XXXVI. Cemetery

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•Audrey•

—¿Y Luke? —preguntó el moreno mientras caminaba y se balanceaba de un lado a otro y hacía sonar las cosas de limpieza que llevaba en una cubeta.

—Se fue con sus padres a los Jardines Botánicos de Royal y luego a la Iglesia de Santa María. —canturreó la chica el último lugar y Calum sonreía.

—¿Cuándo pensabas decirme que se casarían?

—Tonto. —masculló. —Sus padres son los padrinos para la boda de su prima, pero Liz quería que Luke ayudara a escoger las flores para luego buscarlas y comprarlas.

—¡Te ha cambiado por unas flores! —exclamó burlón deteniéndose y bajando la cubeta que llevaba en las manos.

—Me ofreció ir con él, pero quería venir contigo. —le sonrió.

—Y acompañarme en mi dolor. —el chico suspiró, se arrodilló y comenzó a sacar el contenido de la cubeta que había estado cargando.

—¿En serio planeas lavar con agua embotellada? —preguntó ella intentando cambiar el tema.

—¿Creías que tantas botellas de agua dentro de mi mochila eran para nosotros? —ella torció los labios. —Mis padres se merecen lo mejor. —sonrió con tristeza colocándose unos guantes y empezando a arrancar las hierbas que crecían a los costados de la lápida.

(...)

—Siento que en cualquier momento llegará alguien a decirnos algo como “Largo de aquí, profanadores de tumbas.” —Calum se atragantó y sonrió.

—Ve esto desde un buen punto de vista.

—¿Cual es ese punto bueno?

—Esto es, un almuerzo con los padres de tu mejor amigo. —avisó ofreciéndole un cartón pequeño de jugo.

—Tétrico almuerzo. —ella recibió el jugo y tomó un sándwich nuevo de la mochila que llevaban.

Calum no respondió, sólo siguió masticando y bebiendo jugo, miraba fijo a la lápida blanca donde los nombres de sus padres estaban grabados, el material blanco ya estaba picado y manchado levemente siendo opacado pero sin perder su color blanco original.

—Calum. —Audrey le llamó por tercera vez siendo escuchada hasta esta última. Calum le miró.

—¿Mande? —respondió y después carraspeó.

—¿Les extrañas? —él se mordió los labios y sorbió por la nariz.

—Si, si lo hago. —admitió mirandó a la inscripción y acariciándola con cariño. —Era un niño pequeño cuando todo pasó, no tengo tantos recuerdos de mi vida con ellos... Sólo lo hago.

—Anda, limpiemos y arreglemos, ellos se merecen lo mejor. —el chico asintió y pasó el torso de su mano por la nariz.

—Vale. —se levantó y comenzó a retirar la basura de lo que habían comido.

(...)

—Se ve bien. —la chica sonrió con orgullo llevando sus manos en puño a su cintura.

—Lo mejor. —Calum asintió derramándo el contenido de una última botella de agua en uno de los floreros de mármol.

Ambos jóvenes suspiraron conformes con su trabajo y tomaron lo que correspondientemente habían llevado al llegar.

(...)

Audrey cerró de un fuerte portazo la puerta de la cajuela y subió a su auto del lado del conductor.

—Quiero manejar. —avisó Calum formando un puchero.

—Felicidades. —asintió la chica sonriéndole ampliamente, el moreno rodó los ojos.

—Algún día, cuando tenga mi familia, me compraré el auto que a mi más me guste y todos se van a joder porque sólo yo lo voy a manejar.

—No te deseo mal, pero ojalá y nunca te compres ese auto. —el chico hizó un puchero.

—Bueno, ¿Puedo querer un perrito?

—Pero tiran pelo, cagan en todos lados, lloran en las noches cuando no te ven, son mucha responsabilidad.

—Se llamará Calum Jr.

—Mejor Little Asian.

—Si, suena bien, Little... ¡Hey! —Audrey soltó una carcajada.

—¿Qué opinas, de un gato?

—¿UN GATO? Audrey, ¿Estás loca? Yo odio a los gatos, me dan miedo.

—¿Miedo? Son muy lindos.

—Ew.

AriZona (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora