Capitulo 25

39 5 0
                                    

La relación entre Ian y Kaleb estaba mejorando. Sé que Ian aún no confía cien por ciento en él, y sé que aún hay  pequeñas ideas erróneas merodeando en su cabeza, ideas como  que Kaleb está interesado en mí. Algo realmente absurdo.
Sé que Kaleb y Ema son incondicionales. Muy pocas personas en esta universidad lo son. Si bien me considero una persona amigable, siempre he tenido poco amigos, amigos de verdad.

— Anna, ya he terminado con esto. — Dijo Ema mientras organizaba los flyers de la campaña de Ian.

Mañana ambos partidos se enfrentarán a  un debate frente a todo el campus y posterior a eso elegirán al nuevo consejo estudiantil de la Universidad.
Toda esta semana ha estado llena de campañas. He sido testigo del esfuerzo que ha puesto Ian en todo.  Además del proyecto de becas, también hará labor social en los pueblos de extremada pobreza del país. Eso serán actividades obligatorias para que los estudiantes puedan graduarse. Aunque ni siquiera sabe si le aprobaran aquel proyecto, su intención es conmovedora.
A pesar de que Alan se ha mostrado desinteresado en fastidiarnos  a mi o a Ian. Irina no desaprovecha ningún momento para humillarme con sus amigas. Cuando entro a la cafetería, y paso a lado de su mesa nunca faltan las risas burlonas y las miradas penetrantes.

—Ema, eres increíble, gracias por ayudar a Ian con esto. — Le agradecí. El reloj marcaba las siete de la noche y aunque era temprano, me sentía extremadamente cansada.
—Por favor Anna. Yo siento como si tú estuvieras participando. Mientras el no te haga daño, yo siempre lo apoyaré. — Dijo. No traía maquillaje y se la veía guapísima. Sus pecas resaltaban su piel de porcelana. — Pero si te llega a hacer algo, le romperé la cara. Que por cierto, escuché a algunas chicas tontas decir que el rostro de Ian era patrimonio de Marcella. — Dijo en tono burlón y reí. Hizo una mueca y se despidió de mí con un beso en la mejilla, mientras se acomodaba su bufanda para abrigarse del congelado clima de La Capital, cerré la puerta.
A pesar de que amaba la compañía de Ema, Kaleb o Ian hoy necesitaba estar sola.
Fui directo hacia la cocina y decidí prepararme un omelette de champiñones para la cena. Estaba hambrienta, hoy ha sido agotador y aunque
Ian es el presidente de su campaña, me siento parte de ella. He visto su esfuerzo en todo el proceso, he visto como ha conseguido cada autorización para poder realizar lo que se ha propuesto, he visto como ha evadido por completo la influencia de sus padres, como difícilmente ha conseguido cada cosa sin usar su apellido, aunque en realidad eso era lo más complicado, ya que prácticamente todos en la Capital sabía quién era él, sabían que era el "príncipe de Marcella" como muchos lo llamaban, vi cómo se derrumbó cuando se enteró que Tyler falleció por un infarto, cuando yo me enteré quedé en shock ante esa noticia. Al parecer el hecho de que se haya mudado de ciudad en medio de su recuperación fue mucho para su cuerpo. Yo mantuve la calma, por él, pero Ian parecía un muerto viviente  toda esa semana.
Siempre pensé que una persona débil en momentos duros era frágil como una hoja de papel, pensé que ellos se desmoronaban con mayor intensidad, que otras y nunca estuve más equivocada en mi vida... Ahora sé que las personas indiferentes aquellas personas frías y rígidas, aquellas que parecen que nada les lastima, esas, son las personas que más sufren, que más sienten, simplemente padeciendo cada dolor, cada punzada en el pecho, tratando de tragarse el nudo en la garganta y evitando a toda costa derramar lágrimas y estoy cien por ciento segura que no hay nada peor que desmoronarse en silencio.
De repente vi un sobre negro deslizándose por debajo de mi puerta. Me acerqué y rápidamente observé por la mirilla de la puerta y no vi a nadie. Quizás el hecho de que las escaleras estén tan cerca de mi puerta no sea tan beneficioso después de todo.
Sonreí porque estaba más que segura que sería una carta de Ian. La última ha sido totalmente conmovedora. Quizá uno de los guardaespaldas la dejo para mí, y se fue para que quede un poco de suspenso en el ambiente.
Recogí el sobre y lo abrí de inmediato.
Eran fotos, fotos de Ian. Ian cuando era pequeño, cuando estaba en el colegio, con Irina y Alan, con sus padres, con Cindy. Eran muchas. Al pasar las fotos dejaron de ser fotos de Ian, empezaron a ser fotos mías. Ian y yo en el parque. Dándonos un beso, Ian y yo en su casa, Mientras estábamos en la cafetería, comiendo, llegando a Santa Val, Fotos con Ema Kaleb y yo, riendo, pasando el rato. Fotos con mi Familia. Con mamá, con papá, dándole un abrazo a Sebastián. Las fotos se volvían cada vez más personales, como si mi vida fuera un reality show. Como si una persona capturara cada momento. Al ver fotos de Sebastián jugando con su pelota de futbol en el patio delantero de mi casa  se me revolvió el estómago.
De repente me di cuenta que mis manos estaban temblando.
Agarré la nota que se encontraba dentro del sobre.
Era una nota pequeña.

«Te estoy viendo Anna...

...SAE»

Un frio recorrió mi cuerpo, y dejé caer la nota. Mi respiración se entrecortó. Miré a mí alrededor por instinto, sentía que me veían pero sabía que no había nadie. ¿Verdad?
Respire profundamente y me tranquilicé, quise llamar de inmediato a Ian pero sabía que no era lo correcto, mañana era un día decisivo lo que menos quería era ponerlo nervioso.
Recogí las fotos y las volví a guardar en el sobre. Quería inmediatamente llamarlos a mis padres, él hecho de que haya fotos de Sebastián me preocupaba mucho, al acomodar las fotos me di cuenta que había algo más dentro de él. Una memoria.
Dudé algunos segundos pero lo hice, fui en busca de mi laptop. Al conectarlo se abrió una carpeta con un audio. Solo uno.

«Hola Anna, espero que te encuentres bien. Yo también lo estoy, luego de la noticia de Tyler estoy de mejor ánimo...»

Pausé el audio y mi respiración se entrecortó nuevamente, la calefacción estaba al máximo y aun así sentía que me congelaba.
Su voz estaba distorsionada. Era imposible saber quién era.
Aplaste el botón de reproducir nuevamente.

«...Pero quiero ir al grano. En primer lugar como te diste cuenta tengo a tu familia, amigos y a tu novio bajo mis ojos, y créeme Anna, tengo ojos en muchas partes de Marcella. Si tú dices algo de esto a alguien, en especial a Ian Camber; Sebastián o tus padres, o alguien que quieras saldrán perjudicados,  no me obligues a hacerlo, al menos no ahora...»

No pude evitarlo, pausé de nuevo el audio y al darme cuenta tenía los ojos llenos de lágrimas. Sentía un profundo dolor en el pecho.

«...Por el momento no te pediré que hagas nada, solo te envío este audio de presentación para que vayas conociéndome. ¡Calma! No te emociones. No sientas curiosidad, nos iremos conociendo mejor. Sé muy bien que me seguirás el ritmo, te conozco eres una buena chica.

Estoy ansioso por jugar contigo Anna. »

El audio se terminó y mi mirada seguía perdida en la pantalla, mientras que mis pensamientos estaban analizando cada una de las palabras que escuché.
No sé de qué se trataba. No sé por qué conmigo.
Me desesperé al no saber qué hacer. No poder decírselo a Ian, a Kaleb o a Ema. Si tenían fotos de mí en Santa Val, almorzando con mis padres, no podría imaginar a qué más tienen acceso. No podía arriesgar y que alguien salga lastimado por mí.
No me lo perdonaría.
Guardé la memoria en el buró de mi habitación. De repente el hambre se me quitó. Me sequé las lágrimas de mis ojos y sentí unas ganas desesperadas de llamar a casa.
Sebastián era tan solo un niño. Si pudiera protegerlo incluso de las caídas que tiene mientras monta en bicicleta por jugar con los otros niños, lo haría. No podría imaginar poder herir a una persona solo porque si, mucho menos a un niño tan frágil que apenas puede defenderse.
Llamé a casa y hablé brevemente con papá y mamá. No quería que escucharan mi tono afligido. Así que me despedí para ir a dormir y les recordé cuanto los amo.

Amarte duele...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora