XLIII. Just For One Beer

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•Audrey & Luke•

—¿Quieres un poco? —preguntó Audrey mostrándole el casco de cerveza a su novio. Éste negó. —¿Seguro? Queda justo la mitad y no quiero tirarla. —explicó bajando la mirada. Luke le extendió la mano, tomó el casco, lo acercó a sus labios y de un par de tragos se terminó lo que quedaba de cerveza. —¿Tienes cambio, Luke? —habló de nuevo. Luke comenzó a tentar en los bolsillos de su pantalón, sacó unas cuantas monedas y se las entregó a la chica. —¿Vienes? —preguntó Audrey levantándose en seguida del piso.

—¿A dónde? —Luke preguntó mientras la chica dejaba la habitación. Suspiró, rodó los ojos y se levantó para seguirle.

La seguía de cerca. Audrey salió del edificio y comenzó a caminar a la izquierda.

Luke frunció el ceño pero de igual manera caminaba a poca distancia de ella. Era tarde, muy tarde para ser exactos, eran pasadas la madrugada y ninguno había dormido en lo absoluto. Partirían de regreso a Brisbane en unas cuantas horas.

La semana se les había ido como agua entre los dedos y a ambos se les notaba el pesar que eso les provocaba.

Audrey dobló en una esquina cercana al hotel, pero no caminó más, justo ahí estaba situada una pequeña cabina telefónica, la chica entró en ella si esperar a que Luke le alcanzara. Levantó la bocina y luego introdujo con cuidado las monedas en la ranura, sus delegados dedos se movieron de prisa mientras la chica movía suavemente los labios citando sin voz los números que marcaba, después llevó la bocina a su oreja y cerró los ojos.

—¿Hola? —Luke le esperaba afuera, le escuchaba claro, al final de cuentas, no había tanta privacidad en aquella cabina. —Hola, Reece. —Audrey estrujó contra su cara el teléfono y Luke sintió una fuerte puñalada en el pecho al notar las pequeñas gotas de agua salada que recorrían el fino rostro de Audrey. —¿Qué tal estás? —pronunció con voz aspera. —Nos veremos pronto, ¿Está bien? —ella abrió los ojos y más lágrimas brotaron de ellos. —¿Qué? Oh no, Reece. Jamás me olvidaría de ti, sólo necesitaba unos días para Luke y para mi, no te dejaría ir a la casa de la abuela si mi, pequeño tonto. —Audrey sonrió y después limpió su nariz con el dorso de su mano. —Claro, pon a Calum al teléfono. ¿Qué tal, imbécil? ¿Mamá ha dicho algo? —cerró los ojos con fastidio. —Vale, dile que mañana antes de irnos ya estaré ahí, por lo mientras, ayudame a empacar mis cosas, sólo es por si llego poco antes del vuelo. Bien, gracias. Los amo. —después colocó la bocina en su lugar y se quedó ahí, encorvada y mirando sin ninguna expresión la caja del teléfono.

—¿Audrey? ¿Estás bien? —Luke habló por fin.

—Si, si. Lo estoy. —Audrey sorbió por la nariz, con el cuello de su playera secó sus mejillas y el rastro ligero de lágrimas bajo sus ojos. —Sólo... —suspiró y salió de la cabina. —Regresemos al hotel, ¿Vale?

El rubio asintió y le tendió su mano, Audrey la tomó con fuerza y comenzaron a caminar de regreso al hotel.

Luke no se atrevía a decir nada, más bien, no sabía qué decir.

Una vez dentro de la habitación, Audrey se quedó ahí, a mitad de ésta mirando hacia algún punto fijo en aquel espacio, mientras tanto, Luke acomodaba las sábanas para poder dormir un poco de tiempo antes de regresar.

—Puedes acostarte ahora. —Luke sonrió satisfecho mientras daba pequeños golpecitos en el edredón invitando a Audrey a recostarse.

—Yo... —balbuceó.

—¿Estás bien? —Luke inmediatamente cambió el ceño, frunció las cejas y se irguió. —¿Cariño?

—Sólo... Luke, ¿Podrías acercarte?

Y casi antes de que Audrey terminara de formular su pregunta, Luke ya estaba plantado frente de ella esperando alguna reacción.

—¿Qué te pasa? —musitó.

En lugar de contestar, Audrey levantó el rostro y los brazos hacia Luke, le comenzó a besar suavemente mientras con sus brazos cubría el cuello del chico.
Lento y delicado, era la forma en que lo hacía, Luke le abrazó las caderas y la atrajo más a su cuerpo, sin parar los besos que con gusto recibía.

—Te amo tanto. —Audrey murmuró al momento en que se alejó un poco de Luke para tomar un pequeño jadeo de aire.

Inconscientemente, en lugar de responder, Luke le besó con más intensidad, Audrey lentamente dejó el cuello del chico para comenzar a bajar delicadamente sus manos por el pecho de él, al llegar a las orillas de la playera de Luke, introdujo las manos para darse el gusto de tocar un poco de la piel tibia del muchacho y así, emprender el camino de regreso a su cuello. Luke se alejó un poco de Audrey al sentir sus delicadas manos de nuevo en aquella parte sensible detrás de su cabeza. Casi derrotado, jadeó y en un movimiento rápido se deshizo de la playera arrojándola en algún lugar de la habitación.
Y la miró, la miró de forma dominante, sus pupilas ahora estaban completamente dilatadas, sus ojos habían tomado un color grisáceo. Por un corto momento, la rubia pensó que él se iría a la cama haciendo como que nada iba a pasar y al amanecer volverían a Brisbane, pero Luke le alejó de prisa aquel pensamiento y regresó a ella para besarle los labios con más intensidad.

Entre besos, caricias, roces y varios suspiros ambos quedaron sin prenda alguna. Con torpes pasos Audrey tiraba de Luke hacia la cama que hacia poco había sido arreglada. El rubio, a pesar de la ya comprometedora situación, tocaba a la chica con cuidado y sutileza, casi pidiéndole autorización para acariciarle algunas partes.
La rubia tiró de él, logrando quedar acostados uno sobre otro, ella enredó sus piernas alrededor de la cadera del chico. De forma tímida, Luke tocó una ligera parte de los pechos de la chica para así tomarle de la cintura. Justo ahí, ambos pararon y se miraron entre sí, así como si analizaran lo que estaba sucediendo y posiblemente sucedería.

—Está bien. —habló Audrey mirando a Luke con ternura y una mediana porción de deseo. —Así está bien. —levantó un poco su cara para volver a besar al chico.

—No quiero obligarte. —musitó el rubio mirándola expectante.

—Es más una necesidad. —carcajeó levemente en respuesta. —Te amo más que a nada, Luke. Y también quiero ser tuya de la misma manera.

Y formaron uno sólo, con una ternura indescriptible Luke se hundió en ella, con cuidado, con amor y con pasión contenida.

AriZona (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora