XL. Victoria

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•Audrey & Luke•

Aparcaron entrada la tarde entre hierbas cercanas al terreno arenoso, bajaron y se estiraron por unos cuantos minutos.

—No tengo traje de baño. —avisó la chica haciendo tronar su espalada.

—Ni yo. —respondió el rubio bajando su mochila de la cajuela. —Podemos sólo mojarnos esta ropa, aún traemos dos mudas.

—¿Estas loco? No pienso mojar mi ropa y después arriesgarme a que se decolore, mejor caminaré desnuda por el lugar. —colocó sus manos a la cadera y miró orgullosa el lugar en el que estaban. Mientras tanto Luke la miraba con los labios entre abiertos, los ojos de un color gris obscuro y su mochila casi en el hombro. Le había provocado, Luke podría tener una apariencia de niño inocente pero realmente no lo era, en ese momento miraba de la manera más lujuriosa posible a la chica que permanecía frente de él, indecentemente, se dió el placer de imaginarle tal y cómo había dicho; desnuda. Agitó su cabeza, obviamente sin alejar aquel pensamiento "impropio" de su mente, relamió sus labios mientras cerraba la puerta.

—Si, bueno, me daré el lujo de ser él único en verte desnuda. —casi amenazó.

—Eso me suena a insinuación, ¿Me equivoco?

—Puedes verlo como quieras, pero ese lujo será únicamente espectado por mi. —alzó sus hombros y se encaminó a las pequeñas casas frente al mar. Audrey sólo le siguió de cerca, riendo fuertemente por dentro.

(...)

No hubo nada de desnudos, Luke únicamente se deshizo de su camisa y Audrey corría de aquí para allá con la camisa de Luke. Audrey parecía una niña pequeña quien apenas había conocido el mar, brincaba cada que una ola se le acercaba, chapoteaba, hasta bailaba salpicando arena con las puntas de sus pies, sa acercaba a la orilla y enterraba sus piernas en la arena lo más que podía para que el agua que se acercara lograra tocarle los muslos, sacudia la cabeza cerca de Luke mojandole con las puntas húmedas del cabello y Luke sólo permanecía mirandola y disfrutando de ella, nunca le había visto así.

Pocos minutos después, la rubia tomó asiento a lado de Luke, éste le rodeó los hombros con su brazo y la hizo recargar la cabeza en su hombro.

—¿Al fin te cansaste? —preguntó acercando sus labios a las mejillas humedecidad de Audrey.

—No. Quería ver la puesta de sol. —respondió abrazando sus piernas y acomodando mejor su cabeza entre el cuello de Luke. —Hace años que no la veo, la última vez que la ví Reece aún no nacía. —suspiró. —Mamá solía trabajar mientras papá cuidaba de mi, Calum aun no estaba en la familia. —en el tiempo de conocerla y de pareja, Luke nunca la había escuchado hablar sobre su padre, siempre se limitaba a pensar que Thereza fue madre soltera. —En mi cumpleaños siete, papá me llevó a Mission, un año mas tarde nació Reece, luego él se fue. —rió de forma nerviosa. —Literalmente nunca volví a la playa, suena extraño considerando que si vives en Australia debes ir a playas casi diario, no me traía malos recuerdos cómo a muchas personas, es sólo que no disfrutaba mi estadía entre el arena y el mar cómo la primera vez, tomando en cuenta que me gusta mas estar sola la mayoría del tiempo.

—¿Y yo?

—Tú eres otro asunto. —río nuevamente y después dándole un beso en la mejilla al chico. —Un mejor asunto.

—Pienso en una mejora a mi plan romántico.

—Escucho.

—¿Y si nos quedamos tirados aquí hasta a que atardezca, también puede que nos quedemos dormidos contando las estrellas ó en el peor de los casos, moriremos ahogados por alguna ola gigante.

—Me agrada la idea, aún más por la parte de morir ahogados por una gran ola, pero lamento arruinarla al decir que si nos quedamos aquí tirados, moriremos de una forma un tanto más desagradable, de hipotermia. En la noche hay cangrejos y el mar ésta demasiado picado, moririamos ahogados y pellizcados apenas comenzada la madrugada.

—Mierda.

—Además, tengo hambre. —sonrió haciendo que la perforación de su pómulo se moviera un poco.

—Podríamos viajar una hora más a lo mucho para encontrar algún restaurante en media carretera. —el rubio se encogió levemente de hombros, como si en lugar de proponer preguntara.

—Me agrada.

Tomaron las pocas pertenencias que habían bajado de la camioneta y volvieron a ella. Luke arrancó mientras Audrey miraba con tristeza el mar que poco a poco dejaban atrás.

(...)

Lo único que pudieron encontrar fue un paradero de trailers, con baños públicos y asquerosos sandwiches viejos de una máquina expendedora. No quedaba mas que aceptar aquello y esperar al siguiente día y continuar.

(...)

Irónicamente, habrían cometido "vandalismo". Esto debido a que Luke estaba que se orinaba en plena madrugada, pero era lo suficientemente pudoroso como para no querer sacarse el pene a espaldas de su novia. Aunque prácticamente no contaba como vandalismo el que entraran a un sanitario abierto por descuido. Al volver a la cajuela de la camioneta, Luke cayó dormido de nuevo, como si nunca se hubiese despertado, mientras tanto, Audrey encendía unos cigarrillos mentolados que había logrado conseguir en la máquina expendedora de sandwiches añejos. Pensaba en lo que los nervios del día anterior no le habían permitido, pensaba en lo que había dejado, el pecho le oprimía al pensarlo, a pesar de que no dejaba nada permanentemente le remordía la conciencia plantar preocupación entre ciertas personas. Entre cerró los ojos dando otra calada al cigarrillo y expulsando el humo por la nariz. Sacó su celular, rogando porque aún tuviera algo de batería y afortunadamente sí. Lo desbloqueó pasando su delgado dedo por la pantalla y entró a sus contactos. El número al que planeaba llamar estaba en primer lugar en el listados, oprimió la opción de llamar y llevó el aparato a su oído mientras esperaba que la llamada lograra realizarse.

—Diga.

—Hola. —después de saludar no pudo evitar sonreír por aquella somnolienta voz al otro lado de la línea.

—Eres una estúpida. —soltó una pequeña carcajada. —Te estoy odiando como no tienes una idea.

—Claro, yo también te amo.

—¿Donde están? —se escuchó un bostezo.

—¿Están? ¿Qué te hace pensar que estoy con alguien? Soy Audrey Brisebois, puedo estar sola en algún lugar recóndito del mundo en plena madrugada.

—No me creas tan idiota, los padres de Luke llamaron avisando que su pequeño Lukey había huido de casa con las llaves del auto de su padre y más a parte a ti se te ocurre desaparecer en el casi mismo momento. Claro, estás sola. —la rubia mordió su labio absteniendo el reír.

—Vale, te seré franca, no tengo ni puta idea de donde estoy. —respondió. —Estoy en un paradero de trailers, supongo que casi por llegar a Melbourne.

—¿MELBOURNE? Audrey... ¿Están locos? Eso es a... No sé cuántas putas horas de Brisbane.

—Dieciocho horas sin contar el tráfico. —suspiró.

—Ustedes si que son unos estúpidos, estúpidos con 'e' mayúscula y signos de exclamación.

—Gracias. —el chico suspiró con fuerza.

—¿Por qué no contestabas mis llamadas?

—Estaba nerviosa.

—Y yo preocupado, de hecho sigo igual. Carajo, eres muy estúpida.

—Lo sé. —respondió. —Nos vemos pasada la semana, llegaré horas antes de tomar el vuelo, te amo, Calum.

—Y yo a ti, usen protección.

Y colgó.

AriZona (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora