Capitulo 40

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Tomé el primer taxi que cruzó y llegué a mi departamento. Dereck ha querido llevarme pero me he negado. Me sentía cansada, pero no quería dormir, trataba de ser fuerte y no llorar pero las lagrimas caían de mis ojos de manera inevitable.
Al abrir la puerta lo primero que pude ver fue todo mi departamento destrozado.
Vidrios por todos lados, los muebles completamente arañados, y en la cocina fragmentos esparcidos por todo el piso de la vajilla de porcelana que mamá me había obsequiado. Al entrar a mi habitación, toda la ropa estaba fuera de los cajones. Quedé tan absorta viendo como todas las cosas que tenía en el departamento estaban destruidas que no me di cuenta de la nota que habían dejado encima de la cama.

«Anna, Anna, Anna...
Es difícil jugar contigo si Ian Camber va a llegar como un héroe a salvarte.
Creo que no te ha bastado con Ema Oslen para saber que mis alcances son extensos, y mi audacia ilimitada. Hace algún tiempo mi objetivo era que tan solo te vayas de la ciudad, pero ahora mis intenciones son otras, mucho mas ambiciosas.
Así que, ten cuidado.
No lo digo como amenaza, lo digo como advertencia.

Sae. »

Rompí la carta con tanta euforia que no pude más. La destrocé en varios pedazos, y las deje caer en el piso, irónicamente yo estaba igual de destruida, y al igual que la carta sería muy difícil volver a repararme.
Quería escapar, correr hacía algún lugar en donde pueda reflexionar de todo.
Me sentía abrumada, Ian sin duda era la persona en la que más confiaba, y ahora todo está echado a perder, siento que de un momento otro simplemente no sé quien es.
Todo este tiempo odié tanto a Sae, pero al mismo tiempo amaba a la persona que lo creó.
Empecé a empacar toda la ropa que pude, de un momento a otro decidí ir a Santa Val.
Tomaré la palabra del Director Webber y me daré esta semana libre. Siento que de pronto tengo que ajustar mi vida, y mis emociones.
No quería pensar en él por un momento,  Me sentía muy confundida, y a pesar que yo he sido testigo de lo mucho que ha cambiado Ian, no podía negar que su pasado me afectaba. 
Empaqué todo y compré los boletos por internet. El primer vuelo directo hasta el pueblo cercano de Santa val saldrá  muy temprano en la mañana, así que lo mejor sería dormir en el aeropuerto. Pero antes de eso tenía que hacer algo.


—Toc toc. — Dije. Traté de sonar lo más animada posible pero no pude, mi tono de voz apagado me delató. — ¿Puedo? — Pregunté. Entré a la habitación en donde estaba Ema. Kaleb estaba leyendo un libro en el sofá que se encontraba a lado de su cama. Estaba tan absorto que cuando escuchó mi voz dio un brinco del susto. 
—¡Anna!— Exhaló. Su voz si fue de total entusiasmo. Sus grandes ojos azules se abrieron al verme. Se acercó hacía a mi y me abrazó profundamente.  — Anna, estaba muy preocupado por ti. Me alegra mucho verte. — Me tomó de las manos y luego su mirada se fijó directamente en mis ojos. 
—¿Has llorado? — Preguntó confundido. Sus ojos cambiaron de ser felices a ser de preocupación. 
—Si un poco, me he sentido algo sentimental, no es nada porque preocuparse. — Dije sin más.
— ¿Y esa maleta? — Preguntó aún más confundido. 
— Me voy a Santa Val por unos días. — Respondí. — Solo será esta semana pero quise verlos antes de irme. — Agregué. — Extraño a mi familia Kaleb. 
Me acerqué hacía Ema y la miré pacientemente. Su cabello rojo brillaba y su piel de terciopelo se veía aún más inmaculada con la tenue luz de la lámpara en el velador. Su rostro estaba interrumpido por varios cables y tubos que iban desde sus sienes hasta su nariz y su pecho. No pude contener más y mis lagrimas salieron nuevamente. 
No podía creer que lo que hizo Ian hace algunos años aún siga causando daño. Tomé su mano le di un suave beso en su dorso. Kaleb puso su mano en mi hombro y me trató de consolar. 
—Anna, sea lo que sea por lo que estás pasando por favor cuenta conmigo. — Dijo. Por su mirada supe que se sentía decepcionado. Él sabía que escondía algo. 
—A veces hay secretos que es mejor mantenerlos como tal. — Respondí con una ligera sonrisa fingida. Regresé la mirada hacía sus intensos ojos azules. 
— Sea lo que sea cuenta conmigo. — Repitió, sus ojos me miraban tan detalladamente que por un momento sentí que él lo sabía todo. Pero no podía seguir causando más daño, no podía arriesgar la vida de Kaleb como lo he hecho con Ema, no podía lastimar a mas personas así que  a pesar de eso no confirme ni negué nada simplemente salí de la habitación prometiendoles a ambos que regresaría pronto. 

Amarte duele...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora