—Pamela, ¿te acuerdas de Noelia? —pregunta mi padre señalando a la madre de Sabrina.
—Para no hacerlo... —susurro y ella me asesina con la mirada.
—Deberías tener más modales, niña. Júntate un día con Sabrina y aprenderás cómo se comporta una dama —me regaña y me quedo anonadada.
¿De verdad me está diciendo esto? Miro a mi padre para que me defienda, pero se encoge de hombros.
—Sería buena idea que os hicierais amigas —sonríe orgulloso y Noelia le acaricia la cara.
—Bomboncito, tráeme un poco de agua —le pide ella con voz irritante y mi padre se aleja a la cocina.
Me acomodo en el sofá y noto la constante mirada de Noelia.
—¿Quieres algo? —me atrevo a decir y ella sonríe un poco.
—¿No te da vergüenza? —pregunta ofendida y elevo las cejas; no sé a qué se refiere.
—¿Qué?
—¿Cuánto pesas? Porque estoy segura de que pesas más que tu padre y yo juntos —dice burlona y yo trago saliva.
Pamela, recuerda las palabras de Dark y de Dante, no pueden ofenderme esos comentarios. Soy más fuerte que eso.
—Al menos yo no soy tan mala persona como tú —espeto y en ese momento, mi padre entra.
—¡Pamela! —grita furioso y suspiro frustrada.
—Papá, ella...
—Noelia tiene razón, eres una maleducada. ¿Sabes qué? Quiero que te vayas con Sabrina —dice y yo lo miro perpleja.
—No, papá.
—Recuerda que tu opinión no vale nada. Aquí mando yo —dice amenazante y fulmino con la mirada a Noelia.
Ella llama a su hija y poco rato después, Sabrina aparece por el pasillo. Me sorprende que ella pueda estar encerrada en su habitación cuando hay visitas y yo tenga que soportar a su asquerosa madre.
—Dime, madre —dice ella con voz angelical y me quedo flipando.
—Oh, Sabrina, qué guapa estás —la halaga mi padre y ella le ofrece una amplia sonrisa.
—Hija, quiero que te lleves a esta chica de aquí —su madre me mira con desprecio y por primera vez desde que ha aparecido, Sabrina me mira.
—Claro, nos lo pasaremos muy bien —acepta ella y siento como mi pulso se acelera.
Me coje del brazo con fuerza y me guía hasta su enorme habitación. Una vez dentro, ella se sienta en su cama y yo me quedo inmóvil frente a ella.
—Yo...
—¿Por qué has venido, Pamela? —pregunta seria.
Es la primera vez que me llama por mi nombre y eso me sorprende mucho. ¿Será porque nuestros padres están fuera?
—Mi padre me ha obligado.
Aprovecho para fijarme en ella. No parece la chica más odiosa del instituto. Lleva un pijama a rayas y el pelo recogido en una coleta.
—¿No sabes decir que no?
—Es complicado —digo cortante y miro a un lado de la habitación. No soporto su atenta mirada, siento que juzga cada parte de mi ser.
—No debería serlo. Es difícil lidiar con mi madre, pero no permito que me obligue a hacer cosas que no quiero —explica y yo la vuelvo a mirar.
¿Cómo es posible que estemos manteniendo una conversación sin insultos de por medio?
—Si no te obligara, no estaría yo aquí, en tu habitación —respondo obvia y ella se ríe.
—Gordibola, me encanta pasar tiempo contigo. Y más después del numerito que montó Dante —se pone de pie y se acerca a mí.
Esta ya se parece a la Sabrina de siempre. Se para a escasos centímetros de mí y eso me pone nerviosa. La miro atenta, esperando su próximo movimiento.
—No voy a dejar que os salgáis con la vuestra.
Me alejo de ella, pero la puerta está cerrada.
—Abre, me quiero ir —pido y ella sonríe.
—Cielo, es demasiado pronto. Tengo muchas ganas de divertirme contigo —comenta y yo siento miedo.
Sin esperarmelo, me coge el móvil de las manos y lo enciende. Intento quitárselo, pero se escabulle.
—Dámelo.
—¿Quién es Dark person? —pregunta y abro los ojos como platos—. Dice que te recomienda la canción de Río Roma, llamada "Mi persona favorita".
¿Por qué siempre tengo que doblegarme ante personas tan crueles? Mi madre no estaría nada orgullosa de mí, y ese es mi mayor temor. Quiero que allá donde esté, siga sonriendo cada vez que me ve. Quiero hacerla sentir orgullosa, y para ello necesito salir de las cenizas.
Necesito alzar la voz y decir basta. Necesito comenzar a vivir mi vida como yo quiero. Y si no empiezo ya, me arrepentiré. Vida sólo hay una y debo disfrutarla como si fuera el último día.
—Sabrina, dame el teléfono —digo amenazante y ella alza las cejas.
—¿O qué? ¿Te pondrás a llorar?
Miro hacia la estantería y veo el premio que ganó hace dos años en una competición de natación. Sé que para ella es muy importante por la cantidad de fotos al día que sube del premio. Camino rápidamente hacia la estantería blanca y cojo el premio.
—¡No! —grita y corre hacia mí.
—Si quieres tu premio, dame mi móvil y déjame en paz —digo segura y ella baja los hombros.
—Toma —me da el móvil desganada y yo sonrío triunfante.
Jaque mate, Sabrina.
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Mi obsesión (COMPLETA)
Teen FictionPamela es una adolescente que tras la pérdida de su madre, comienza a tener ataques de ansiedad y a subir de peso. Como consecuencia, todo el mundo se burla de ella para intentar hundirla más, hasta que sin esperarlo, alguien que se hace llamar @dar...