18: Mi... ¿suegra?

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¿Lo hago? ¿No lo hago? ¿Y si no quiere hablar conmigo? No me da tiempo a pensar nada más cuando la puerta de su casa se abre.

—¿Pamela? —pregunta asombrado Dante y yo me muerdo nerviosa el labio.

—Hola, yo... Necesito hablar contigo—hablo rápido y me percato de que está bien vestido—. ¿Te vas?

Dante baja la mirada a su cuerpo y luego me mira a la cara. Su mirada siempre me pone nerviosa.

—Sí, he quedado —se nota que está incómodo.

—No lo entiendo, Dante. El otro día estábamos bien y fue hablar de Dark y se jodió todo.

—No tengo tiempo —hace el ademán de esquivarme para irse, pero lo freno.

—Dame una explicación —pido rendida.

Estoy harta de tanta incógnita. ¿Qué le pasa con Dark? He de admitir que me da miedo porque siento que sabe en cada momento dónde estoy, pero no entiendo qué tiene que ver eso con Dante.

—Todavía no puedo. Sólo prométeme que tendrás cuidado —su voz es mucho más calmada.

—Lo prometo.

Dante se acerca a mí y me abraza. Me pilla totalmente por sorpresa, así que tardo un par de segundos en seguirle el abrazo.

—¿Te vienes mañana a casa? —pregunta una vez nos hemos separado, pero no demasiado.

—Me parece bien —sonrío y él se acerca lentamente a mí.

Creo que me va a besar así que paso la lengua por mis labios, pero me da un pequeño beso en la punta de la nariz.

—Por cierto, te queda bien el nuevo estilo —dice y guiña un ojo. Siento como su mirada me desnuda y me río nerviosa.

—Tú también estás bien —me muerdo el labio inferior y eleva las cejas.

—¿Eso quiere decir que soy atractivo? —su voz burlona hace que me ría.

—Puede.

—Entonces puede que tú también seas atractiva.

Sonrío y nos quedamos unos segundos embobados mirándonos. La puerta de su casa se vuelve a abrir y por acto reflejo, me separo de él. Una mujer pelinegra aparece y nos mira sorprendida.

—No sabía que estabas aquí, hijo —se disculpa ella.

—Mamá, ella es Pamela —me señala con la cabeza y su madre me mira.

—¡Encantada! —la mujer me da dos besos.

Parece buena persona, igual que sus hijos.

—Yo me llamo Carla, mucho gusto. Arán y Dante han hablado mucho de ti. Tenía muchas ganas de conocerte —habla con su cálida voz y sonrío contenta.

—No sabía que la gente pudiera hablar bien de mí —bromeo y Carla se ríe.

—Dante, podríamos hacer una cena mañana todos juntos —propone la amable mujer mirando a su hijo.

Dante se encoge de hombros y me mira para saber qué me parece la idea.

—Si Pamela no tiene planes...

—Me encantaría —acepto y Carla da pequeños saltitos de felicidad.

—Por fin podremos conocer bien a las parejas de nuestros hijos —comenta feliz y yo me atraganto con mi propia saliva.

—Yo... él y yo...

—Bueno, novia, pues espero verte mañana —interviene Dante con una sonrisa picarona y se acerca a mí.

—Aquí estaré —acepto y él me da un pequeño beso.

Cada vez que me besa, siento como mis piernas flaquean.

—¡Sois adorables! Venga, poneos bien que os hago una foto —propone Carla y me doy cuenta de que no teníamos ninguna foto juntos.

Dante me agarra por la cintura y ambos sonreímos de oreja a oreja.

—¡Patata! —grita Carla emocionada y nos enseña la foto.

—Pamela es preciosa —interviene mi supuesto novio y noto como el calor sube a mis mejillas.

—Y que lo digas —dice Carla y me mira con aprobación.

Me siento contenta. No pensé que existirían personas que me vieran bien, pero sí las hay. Si yo me quiero, el resto también lo hará.

Mi obsesión (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora