XLII. Sign

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•Audrey & Luke•

El rubio mordía y jalaba su perforación en el labio mientras que con su mano derecha hacía temblar el bolígrafo azul que sostenía con sus dedos.

—No estoy del todo seguro de esto. —afirmó con la mano izquierda temblandole peligrosamente y haciendo tronar la hoja de papel mantequilla arrugada que con ella sostenía.

—Sólo haz tu firma ahí, hijo. —indicó el hombre junto a ellos en tono cansado e irritante.

—Audrey, yo... —habló el rubio mirando fijamente los ojos azules de la chica. —Realmente no estoy del todo seguro de querer hacer esto. —y lo decía en serio. Audrey miró de reojo al hombre robusto que aún seguía esperando a Luke.

—Disculpe, ¿Podría darnos un momento, por favor?

—Por supuesto. —el hombre bufó y salió del pequeño cubículo y se detuvo en el mostrador.

—Escucha esto...

—No, no quiero hacerlo. Tú realmente no estás segura de esto. Es sólo un capricho adolescente. Audrey, sé que probablemente te arrepentirás más tarde, puede que ni siquiera sea yo tan relevante en tu vida como para que desees llevar algo mío en tu muñeca por el resto de ella. Dime, te irás en menos de una semana, formarás una nueva vida en Carolina, ¿Y yo? Me quedaré y probablemente tú me olvidarás, nada es seguro con nosotros. Existe la posibilidad de que tú encuentres a alguien que vaya de acuerdo a tu personalidad, yo no. Soy todo lo contrario a ti, soy tímido, gobernable, incluso ingenuo, no entiendo ni siquiera que es lo que te sigue atando a mi, bien podrías irte sin haberme dicho nada y yo...

—Luke, cierra tu jodida boca. —la rubia cerró los ojos con fastidio y llevó los dedos de sus manos a sus sienes. —Escuchame bien. —Audrey bajó sus manos de los laterales de su cabeza y con una de ellas tomó la barbilla de Luke con delicadeza y le obligó a mirarle a los ojos, Luke quedó impresionado al mirarla fijo. Los ojos de la chica habían tomado un color gris obscuro, profundo. Ella continuó. —¿En serio crees eso o simplemente estás lo suficientemente nervioso como para pensar semejantes tonterias? —Luke balbuceó. —Dime tú, con la personalidad que según tú, yo tengo, ¿No crees que si quisiera alejarme de ti o no me importaras en lo mas mínimo habría aceptado ser tu novia? Realmente te quiero, Luke. Es por eso que quiero esto, no es un capricho, ¿Y qué si conozco a alguien en Carolina? Tú harás lo mismo; para mí sería un orgullo que me preguntaran por lo que está dibujado en mi muñeca y responder que es la firma del chico que me enamoró porque le gusta el mismo sabor de bebida que a mi. Vamos Luke, me gustas tanto que busco la manera de llevarte conmigo siempre. No me quites ese gusto, por favor. —suplicó aún mirándole a los ojos.

Luke apretó los labios, tomó con firmeza el papel mantequilla y lo apoyó en su rodilla, se inclinó y con un fino trazo dibujó su firma. Audrey le hizo una seña al hombre que había estado con ellos hacia un momento, el hombre se acercó y miró a la chica con el ceño fruncido.

—¿Podría comenzar a hacer esto en mi muñeca? —el hombre asintió, suspiró y para rematar, sonrió ampliamente, tomó asiento, sostuvo la máquina tatuadora con tinta azul en su punta y comenzó su trabajo.

(...)

—¿Por qué en la derecha? —habló el chico mirando a Audrey sostener una bebida fría sobre su muñeca. La rubia sonrió.

—Fácil, es una zona visible, quiero recordarte siempre, con cada cosa que yo haga te veré, estarás siempre presente.

—Sabes, ahora yo me siento como un estúpido.

—¿Por qué?

—Tú te tatuaste mi estúpida firma, me llevarás por siempre en tu piel y, ¿Yo qué? No hice absolutamente nada para recordarte.

—Tú eres más curioso que yo, sé que no me olvidarás, yo tampoco y no necesitaba un tatuaje para no hacerlo, pero simplemente quería presumirte más que con simples palabras. Además, tú puedes decir que ese piercing te lo dejaste porque te dije que te veías cool. —Luke sonrió ante aquel recuerdo, en ese entonces ni siquiera eran novios, no había ni augurios de que llegaran a serlo.

—Audrey.

—¿Si?

—Te amo. —la chica sonrió arrugando las comisuras de sus labios y ojos.

—Y yo a ti también.

Luke pasó su mano derecha por la izquierda de Audrey, sintió una pequeña carga eléctrica recorrerle con velocidad por el cuerpo. Lo que sentía por ella era más que sincero. Como aquellos amores del jardín de infantes, que eras tan inocente para decir un te quiero real, sin necesidad de fingir lo que no se siente. Luke lo sentía, sentía un amor inmenso hacia la chica a su lado, sabía que era correspondido cuando la miraba a los ojos, cuando los ojos de Audrey se convertían en color turquesa cuando le respondía los —Te amo. Luke se sentía un niño pequeño, fiel e inocente hablando del amor, le quería tanto que no podía imaginarse lo ya vívido sin ella.

—Seguiremos en contacto a pesar de la distancia, ¿Verdad? —el rostro de Audrey palideció al término de la oración. Giró la cabeza y miró fijo al rubio.

—Por supuesto que si. —afirmó en un tono dulce, como quién le habla a un niño pequeño. —Hablaremos a diario. —Luke asintió con la cabeza en señal de acuerdo, sin embargo no estaba seguro del tono de la chica. Simplemente evadió el pensamiento, se acercó a Audrey y le plantó un beso en la coronilla, Audrey sonrió y se giró para besarle en los labios.

AriZona (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora