XIII. Pink Hair

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•Luke & Audrey•

El rubio caminaba cabizbajo con los auriculares en sus oídos con el volumen demasiado alto, iba camino a la casa de Audrey, la noche anterior al regresar a casa, su madre había estado durmiendo y afortunadamente, por la mañana al hablar con Luke le había creído que había llegado a las nueve, cuando realmente llegó a la 1 a.m.

Se preguntaba que era lo que Audrey le quería decir en la madrugada, seguro nada importante, la chica estaba no precisamente en sus cinco sentidos.

En su camino, pasó frente de una tienda/farmacia, torció los labios y pensó en la ligera posibilidad de que a las tres de la tarde, Audrey podía tener resaca aún. Entró toqueteando sus bolsillos asegurándose de llevar su cartera y una que otra moneda. Se acercó al mostrador con la intención de pedir al chico encargado una caja de ibuprofeno.

—Buenas... Tardes. —saludó introduciendo su mano en el bolsillo trasero de su pantalón.

—¿En qué puedo ayudarte? —preguntó el encargado mirando la pantalla de su monitor.

—¿Tienes ibu... ¿Qué es eso? —señalo un pequeño estuche transparente con espacios rellenos de algo de colores brillantes.

—¿Qué? —el encargado alejó su vista del monitor. —¿Esto? —tomó la caja transparente que Luke había visto. El rubio asintió. —Es una caja de dulces, las vendemos para que los niños crean que son medicinas. Happy Pills.

—¿Cuánto cuestan? —preguntó el rubio sacando su cartera.

(...)

Se encontraba esperando que le abrieran la puerta, había escuchado a Calum gritar que en un momento abriría la puerta, al haber escuchado la perilla crujir, apretó las asas de la bolsa entre sus nudillos.

—Luke. —saludó Calum con voz ronca y el cabello desordenado.

—¿Estabas dormido aún? —se burló el rubio.

—Tengo resaca. ¿Qué esperabas? —se excusó.

—¿Y Audrey? —preguntó.

—Arriba, muy seguramente dormida, ¿Qué traes ahí? —señaló la bolsa que cargaba el recién llegado.

—Medicina.

—Ni sueñes con que se tomará algún medicamento, ni loca lo haría.

—Sé que lo tomará. —Calum sedió alzando los hombros y entró en la cocina. —Esto es para ti. —al pasar frente a la cocina sacó la caja de ibuprofeno que a final de cuentas si había comprado y se la lanzó a Calum.

Subió trotando las escaleras, tocó exactamente dos veces la puerta y luego abrió sin esperar autorización.

—¿Audrey? —la cama de la chica estaba perfectamente tendida.

—¡Aquí! —exclamó desde el baño.

—¿Puedo entrar? —preguntó acercándose lentamente al cuarto de baño.

—Claro. —Luke dudó un poco pero finalmente entró.

—Me gustaba más el azul. —afirmó recargándose en el marco de la puerta del baño.

—¿Si? Yo quería probar colores pasteles, entonces ¿Este no te gusta?

—¿Recuerdas lo que te dije anoche en el auto?

—¿Cuando te dije que no estaba tan borracha? —el rubio asintió y ella sonrió. —Si. Dijiste que te fascinaba.

—Eso seguirá valiendo aunque te quedes calva.

—Muy romántico rubio.

—Soy un romántico empedernido.

—¿Esto es una clase de cortejo por tu parte?

—Pueder que si, puede que no, ¿Lo estás tomando como cortejo?

—Si. —ella enredó su cabello chorreante rosa pastel en una toalla blanca que de inmediato se manchó de rosa.

—Entonces si. Es un cortejo de mi parte, ¿Estás sucumbiendo a mi cortejo?

—No. —respondió restregando la toalla contra su cabello y luego salió del baño.

—Oh.

—Bueno, un poco. —le guiño el ojo y Luke se sonrojó levemente.

—Sigues fascinandome a pesar de tu crueldad.

—Tú me fascinas un poco Luke. —respondió sentándose en la orilla de su cama con una sonrisa que marcaba sus hoyuelos.

AriZona (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora