Esta semana la sentí tan fugaz como las vacaciones. Quizás el hecho de haber tratado de distraerme haciendo todas las tareas adelantadas ha causado que no tenga noción de los días.
Mientras tanto, he intentado también sacarme de la cabeza a SAE, han pasado cuatro días desde que se pronunció por primera vez. Había algo de lo que estaba muy segura, SAE era un estudiante de la Universidad, podía poner las manos al fuego por eso, sería demasiada coincidencia que sus victimas anteriores hayan sido de la Universidad igual que yo. Pero ¿Por qué yo? No comprendía. Debería haber algún tipo de patrón, algo similar en nosotros o quizás el hecho de que Andrew y Tyler eran pelinegros igual que yo. Lo único que podía decir es que en estos cuatros últimos días me he sentido fatal. Y a pesar de que he tratado de enfrascarme en las tareas de la Universidad, para no pensar en aquello, me resultaba imposible, necesitaba decírselo a alguien, pero no podía. No podía.
Ian se ha dado cuenta que me pasa algo, pero le he dicho que estoy cansada.
«Me encanta que seas tan dedicada, pero hay límites, necesitas descansar más» me dijo e insistió en llevarme a Inglaterra por las vacaciones de Navidad y Año Nuevo. Y mi respuesta inmediatamente fue un No. Amaba estar con él pero lo que más quería ahora era estar con mi familia.
—¿Señorita Llobet?— Me preguntó mi maestro, sacándome por completo de mis agobiantes pensamientos.
—Si, maestro. — Respondí confundida.
—Le pregunté sobre los métodos de enseñanza. Necesito que ponga más atención. — Dijo mirándome directamente. Sentí el rostro rojo de la vergüenza. Escuché algunas risas burlonas al fondo. Pero hice caso omiso.
Especialmente hoy me sentía sola, igual de sola que cuando llegué por primera vez a La Capital.
Hoy Kaleb se ha ido a un viaje familiar repentino, y Ema estaba dando una prueba de Psicología tan difícil que se la pasó estudiando estos dos últimos días sin siquiera descansar.
Mientras tanto Ian estaba ocupado con las actividades de presidente del consejo y de su carrera. Se ha atrasado en algunos proyectos y tareas por las campañas así que ha tratado de ponerse al día, aunque no lo necesitaba, sus calificaciones eran tan buenas que con eso bastaba para saber que se iba a graduar como el mejor estudiante de su generación.
Traté de enfocarme con lo que decía mi maestro pero no podía, era insoportable sentirme así, tan expuesta y cansada.
No tenía miedo por mi, tenía miedo por mi familia. Por Sebastián.—Buenas tardes maestro, necesito a Anna Llobet para un asunto del consejo. — Dijo alguien, pude reconocer de inmediato la voz. Todos volteamos a ver y era Ian.
—Señor Camber Buenas tardes. — Respondió, le hizo un saludo de respeto, incluso hasta los maestros se sienten intimidados por Ian. — Claro. Señorita Llobet si gusta puede retirarse.
Le agradecí y un poco confundida agarré mis libros y mi mochila.
A lo lejos pude escuchar un comentario elogiándolo a Ian, y la verdad es que se lo veía irresistible.
Vestía un par de jeans, un abrigo con cuello de tortuga y unos mocasines, iba todo de negro, lo único que le resaltaba era una elegante gabardina marrón que le llegaba hasta los tobillos.
No sabía para que me necesitaba, así que en realidad me ha tomado por sorpresa.
— Mi preciosa Llobet— Dijo Ian, abriendo los brazos. Me coloqué entre ellos y me encerró en un abrazo. Sonaba extremadamente feliz.
— Mi Camber. — Susurré , mi tono por lo contrario fue afligido.
—Hoy es buen día para escaparnos. — Dijo. Mi expresión cambio por completo, aquello me tomó de imprevisto.
—Ian, podría perder la beca si falto sin ninguna razón. — Agregué triste.
— Tengo todo arreglado, los maestros no te pondrán falta si yo lo justifico. Te he sentido muy triste estos días, y más aún he sentido que he estado muy ocupado para hacerte sentir mejor, discúlpame.
—No tienes que disculparte por eso. De verdad solo he estado cansada. — Respondí. Aún seguíamos abrazados.
—Si me disculparé, así que he planeado algo para los dos. Para salir de la rutina, así que escaparnos un día de clases será un plus de adrenalina. — Dijo sonriendo. Me tomó la mano y me llevo hacia el auto en donde se encontraba Dereck. Sus dos guardaespaldas lo esperaban en el auto que estaba detrás.
— ¿A dónde iremos ? — Pregunté vagamente. Lamentablemente no sentí mucha emoción.
—Ya lo verás.
Subió la calefacción del auto y Dereck empezó a conducir. Cuando me dijo que tenía todo arreglado era cierto. Los croissant con el chocolate caliente que desayunamos en el auto estaban deliciosos.
— Dereck por favor toma un croissant, yo manejo hasta que lo termines. — Propuso Ian.
No puedo creer que este es el mismo chico que conocí hace meses.
