Voy a la cocina para preparar la merienda y me doy cuenta al abrir la nevera de que no queda nada. Suspiro y dejo caer mis hombros. Sé que papá está trabajando, así que no me queda más remedio que ir a hacer la compra.
Me preparo en un momento y salgo de casa mientras escucho música a través de mis auriculares. Me cuesta dejar que la gente me vea, pero después de mi conversación con Dante, mi autoestima subió un poco. ¿Tendrá razón?
Mis pensamientos quedan en segundo plano cuando veo en la otra acera a mi padre hablando con Sabrina. ¿Qué está pasando? Mi padre no sabe que Sabrina lleva atormentándome durante años, pero aunque lo supiera, no sé si haría algo al respecto. A veces creo que mi padre también se avergüenza de mí y eso me duele.
Me quito los auriculares para intentar escuchar su conversación, pero me resulta imposible. Hay demasiado ruido en la calle. Me quedo quieta y veo como una mujer de unos cuarenta años se acerca a ellos. Es bastante parecida a Sabrina, lo que me hace pensar que es su madre.
Me quedo paralizada cuando la mujer se acerca a mi padre y él la besa. Siento como mi corazón se parte en mil cachitos. Para empezar, me ha mentido. ¿Cada vez que me ha dicho que se iba a trabajar en realidad se iba a cobijarse entre las piernas de esa mujer?
Lo que más me duele es la traición a mi madre. Yo la tengo presente cada día de mi vida y mi padre parece que se ha olvidado ya de ella. Noto como el aire se hace más escaso y me acerco como puedo a una pared para poder apoyarme en ella.
Intento respirar, pero no puedo hacerlo. Tan solo puedo ver a mi padre con esa mujer y con Sabrina. Me duele... Llevo la mano a mi pecho y siento que me voy a morir.
—¿Pamela? —escucho preguntar a alguien y levanto la cabeza. Es Arán con un chico—. ¿Qué te pasa?
No puedo hablar, sólo señalo mi garganta.
—Creo que se ahoga —dice el chico preocupado y Arán abre los ojos como platos.
Noto como mis párpados pesan.
—¡Llamad a una ambulancia! —es lo único que consigo escuchar antes de caer al suelo.
(...)
—¿Cómo está? —pregunta una voz familiar y me reincorporo en la camilla.
—Bien, podéis entrar a verla.
Pocos segundos después, entran en la habitación del hospital Arán y Dante. Siento un gran alivio al verlos.
—¡Me has dado un gran susto! —replica como un niño pequeño Arán y me muerdo el labio inferior.
—¿Cómo está la chica que necesita brillar? —pregunta Dante acercándose a la camilla.
—Ya me encuentro mejor —admito y Arán sonríe—. ¿Por qué sonríes?
—Porque es el momento perfecto para presentarte a mi novio —asegura y abro los ojos como platos—. Pablo, pasa.
Pablo aparece y lo miro detenidamente. Es el mismo chico que vi poco antes de desmayarme.
—Encantada —digo tímidamente y él me coge la mano a forma de saludo.
—Arán me ha hablado bastante de ti —comenta y miro nerviosa a los mellizos.
—Espero que cosas buenas —bromeo, pero poco dura el buen ambiente cuando mi padre entra en la habitación del hospital.
Mis músculos se tensan y mi sonrisa desaparece.
—Pamela... ¿Por qué te ha dado el ataque de ansiedad?
Miro nerviosa a los tres chicos, ¿lo digo delante de ellos?
—Tan sólo piensa en qué estabas haciendo en ese mismo instante —digo y lo miro furiosa. Él parece ser consciente por la cara que pone.
—Yo, no...
—Ni te molestes. Me has defraudado, papá. ¿Tan rápido olvidas a mamá? —pregunto en un hilo de voz.
Arán comienza a hacer señales raras y Pablo sale de la habitación. Cuando Dante y él también van a salir, cojo a Dante del brazo porque es al que más cerca tengo.
—No —le pido a Dante mirándolo a los ojos. Él asiente y se sienta a mi lado en la camilla.
—Pamela, no me gusta que hables así. Tu madre siempre será importante, pero ya no está aquí y debemos seguir adelante.
—Pues si esa es tu manera de seguir adelante, me parece fatal. Vete de aquí —ordeno con la poca voz que me queda y después de algunos intentos, se marcha.
—Pam, me encantaría quedarme, pero... —comienza a decir Arán y entiendo que tiene a otras personas que atender.
—Ve con Pablo, tranquilo —digo sincera y él me sonríe.
—Cualquier cosa, avísame —pide y antes de salir, me da un corto abrazo.
Cuando me quedo a solas con Dante, siento mucha vergüenza. ¿De verdad he sido capaz de pedirle que se quede conmigo?
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Mi obsesión (COMPLETA)
Teen FictionPamela es una adolescente que tras la pérdida de su madre, comienza a tener ataques de ansiedad y a subir de peso. Como consecuencia, todo el mundo se burla de ella para intentar hundirla más, hasta que sin esperarlo, alguien que se hace llamar @dar...