Han pasado dos días desde que acepté el trabajo de niñera en casa de Leo y no sé todavía si hice bien o no. Mi padre está contento, pero dice que si eso va a alejarme de los estudios, que lo deje. Quiero que se sienta orgulloso de mí, así que conseguiré estudiar y trabajar al mismo tiempo.
Por otro lado, la familia Rodríguez está más que encantada. Carla y Tomás piensan que soy muy trabajadora y les han dicho a Dante que soy la indicada para él. Espero que no se equivoquen.
Dejo mis pensamientos de lado cuando llego a la puerta 48 y una mujer la abre. Es castaña y tiene unas curvas de infarto.
—¿Eres la jardinera? —pregunta confundida y niego con la cabeza—. ¿Cocinera?
—Soy...
—Ella es Pamela, la niñera de nuestros hijos —interviene una voz detrás de la mujer y Leo se pone al lado de ella.
—Oh.
—Pamela, te presento a Emma, mi mujer —dice Leo con una sonrisa.
—Encantada de conocerte por fin —hablo amable y ella asiente.
—Debo irme. ¡Hablamos después! —se despide y se va corriendo por la puerta.
Cuando me quedo a solas con Leo, lo miro. ¿Siempre va en traje o qué?
—Perdona mi pregunta, pero... ¿Cuántos años tienes? Pareces muy joven.
—Tranquila, no es molestia responderte —asegura—. Tengo 28 años recién cumplidos.
Pues tampoco es tan joven como yo creía... Debo admitir que se conserva bien.
—Daniela está deseando verte. Vamos.
Cuando llegamos a la habitación de los pequeños, sonrío. No sabía que me gustaran tanto los niños.
—¿Tengo que ducharles hoy? —pregunto mientras me coloco bien el bolso.
—Sí, el cuerpo, sí. Por cierto, como hoy acabas tarde de trabajar, he quedado con tu padre en que te llevaré yo a casa —me avisa y me quedo en silencio.
No quiero estar a solas con él. Sin contestarle, entro en la habitación y Daniela me recibe con un cálido abrazo.
—¡Amela!
—¿A qué nos toca jugar hoy? —le pregunto después de dejar mi bolso a un lado.
—¡A una carrera de coches! —dice segura y sonrío.
Después de la carrera, el pequeño Hugo comienza a llorar. He temido tanto este momento... Me acerco corriendo a la cuna y el bebé está rojo de llorar. Sin saber muy bien qué hacer, lo cojo en brazos y comienzo a acunarlo.
—Quiere el birón —dice Daniela y frunzo el ceño.
—¿Birón? ¿Qué es eso? —comienzo a caminar por la habitación intentando que Hugo deje de llorar, pero no lo consigo.
—Eso de leche —me explica la pequeña y por fin entiendo a lo que se refiere. Hugo quiere el biberón.
Leo no me ha explicado cómo se prepara uno y comienzo a estresarme. Como puedo, cojo mi móvil del bolso y busco un tutorial de como hacer un biberón. Cuando por fin entiendo los pasos, Hugo parece haberse calmado un poco.
—Daniela, vamos a la cocina.
Asiente y va por delante de mí para explicarme donde está la cocina. Al llegar, veo a dos mujeres y a un hombre dentro. Los tres llevan un uniforme.
—¡Hola! —nos saluda una de las mujeres.
—¿Qué ocurre? —pregunta el hombre y yo suspiro.
—Venía a preparar un biberón para el pequeño Hugo —explico tímida y la primera mujer me sonríe.
—En dos minutos te lo doy —asegura y entreabro los labios.
¿He estado minutos estresandome cuando estas maravillosas personas me lo van a hacer enseguida? La mala suerte me acompaña.
Cuando el biberón está hecho, se lo doy a Hugo y él se calma por completo.
—Muchas gracias, de verdad —les digo muy agradecida y ellos me sonríen.
—De nada, mujer. ¿Cuál es tu nombre?
—Pamela. Soy la nueva niñera y no tengo mucha experiencia... —me excuso nerviosa y el hombre niega con la cabeza.
—Tranquila. Nosotros somos los encargados de cocina, así que cualquier cosa que necesitéis solo debes decírnoslo.
Los miro sorprendida. ¿Tres personas en una cocina? A eso lo llamo yo tener dinero.
—Ya se te ha dormido, Pamela —me avisa una de las mujeres y miro a Hugo.
Es cierto, se ha quedado dormido.
—Voy a tumbarlo. Mucha gracias por la ayuda.
—Vuelve a hacernos compañía cuando quieras —asegura el hombre y me río.
Parecen muy agradables. Daniela, Hugo y yo volvemos a la habitación. Me acerco a la cuna y lo tumbo con extremo cuidado.
Su hermana se queda embobada mirando su pequeña cara y yo aprovecho para hacerles una foto que queda genial. Luego se la enseñaré a Leo, seguro que le gusta.
—¿A que es guapo? —pregunta sin dejar de mirarlo.
—Los dos sois preciosos —admito.
Se nota que siente admiración por su hermano y esa es una sensación que me encanta. Deberíamos admirar más a las personas en lugar de envidiarlas.
(...)
—Pamela, es hora de irnos —avisa Leo cuando termino de acostar a sus dos hijos.
Debo admitir que estoy agotada. Cuidar a una niña pequeña y a un bebé no es tarea fácil. Los miro por última vez antes de coger el bolso y salir de la habitación.
—¿Se han portado bien? —pregunta mientras caminamos por el pasillo.
—Sí, son muy buenos. ¿Quién los va a vigilar por la noche?
—Emma y yo, tranquila. Nos haces un gran favor cuidándolos cuando no tienes clase —asegura y sonrío un poco.
Seguimos caminando hasta llegar al garaje.'Cuando subimos en el coche, siento un gran alivio en mis pies. Los tengo destrozados.
—Pamela —me llama y lo miro nerviosa.
Si decide matarme, nadie me escucharía aquí dentro.
—Dime...
—Quiero que sepas que lo del otro día en tu casa fue un malentendido. No me gusta que pienses mal de mí por eso —comenta mirándome fijamente.
—Tranquilo, ya está olvidado.
—Gracias, de veras.
Arranca y lo único que ilumina la carretera son las luces del coche. Le subo el volumen a la música de la radio y comienzo a bailar un poco.
—¿Te gusta Alan Walker?
No me da tiempo a responder cuando a mi móvil se le ilumina la pantalla. Me quedo petrificada al ver que es de Dark.
@dark_person: Espero que sientas miedo al estar con Leo, porque deberías sentirlo.
¿Qué?
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Mi obsesión (COMPLETA)
Teen FictionPamela es una adolescente que tras la pérdida de su madre, comienza a tener ataques de ansiedad y a subir de peso. Como consecuencia, todo el mundo se burla de ella para intentar hundirla más, hasta que sin esperarlo, alguien que se hace llamar @dar...