12: Un pequeño juego

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—Venga, juguemos a algo —propone Dante y yo lo miro extrañada.

—¿A qué?

—¿Ves ese espejo de ahí? —pregunta señalando la pared contraria a la mía. Cuando asiento, vuelve a hablar—. Ven conmigo, Pamela.

Me da la mano y cuando la estrecho, vuelvo a sentir el cosquilleo de la ora vez. Creo que a él le pasa lo mismo, porque nuestras miradas se encuentran por varios segundos. Carraspeo un poco la garganta y en seguida comenzamos a caminar.

Nos paramos frente al espejo y lo miro extrañada.

—Ponte delante —me pide con una sonrisa.

Me da mucha vergüenza que me mire. No tengo un buen cuerpo, no quiero que me mire.

—No... —niego con la cabeza varias veces y él se acerca un poco más a mí sin soltar mi mano.

—Pamela, no tengas miedo —susurra y bajo la mirada a mis pies—. ¿A qué temes?

—A que te dé asco mi aspecto —confieso con voz débil levantando mi cabeza.

—Si tú no te quieres, nadie lo hará. El amor propio es el más importante de todos, ¿entiendes? Si tú no te aceptas tal y como eres, las personas como Sabrina verán tu debilidad y lo usarán en tu contra —explica lentamente y me muerdo el labio inferior.

Sé que tiene razón, pero eso no quita que me dé vergüenza mirarme al espejo. Saco fuerzas de mi corazón para caminar lentamente y ponerme frente al espejo.

Dante se pone detrás de mí y eso me pone nerviosa. Es un poco más alto que yo, así que no lo tapo.

—¿Qué ves?

—A una chica gorda —respondo obvia.

—Sé que quieres que la gente vea más allá de tu cuerpo, pero, ¿por qué tú no eres capaz de hacerlo?

Miro pensativa mi silueta.

—Porque después de tantos años de insultos, han hecho que crea que no valgo nada —acepto la verdad y él asiente lentamente.

—Necesito que te mires y digas cosas buenas de ti —pide acariciando mi brazo. El pelo se me pone de punta.

Vuelvo la mirada al reflejo del espejo. ¿Cosas buenas de mí? Es más difícil de lo que pensaba.

—Eh... ¿Mi pelo?

Dante sonríe de lado.

—¿Qué más te gusta de ti?

—Me gustan mis ojos verdosos —digo decidida.

—A mí me gusta mucho tu sonrisa —confiesa y me giro para quedar cara a cara.

—¿De verdad?

Su mirada cae en mis labios y no sé cómo actuar.

—El mundo siempre parece que se ilumina más cuando sonríes —confiesa llevando su pulgar a mi cara. Me acaricia sutilmente la mejilla y yo siento como mi cuerpo se hace gelatina.

—Yo... Dante —lo llamo haciendo que me mire a los ojos—. Gracias por todo lo que haces.

—¿Gracias por decirte la verdad? —pregunta en un susurro.

Siento como mi corazón se acelera y se me va a salir por la boca. Quiero tenerlo cerca de mí, por extraño que suene. Me acerco un poco más a Dante hasta que quedamos a milímetros.

—Me gustas —confieso y en seguida abro los ojos como platos.

No quería decirle eso.

—Tú a mí también, Pami —asegura y sin esperar más, me besa.

Sus labios son suaves y tiernos y se mueven en perfecta sincronización. Cuando nos separamos, ambos sonreímos.

Mi obsesión (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora