AriZona (Luke Hemmings)

XLVIII. Goodbye

•Luke•  

Audrey se incorporó hasta lograr quedar sentada de manera correcta, mientras tanto Luke aún seguía sentado de lado intentando asimilar como había sido posible que el tiempo se le haya escapado entre los dedos. Torpemente buscó su brazo izquierdo y se propició un pellizco en la zona sensible que hay sobre la piel del codo, esto porque aún tenía la inocente esperanza que eso no fuera mas que sólo una terrible y escabrosa pesadilla; frunció levemente el ceño a causa del pequeño dolor que él mismo se había provocado.

—Bueno, vamos. —Luke le sonrió a su novia intentando ser aunque fuese un poco reconfortante hacia la situación que ambos estaban sufriendo.

—Vamos. —musitó la rubia tomando la palanca de su maleta y jalando de ella mientras Luke rápidamente le seguía el paso y tomaba su mano y entrelazaba sus dedos con los de Audrey.

Calum, Thereza y Reece caminaban adelante de ellos con mucha ventaja en sus pasos. Mientras tanto Luke dibujaba círculos en los nudillos de Audrey, aun intentando ser reconfortante. Una vez cerca del área de revisión, Luke sabía que no podía seguir mas lejos con ella por mas que lo quisiera, prácticamente era el momento de decir adiós. Ambos suspiraron a unisono y se giraron de la misma manera hasta quedar frente del otro.

—Supongo que ya es hora. —el rubio soltó una pequeña risa nerviosa mientras unía su mano libre con la de Audrey. Ella asintió. Los ojos de Luke comenzaron a picar así como su nariz, sin embargo haría todo lo posible por no llorar, le debía una enorme fortaleza a Audrey, tenía que ayudarla teniendo una posición fuerte pero aun respetando su tristeza al respecto.

—Te extrañaré demasiado. —Audrey admitió mientras sorbía por la nariz y reía de la misma manera que Luke.

—Yo a ti también. —mientras tanto la fila seguía avanzando y el tiempo disponible se continuaba agotando. Avanzaron hasta que sólo faltaba una pareja de ser revisada para que les tocara a ellos.

—Bueno, hermano. —interrumpió Calum haciendo que los rubios se separaran un poco. —Fue un honor haberte considerado un amigo. —le estiró su mano derecha y se despidió de Luke con un abrazo y un par de golpes en la espalda. Audrey pensó que sería mas fácil sin ellos pudiesen sólo despedirse de esa manera. —Hasta luego, Luke. —el moreno sonrió de lado y luego les dio la espalda para permitir que los guardias revisaran sus pertenencias.

—Adiós, Luke. —Reece habló esta vez mientras se estiraba un poco para abrazar a Luke por el torso.

—Hasta luego, Reece. —Luke le sonrió al niño y le dio un apretón en el hombro.

Al último se acercó Thereza con una gran sonrisa en sus labios y sus ojos achinados.

—Muchas gracias, cariño. —se acercó un poco mas al rubio y lo abrazó con ganas, luego se giró hacia su hija.—Anda, Audrey. Es hora.—suspiró y estiró su mano hasta tomar la de su hija y le dio un apretón con el que intento de empatizar con la rubia.

Volvieron a la posición anterior con sus manos unidas e inmediatamente se abrazaron con fuerza. Ni siquiera sabía cual podría ser la manera mas correcta o sencilla de la que podían decir adiós. Nunca nadie dijo que ese tipo de situaciones iban a ser fáciles.

—Adiós, Luke. —musitó Audrey aun envuelta en los cálidos brazos de su novio.

—Adiós, Audrey. —besó la frente de Audrey y la soltó. Ella se acercó de nuevo a él para besarle por última vez los labios.

—Te amo. —finalizó para tomar su maleta, caminar un poco y cargarla para dejarla sobre la mesa de revisión.

—Y yo a ti. —susurró mas para sí mismo que con la intención de que Audrey le escuchara. Observó que Audrey pasaba por el detector de metales y después un guardia pasaba sus manos a tientas por su cuerpo como revisión habitual, luego otro de los guardias le entregó su maleta. Audrey giró hacia Luke, le sonrió de lado y levantó despacio su mano libre para moverla de lado a lado lentamente y con los dedos un poco doblados. Luke le devolvió el gesto y cuando ella se giró para caminar hacia su familia, fue hasta cuando él se permitió liberar las pequeñas lágrimas que tanto le habían molestado en los ojos. A la distancia alcanzó a ver cuando la familia Brisebois entraba por la puerta para abordar. Eran los últimos en entrar y Luke se quedó ahí de pie hasta que una azafata cerró la puerta, limpió sus ojos y se resignó a regresar al estacionamiento. Localizó la camioneta color azul de su padre y se acercó despacio, se sentía desorientado, los ojos le ardían y aun sentía sus mejillas humedecerse por las lágrimas que brotaban sin parar de sus ojos. Cuando subió a la camioneta, arrojó las llaves hacia el asiento del copiloto y con fuerza en ambas manos golpeó el volante una y otra y otra vez, con tanta fuerza que los costados de sus manos estaban enrojecidos y ardían. Gritaba con desesperación, no tan fuerte como para ser escuchado fuera del auto pero si lo suficiente como para sacar su coraje, una vez que se detuvo, tomó el volante con fuerza y respiraba por la boca mientras intentaba tranquilizarse y su mirada la sentía perdida. Intentó recuperar la cordura, sorbió por la nariz, talló sus ojos con el cuello de su playera y respiró hondo mientras cerraba los ojos. Suavizó un poco el agarre al volante, aclaró su mente y se giró hacia el asiento del copiloto en busca de las llaves que al entrar había arrojado y se llevó la sorpresa de que Audrey había olvidado sus cigarrillos sobre el asiento; con la mano temblándole un poco los tomó con cuidado, como si la cajetilla fuera lo mas delicado que había podido tener entre sus manos. Con el pulgar acarició el plástico que aun cubría la parte de abajo de la cajetilla, la abrió y sacó de ella un cigarrillo, lo acercó a su nariz, cerró los ojos e inhaló suavemente, extrañamente, olían al perfume que Audrey usaba en combinación perfecta con el tabaco, por un momento sintió que Audrey lo había hecho apropósito para él. No permitió que el gesto lo volviera a alterar, tomó las llaves, encendió el auto y espero que este se calentara un poco para después poder arrancarlo.