—Señor Camber, no podría. Yo soy el chófer tengo que cumplir mi trabajo. — Respondió Dereck.
—Bueno, entonces tomaré yo el volante. — Agregué.
— Por favor Dereck, no dejes que ella conduzca, yo quiero vivir más tiempo. — Dijo asustado. Los tres Soltamos una carcajada.
Ian hace algunos meses me había intentado enseñar a conducir pero no funcionó,
«Nunca había visto un ser humano que conduzca peor. » Me dijo cuando casi me choco contra un árbol. Desistí de aquello con mucha dignidad y con una gran sonrisa. El auto rojo de Ian era su reliquia. A pesar que era moderno era su favorito así que las ganas se me esfumaron tras esos intentos.
Así como hace un tiempo la cocina no era lo mío, me pasaba exactamente lo mismo con conducir.
Ian se adueñó del volante por un corto trayecto mientras Dereck desayunaba en el asiento del copiloto.
—¿Qué tal? — Preguntó Ian.
—Esto, esto está delicioso. — Respondió Dereck luego de darle un mordisco. — Esto está muy fuera de lugar. — Agregó. —Disculpen no quisiera incomodarlos. Señor es momento que yo conduzca.
—Vamos Dereck, come con tranquilidad. Me gusta manejar en carretera. — Dijo Ian mientras manejaba. El paisaje que se podía ver por la ventana era increíble.
Mientras tanto Dereck nos comentó un poco sobre su vida. Él era el mayor de tres hermanos, sus hermanos aún estaba en secundaria y su papá estaba muy enfermo por lo tanto él era el sustento de su familia. Me conmovió el hecho de saber eso. Vivía en un pueblo a pocas horas de Santa Val antes de que consiga el trabajo con la familia Camber. Cuando recibió la noticia que trabajaría para ellos se puso muy feliz, ya que sabía que era un trabajo mucho más estable de los que había tenido.
Exactamente en ese mismo momento entendí que cualquier oportunidad es buena, así sea pequeña o grande, simplemente depende desde qué punto la veas o de cuanto es tu necesidad.
Dereck es una persona realmente agradable y de buen corazón.
La conversación estaba tan entretenida que apenas me di cuenta que Ian se estacionó, básicamente había conducido todo el camino, que no fue mucho pero tampoco fue muy corto. Estábamos a media hora de La Capital.
—Hemos llegado. — Dijo Ian con su típica sonrisa de niño travieso.
Nunca me imaginé que su idea de escaparse consistiría en un parque de diversiones. Pero ha dado justamente en el clavo. Él sabía lo mucho que me gustaba esto. No había otra cosa que me guste más que las montañas rusas y los deportes extremos aunque él no sentía la misma atracción
«No le tengo miedo, simplemente no le encuentro sentido»
Nos bajamos al auto y le agradecimos a Dereck.
—No lo he alquilado todo porque no quería que se escuchen solo nuestros gritos. — Comentó. — Aquí puedes gritar todo lo que quieras para que te desahogues. —Su sonrisa seguía de oreja a oreja, me agarró de la mano y me llevó prácticamente corriendo.
—Pero a ti no te gusta esto. — Le dije.
—Pero a ti si. — Respondió. Nos acercamos a la boletería y nos dieron un brazalete.
—Con esto podremos subirnos las veces que queramos, a cualquier juego. — Dijo mientras ponía el brazalete encima del que él me obsequió.
Con Ian hacer la cosa más sencilla del mundo como ver una película que ya hayamos visto hasta ir a un parque de diversiones era genial.
Él tenía el don único de convertir las cosas más simples en algo extraordinario.
Y exactamente ese cosquilleo que sentía en el estómago cuando bajábamos en la montaña rusa, exactamente eso sentía estando con él. Y me encantaba.
Grité tanto que sentí que el estrés de toda esta semana se desapareció.
Ian soltó algunos insultos mientras íbamos en la montaña rusa, yo como siempre decidí sentarme al inicio.
Luego de habernos subido en algunos juegos, nos detuvimos un momento.
—Anna, estoy a punto de vomitar. ¿Cómo un ser tan pequeñito puede tener tanta resistencia? — Preguntó, siempre haciendo referencia a mi pequeña estatura. Sonreí.
Sonó un teléfono y por un momento pensé que era el mío.
—Perdón Anna, es de la empresa. Necesito responder esto. — Ian se disculpó. Lo dejé solo para que pueda hablar mientras yo contemplaba mi alrededor, el parque de diversiones se encontraba literalmente en medio de las montañas. Así que por donde quiera que veía podía ver árboles y montañas recubiertas de blanco.
El teléfono de Ian sonó nuevamente y cuando regrese a ver él seguía hablando. Era el mío.
Abrí el mensaje que recibí.
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Amarte duele...
RomansaAnna es una chica común. Vive en Santa Val un pequeño pueblo del país Marcella. Ella y su familia eran de clase media y tenían una vida tranquila. Todo cambio para Anna cuando obtuvo una beca para asistir a una de las Universidades mas prestigio...