29: Lo saben todo

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Ha pasado una semana y tres días desde que Arán se fue de mi lado. Estoy harta de sufrir. Llegados a este punto en la vida, creo que sólo he nacido por un motivo: sufrir. A la vida le gusta verme llorar, estoy segura de ello.

Primero mi madre y ahora mi mejor amigo. No puedo con tanto dolor. Simplemente, siento que me supera... Solo puedo llorar y llorar abrazada al colgante que me regaló.

Un mensaje me llega al móvil y suspiro mientras me estiro en la cama para poder cogerlo. Daría mi vida porque fuera de Arán diciendo que todo era broma, que sigue vivo. Pero no es de él, sino de su hermano.

@dan.te.rc: Cielo... Por favor, ven a mi casa. Necesito que estés conmigo. Te quiero.

Lo único que nos queda es aferrarnos a nosotros mismos. Necesito apoyarlo porque si no lo hago, se derrumbará y sé lo que duele pasar por ahí solo.

No tardo en darme una ducha de agua fría y en salir corriendo de casa. Dante ha comenzado a tener pensamientos suicidas. Yo también los he tenido. El dolor invade cada parte de nuestro cuerpo.

Minutos después, toco el timbre de su casa. No tarda en abrirme y recibirme con el pelo alborotado y la misma ropa que hace tres días.

—Mi amor —le digo y lo abrazo con fuerza, acariciando su cabeza lentamente.

Un sollozo imprevisto sale de su boca y lo ahoga contra mi cabeza. Odio verle así. Me mata por dentro esta sensación de impotencia.

—Ha llamado la policía —avisa y me separo lo justo de él para poder mirarle a los ojos.

—¿Qué ocurre?

—Mi mad... Carla quiere hablar contigo. El agente dice que se niega a hablar si no es contigo —cuenta con la mirada perdida.

Ha perdido su brillo tan característico y no lo culpo. La muerte de un ser querido te mata lentamente por dentro. Es como un incendio que nadie puede apagar, que avanza muchos kilómetros por hora.

Dante se esfuerza por no llamar a Carla mamá. Se culpa a sí mismo por no haber podido saber que su madre estaba loca.

—¿Quieres hablar con ella, Pami? —me pregunta en un hilo de voz.

La verdad es que me repugna la idea de estar cara a cara con esa persona, pero Dante y yo merecemos saber la verdad. Y Arán también. Su alma no volará libre hasta que descubramos por qué ha tenido que morir. Le quedaba tanta vida por delante...

—Lo haré y descubriremos por qué lo hizo —aseguro y agarro su cara con ambas manos. Dante no me mira a los ojos. Parece perdido.

Aparta mis manos y da media vuelta para perderse a través del pasillo. Entiendo su dolor, al igual que también entiendo que se cierre a mí, por mucho que no me guste.

Me siento en el sofá y recuerdo un montón de momentos aquí. Pensaba que por fin había encontrado una familia feliz de verdad. Me duele tanto el corazón...

Miro a mi alrededor. La casa que un día fue tan feliz, ahora solo alberga oscuridad y llanto. Dante ha destruido todas las fotos familiares, todos los recuerdos, todos los instantes grabados. Lo ha destruido todo.

Me acerco al mueble del salón y suspiro al pasar mi mano por encima de una foto de Arán. Sin querer, la foto se cae al suelo y oigo un gran estruendo de los cristales del marco.

—Mierda —me maldigo a mí misma y me agacho rápidamente para recoger los cristales rotos.

Mientras lo hago, mi mirada va hacia debajo del mueble. Me parece ver algo negro, pero no estoy segura de qué es. Frunzo el ceño y enciendo la linterna de mi móvil para poder ver mejor.

—¿Una grabadora? —pregunto al cogerla.

Apago la linterna y me siento al lado de la foto de Arán. Miro la grabadora fijamente. ¿Y si la pongo? Quizá no tenga nada, pero, ¿y si sí? No dudo más y la enciendo.

—¿Qué es ese cacharro? —pregunta una voz masculina.

—Esto nos servirá para recordarte que si fallas, mataré lo que más ames —habla ahora otra voz. Creo que es Tomas, el padre de los gemelos.

—¿Por qué vas detrás de Pamela? La he estado observando durante meses, es una chica totalmente normal. Ella...

—Te he dicho mil veces que no me repliques nada. Su padre es importante, maneja dinero. Y necesito que entres en su casa y te hagas con el cheque que ha dejado para su hija —ordena Tomas y frunzo el ceño.

¿De qué mierda están hablando? ¡Si incluso tengo que trabajar para poder ayudar a pagar las cosas de casa!

—¿Todo eso lo sabes espiandolos?

—Leo, al igual que tú, yo también hago bien mi trabajo. Hemos instalado cámaras y micrófonos en cada habitación de su casa. Lo sabemos absolutamente todo.

Me tapo la boca sorprendida. Leo y Tomas están compinchados y nos han estado espiando todo este tiempo. ¿Y si ellos son Dark? Eso explicaría por qué saben en cada momento qué es lo que hago.

Con esto, tengo pruebas suficientes para culparlos ante la policía.

—¿Y qué pasa con Carla? Tarde o temprano nos descubrirá. Sabes que va a estar en contra —replica Leo.

—Yo me ocupo de ella. Sé cómo amenazarla. Hará lo que yo diga siempre.

No puedo escuchar más, se me revuelve el estómago. Apago la grabadora y lloro mientras abrazo la foto de Arán.

—Te echo de menos, amigo —confieso mientras lo abrazo con más fuerza.

Mi obsesión (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora