre había conquistado a su madre con flores, y bueno, las flores nunca pasarían de moda.

Decidido, flores, pero, ¿Qué tipo de flores? Rosas, tulipanes, crisantemos, lirios, claveles. Cualquiera, pero las eligiría de color rosa, tal vez... Chocolates, a Audrey le gustaban los Xtremes, podría sustituir los chocolates por unos Xtremes, Peluches, le daría un AriZona, Perfumes, le regalaría una cajetilla de Marlboro mentolados.

Sonrió ante la rapidez de su planeación, se levantó tomando una sudadera de su armario, caminó a la puerta de su habitación y salió sin tan siquiera molestarse por detener el disco de All Time Low que había estado escuchando desde su llegada de la escuela. Bajó trotando las escaleras, gritó a su madre que saldría y sin esperar respuesta salió de la casa.

(...)

Había metido en una bolsa de regalo los Xtremes, los Marlboro mentolados, y el AriZona de Kiwi con Fresa, llevaba las flores rosas bajo el brazo, durante su camino de compras, había intentado volver a comunicarse con Audrey o Calum, pero como la primera vez, había fallado, no se imaginaba el porqué, pero esperaba que todo estuviese bien.

Caminó el tramo que restaba para llegar a su destino, a lo lejos, admiró que el carro de Audrey ni siquiera estaba en la calle, sólo el de la madre de la chica estaba estacionado frente a la casa, Luke frunció el ceño y una ligera preocupación le pico en el estómago. Caminó un poco más, hasta situarse frente la puerta de la casa, debido a la preocupación tocó la puerta con los nudillos con un poco más de fuerza de la que normalmente solía usar y como siempre, Reece le recibió, mas sin embargo el niño lucía triste, miraba al suelo y ni se había molestado por ver quién era la persona que tocó a su puerta.

—Hey, Reece, ¿Te pasa algo? —preguntó notando de inmediato la ausencia emocional del pequeño.

—Mi hermana. —susurró encogiéndose de hombros provocando que Luke tragara saliva pero antojandola a una piedra.

—¿Audrey esta bien? —preguntó temiendo la respuesta, el niño ni siquiera respondió, sólo negó con la cabeza y luciendo pequeño, sin un mínimo rastro de la alegría que siempre expresaba a la llegada del rubio. —¿En dónde está?

—Arriba. —el niño respondió con la voz cortada y aferrándose al torso de Luke. Él, sintió humedad en su piel, Reece estaba llorando, abrió sus manos dejando caer lo que había llevado en ellas y abrazó al niño colocándole una mano en el cabellos castaño claro.

Mordió su perforación y tiró de ella unas cuantas veces, su corazón comenzó a retorcerse con mas fuerza y sintió un escalofrío recorrerle lentamente la espalda.
Por un corto momento entró en pánico. No sabía con precisión qué hacer, sólo continuó abrazando y dando consuelo a Reece.

AriZona (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora