Sentía como la sangre recorría en mis venas, y como mis ojos ardían.
El dolor en el corazón no solo yace ahí, también se va extendiendo hasta cada milímetro de tu cuerpo causando que cada movimiento doliera mucho más que una herida, mucho más que una fractura.
No podía moverme. Estaba en el balcón de mi habitación tratando de recordar una y otra vez la mirada con la que Anna me veía.
Esa mirada que por mucho tiempo era de amor, ahora simplemente era de decepción.
Estaba desesperado, esta vez no fue Irina, tampoco Alan, ni siquiera fue el que esté detrás de Sae en este momento, esta vez fui yo.
Yo y mi pasado que me perseguirá. Yo y mi pasado que me hará retroceder aunque esté muy lejos de ese camino.
Tomé una de las tantas botellas de whisky que tenía en un estante. La destapé y la llevé a mi boca, alzándome y tratando de tomar de un sorbo lo más posible. Sentí que el alcohol bajaba y me iba quemando la garganta.
Sabía que no habría morfina que alivie este dolor, ni un remedio que alivie el dolor de un corazón herido. Así que solo tenía una botella de whisky que me quite mis incontrolables ganas de colapsar, de desmoronarme.
La dejé ir.
Ella no miró atrás y yo solo vi como se alejaba paso a paso de mi.
Mientras estaba a punto de ir tras ella para rogarle que se quede, me detuve inconscientemente. Fueron unos segundos de tanta presión y confusión, sentía que tenía una pelea interna entre mis sentimientos y mi razón, hasta que la razón ganó. Así que me detuve, esta vez voluntariamente.
Ahora lo comprendí.
A veces no se trata de orgullo.
A veces dejar ir a alguien se trata de amor.
De aquel amor que sobrepasa tus propios intereses. Porque aunque sepas que dejarla ir significa perderla, sabrás que tú perderás a alguien valiosa, y por lo contrario, ella podrá encontrar a alguien mucho mejor, alguien que en realidad merezca.
Y ese fue mi fundamento para luchar contra cada articulación, contra cada movimiento y evitar que mis pies vayan corriendo detrás de Anna.
Tomé otro sorbo de whisky y mis lágrimas seguían rodando. Apenas sentía mis parpados. La ultima vez que lloré así fue hace años cuando por mi culpa Jason perdió la vida.
La amaba. Amaba cada defecto y virtud, amaba su risa y su tristeza. Amaba cada parte de Anna Llobet que simplemente tanto amor me dolía.
Si tan solo hace algunos años hubiera entendido que la vida es mucho más que el maldito dinero.
Si tan solo el Ian del pasado pudiera verme ahora, y entendería que a pesar que lo tengo todo, no tengo nada sin ella. Que el dinero no puede comprar amor sincero, que las drogas no te pueden regalar felicidad, y que hacer sentir inferior a alguien no te hace más importante. Quizás si antes hubiera sabido que la gente muere de hambre, que muchos niños trabajan en lugar de estudiar, qué hay personas que en las noches se van a cama sin nada en sus estómagos...Anna no solo abrió mi corazón, ella hizo que abra los ojos hacia la realidad y no a aquella realidad superficial. ¡A la verdadera! A lo que se esconde en las afueras de una gran y desarrollada ciudad.
Me tumbé hacia el suelo, de repente no me quedaban fuerzas en mis piernas para sostenerme le di otro sorbo a la botella de whisky y me consumí en mi dolor que seguía latente, como miles de agujas atentando contra todo mi cuerpo.
De pronto Dereck entró en mi habitación.
—Señor Camber. Por favor. Señor Camber reaccione.— Me tomó del hombro y trató de levantarme. Yo me sostuve e involuntariamente solté mi llanto en su hombro. Era incontrolable. Como si hubiera retenido este llanto toda mi vida.
Como si lo hubiera reservado especialmente para Anna. Para llorar por Anna Llobet.
Él me correspondió y rodeó su brazo en mi espalda. Jamás había recibido aquel afecto por una persona ajena a mi, pero sabía que Dereck no era cualquier persona, él también era mi amigo.
—Tranquilo Joven Camber. Todo pasará. Ella volverá. — Dijo tratando de consolarme. Pero eso solo hizo que me rompiera aún más. Me repetí una y otra vez lo que dijo «Volverá» «Volverá» «Volverá» «Volverá» «Volverá» irónicamente eso solo hacía sentir aún más real el hecho que ella se haya ido.
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Amarte duele...
RomanceAnna es una chica común. Vive en Santa Val un pequeño pueblo del país Marcella. Ella y su familia eran de clase media y tenían una vida tranquila. Todo cambio para Anna cuando obtuvo una beca para asistir a una de las Universidades mas prestigio...