31: Te amo

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—Hija, tienes que comer algo —me pide mi padre por tercera vez en cinco minutos.

No tengo hambre. No tengo ganas de nada.

—Papá, ¿qué habrías hecho tú en la situación de Carla? —le pregunto de golpe y él abre los ojos de par en par.

Se atraganta con la comida y después de beber y toser un poco, habla.

—Es una pregunta muy complicada, Pamela...

—Necesito saber qué harías tú, papá.

—Pues... Yo creo que habría llamado a la polícia y habría intentado solucionar el hecho de que un asesino intente matar a las personas que más amo —comenta agarrando mi mano y dándome un ligero apretón.

—¿Y si no pudieras llamar a la policía?

—Si sólo tuviera la opción de matar a una de mis hijas y salvar al resto o matarlas a todas, creo que, por mucho que me duela, mataría a una.

—¿Por qué? —pregunto sorprendida.

—Porque así me aseguraría de que las demás pudieran hacer justicia. Así las demás se encargarían de encarcelar al loco que me habría obligado y amenazado.

Al escucharlo hablar, pienso en Dante. Está completamente solo en casa y eso no es nada bueno para su salud mental.

—Papá... ¿Y si dejamos que Dante pase un tiempo en casa?

—Claro, me parece una gran idea —asegura y le doy un apretón en la mano.

Me levanto de la mesa y salgo de casa para ir a buscar a mi novio y apoyarlo como se merece. De camino a su casa, veo a Noelia y a Sabrina paseando con una sonrisa socarrona. De pronto recuerdo que todavía no las he denunciado y me anoto mentalmente hacerlo después. Ya no me voy a callar las injusticias.

Camino hacia ellas y al verme, se sorprenden.

—Os voy a denunciar —aseguro y Sabrina frunce el ceño.

—No puedes —interviene su madre.

—Claro que puedo. Estoy harta de que me digan qué es lo que puedo o no puedo hacer. Se acabó. Voy a vengarme de aquellas personas que no han aportado felicidad a mi vida, y vosotras sois las primeras —espeto y se quedan paralizadas.

Antes de irme, escupo en sus tacones y me marcho victoriosa escuchando sus gritos. Cuando llego junto a Dante, le abrazo con fuerza.

—Te he echado de menos y hace menos de 24 horas que nos hemos visto —confiesa y sonrío.

—Y yo a ti, mi amor. Te quiero —digo a milímetros de su boca.

—Te amo, Pamela —admite y abro los ojos de par en par.

—También te amo, Dante. Te amo mucho.

Nos miramos a los ojos y siento como si el mundo se paralizara. Sé que Dante es el amor de mi vida. Y jamás he estado con otra persona, pero estoy segura de que nuestro amor es puro y real.

No tardamos en fundir nuestros labios en un tierno beso. Cómo lo extrañaba... Su boca sabe a café. Sé que estos días los ha estado tomando porque se siente culpable y no quiere dormir para no tener pesadillas.

—Dante —lo llamo y abre los ojos lentamente.

—Sé que quieres hablar de Arán y de mis sentimientos, pero simplemente no puedo hacerlo —habla rápidamente y suspiro.

—No es eso, o bueno sí, no sé...

—Pami, saldremos adelante. Estoy seguro. Sé que si ambos nos mantenemos juntos, podremos buscar justicia por Arán y hacer que descanse en paz —su voz es calmada, pero esconde mucho dolor.

—Siempre estaremos juntos, en esta vida o en la siguiente —aseguro y sus ojos se clavan en mis labios.

—No quiero soltarte nunca —me abraza por la cintura y yo reparto besos por su mejilla.

Definitivamente, Dante y yo siempre recordaremos a Arán como la maravillosa persona que era. Y espero que esté donde esté, siempre se sienta orgulloso de nosotros.

***

Solo queda un capítulo para que termine la historia de Pamela...

Mi obsesión (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora