Capítulo 6

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—Aló — Respondí la llamada somnolienta al despertarme por los sonidos de mi celular. Era Ema. 
—Hola guapa. ¿Cómo estás? — Preguntó, su voz era áspera. 
—Bien, aún estaba dormida. ¿Y tú como amaneciste Emi?
—Con una resaca que ni te cuento. La cabeza me va a estallar. Pero me he divertido mucho con ustedes. Kaleb debe estar sintiendo que se muere, en todos mis años de amistad nunca lo había visto tan ebrio. — Comentó. —Así que creo que un día de relajación nos vendría bien.  ¿Manicura y masajes? — Preguntó.
—Ian me ha invitado a salir. — Espeté.
— ¿QUEÉ?— Soltó un grito de emoción y asombro. — Esa si es una buena razón para irnos al salón. 

Un mensaje interrumpió. 

«—Buenos días Señorita. Te paso recogiendo hoy a las siete  Atentamente. IC. 

—  A las siete está bien. Por cierto ¿Cómo tienes mi número?

—Tengo mis contactos. Y también tengo la base de datos de la universidad.
Ser presidente del consejo tiene sus ventajas.  »

Si Ian no me hubiera enviado aquel mensaje hubiera pensado que todo fue un increíble y hermoso sueño. Solo de recordar aquel tierno beso empezaba nuevamente ese hormigueo. 

Nunca había tenido una amiga con quien compartir este tipo de cosas, y mucho menos una amiga con la que me conectaba tan bien.
Ema era autentica y sincera, y a la vez escandalosa y rebelde, una combinación algo que daba como resultado a una de las mejores personas que he conocido. 

— ¡No puedo creerlo ya se besaron!—Exclamó. — Pero más que eso, no puedo creer que hayan pasado juntos casi toda la noche y no haya intentado algo. ¿Ni un roce de cuerpo o algún beso acalorado? 
—Nada de eso.
—Vaya.
—La verdad me siento aterrada solo de pensar en su pasado. 
—Ann, no es un secreto que Ian ha sido un mujeriego, e incluso conocemos algunas de sus conquistas, pero si vas a salir con él tienes que olvidarte de esos detalles y concentrarte en ti, en él, y en el ahora, si el no valora eso es un completo idiota.
—Dios mío. ¿Quién eres y que hiciste con Ema Oslen? — Pregunté.
—Tengo mis momentos románticos, muy al fondo de toda esta belleza. — Agregó.

—Bueno, vamos a la parte más importante de todo. ¿QUE TE  VAS A PONER? — Preguntó.
—La verdad pensaba ir normal, con mi ropa de siempre.
—Tu ropa no está mal, sin embargo debes verte algo atrevida, no tanto para que Ian no se lancé encima de algún otro chico que respire cerca, pero lo suficiente como para que luzcas adecuadamente el cuerpazo que tienes. 

Tiró de mi  y nos perdimos en una de las gigantes tiendas del Centro comercial.

Ir de compras no era algo que me molestaba pero tampoco me apasionaba. 
Y sabía  que Ema tampoco era amante de esto, pero se tomó muy en serio mi cita con Ian. Quizás quería que todo vaya bien ya que  le habían roto el corazón varias veces.

Eran las tres de la tarde y después de habernos probado la tienda completa, hemos encontrado un vestido que según Ema estaba hecho para mí. Ceñido en la cintura y con un leve escote, era definitivamente mi estilo; nada que llame la atención pero tampoco que pase desapercibida. 
Ema por lo contrario ya llevaba varias bolsas llenas de ropa.
—Hazte unas ondas en el cabello como te hiciste en la fiesta de Cindy, se te veía guapísima. — Comentó mientras me bajaba del auto.
—Lo haré, gracias Em. — Agregué
— Y ponte bragas de encaje. —Gritó  — Combínalo con el corpiño. — Gritó nuevamente mientras se alejaba. 

No les di mucha información a mi padre, sabía que saldrían pero no exactamente con quien. 
Sonó la puerta, miré una última vez a mi espejo. 
Casi no me había maquillado. Me hice unas ondas  bastante sutiles, y por un momento sentí que iba muy sencilla, pero ya no había tiempo, así que abrí la puerta y sus ojos dorados se encontraron con los míos.
Vestido de una elegante gabardina café y un suéter de cuello alto, Ian Camber lucía imponente. Su hinchazón era casi imperceptible, a excepción de aquel pequeño hematoma por debajo de su ceja.
—Luces hermosa Anna. 
—Tu no luces nada mal... — Respondí.
—He decidido que Derek nos lleve. No quiero privarme de alguna copa de vino — Tomó mi mano.
—Permíteme. —Dijo, y abrió la puerta del auto. Algo que me impresionó pero lo disimulé.
Saludé a Derek y se dispuso a conducir.
— ¿Entonces cuál es el plan? — Pregunté.
—Es una sorpresa.

Amarte duele...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora