—¡Ponte el azul! —pide Arán desde el otro lado de la llamada.
—¿Tú crees que le gustará a tus padres?
—No estés nerviosa, Pam. Y sí, le encantará.
—Tu madre es muy agradable —confieso mientras saco el vestido de la percha y lo extiendo en la cama.
—Demasiado empalagosa, diría yo. Pero bueno, el caso, ¿desde cuándo sales con mi hermano? —pregunta asombrado y me río.
—No es oficial. Sólo... nos hemos besado varias veces —confieso y puedo imaginarme su cara de asombro.
Dejo el móvil con el altavoz y aprovecho para coger los zapatos.
—No puedo creerlo. ¡Mi mejor amiga y mi hermano juntos!
Sonrío con ternura. Él también es mi mejor amigo, y más después de ver cómo se esfuerza por defenderme de quien haga falta. De pronto, recuerdo el día de clase en el que tuve que hablar de las amistades. Creo que a día de hoy mis pensamientos serían distintos. Pero bueno, es normal que nuestros pensamientos evolucionen. Si siempre pensáramos lo mismo, nuestra vida sería aburrida.
—¿Pam? ¿Me oyes? —me sobresalto y niego con la cabeza para deshacerme de esos pensamientos y centrarme en Arán.
—Eh... No, perdona, se había cortado —miento y sigo preparando mi look para esta noche.
—¡Estás en la luna! O mejor dicho, estás en Dantelandia —bromea y no puedo evitar reírme con él.
—Te veo después —me despido y cuando colgamos la llamada, sigo preparándome.
Cuando por fin estoy lista, papá entra en mi habitación.
—Estás preciosa, hija —comenta mirándome con una sonrisa.
Yo me acerco a él y le doy un corto abrazo. Desde nuestra pequeña charla, ambos nos esforzamos en hacer que funcione.
—Gracias, papá. Estoy muy nerviosa —admito.
Bajo mis manos a mi vestido y lo aliso por cuarta vez. Mi padre agarra un mechón de mi castaño pelo y me lo pone detrás de la oreja.
—Todo irá bien. Sólo sé tú misma.
Le dedico una sonrisa y me dirijo al espejo para mirarme. Llevo un vestido azul marino y unas sandalias muy sencillas. Miro a mi padre, que tiene la mirada perdida en el suelo.
—Papá —lo llamo, pero es como si estuviera sumiso en sus pensamientos—. Papá.
Me acerco a él y le toco el brazo, atrayendo su atención.
—Dime.
—¿Qué te pasa? Recuerda que debemos confiar el uno en el otro.
Le oigo suspirar y deja caer sus hombros.
—No quiero estropearte tu noche, Pam —su tono de voz me indica que está apenado.
—No me estropearás nada —admito intentando que se sincere conmigo.
—Es por el dinero... Mi sueldo no llega para pagar todas las cosas.
Abro los ojos como platos.
—¿Cómo puedo ayudar?
—No hace falta, tranquila.
No puedo quedarme de brazos cruzados cuando mi padre me acaba de contar que no tenemos suficiente dinero.
—Déjame ayudar, papá.
—¿Te acuerdas del cliente que vino a casa cuando yo no estaba?
Me había olvidado por completo de él. No le conté nada a papá porque no quería preocuparle.
—Sí... ¿Qué pasa con él?
—Dice que le pareciste encantadora y quiere ofrecerte trabajo —comenta mi padre ilusionado.
No puedo creerlo. ¿Qué se supone que debo decir? Me he ofrecido a ayudar, y si debo estar con el tipo raro, lo haré.
—¿Qué tipo de trabajo?
—Todavía no lo sé. Tienes que ir a su casa y reunirte con Leo.
Trago saliva. La idea de estar a solas con ese chico no me convence, pero no puedo tener miedo.
—Lo haré —aseguro y le doy un beso en la mejilla antes de irme.
La cena con los Rodríguez me despejará, estoy segura de ello.
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Mi obsesión (COMPLETA)
Teen FictionPamela es una adolescente que tras la pérdida de su madre, comienza a tener ataques de ansiedad y a subir de peso. Como consecuencia, todo el mundo se burla de ella para intentar hundirla más, hasta que sin esperarlo, alguien que se hace llamar @dar...