Capitulo 44

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Mi cuerpo entero temblaba, el clima estaba tan frío que apenas sentía mis pies.
Al salir de la clínica despidiéndome de Kaleb y Ema, dos personas se me han acercado, me han tomado a la fuerza y aunque traté de de escaparme, no pude, así que han puesto un pañuelo con un olor extraño en mi nariz, y básicamente desde ahí no recuerdo nada mas.
No sé como llegué aquí, el sonido de las risas mientas cortaban mi ropa con unas tijeras me han despertado, he quedado en ropa interior amarrada a una silla en lo que parece ser una cabaña, y por lo poco que puedo observar por la ventana, estamos en un bosque.
Las sogas apretando fuertemente mis muñecas dolía, y aunque me he mantenido callada desde que desperté, ellos lo han tomado como un acto de rebeldía.
Por esa razón me han golpeado.
Me han tocado y a pesar que no han intentado otro tipo de contacto sexual, sé que si no hubiera llegado Ian probablemente lo hubieran terminado haciendo.
Verlo llegar con los ojos vendados me ha sorprendido, antes de eso sentía que ya no valía la pena seguir luchando, y aunque no me he quebrado en llanto, me sentía acabada.
Solo había algo que me dolía mas que las heridas en mi cuerpo, solo había algo que me dolía más que aquellos hematomas provocados por las bofetadas que recibí de Sae y ese algo era ver como percutían a Ian.
Le han pedido que no se defienda, que si tan solo movía un dedo clavarían un cuchillo en mi garganta. Lo golpeaban con bates, o con cualquier objeto que pudiera causarle dolor. Él solo se quedó inmóvil, sin moverse si quiera un milímetro.
Viéndome con angustia y desesperación,
Mis lagrimas se deslizaban sobre mis mejillas, no podía evitar llorar y aunque el me ha pedido que cierre los ojos, los sonidos de dolor que él emitía por los puñetazos que recibía en su cuerpo me desmoronaban.
Me enamoré del ser mas leal y noble que jamás he conocido antes, y aunque su pasado pondría en dudas los principios que ahora el posee, es innegable que su presente es mucho mas imponente.
Todo pasó en cuestión de segundos o al menos así sentí. Desde la impresión que me causo ver a Cindy como parte de Sae cuando Ian la desenmascaró, hasta cuando el líder de la sociedad caminaba hacia nosotros lentamente mientras jugaba con el cuchillo de manera bizarra.
El techo de lata retumbó ante tan fuerte estruendo, y mezclada con el sonido de la lluvia prácticamente sentí que me ensordeció.
—¿Anna? —Dijo Ian. Miré hacía atrás y vi a Cindy con una pistola. Luego al mirar adelante pude ver a el líder de Sae en el piso retorciéndose de dolor mientras se agarraba el hombro.
Cindy corrió hasta a mí y automáticamente Ian se colocó delante de ella. Ella sacó un cuchillo y en un movimiento rápido me desató las manos.
—Vamos. — Dijo.
Ian me ayudo a levantarme de la silla y corrimos en dirección a la salida.
Los pasos de Ian era mucho más lento de lo normal debido a los golpes que recibió.
— ¡Yo los cubro!— Grito Cindy mientras corríamos. Y de repente se escucharon cuatro disparos más.
Sentía que no tenía final, sentía que el  camino hacia la salida era eterno, corrí con todas mis fuerzas mientras Ian agarraba mi mano. Lo vi y a simple vista pude notar que estaba cansado, agobiado.
Miré hacia atrás y algunos de ellos nos seguía mientras que otros se quedaron ayudando a los que recibieron los disparos.
—¡Corre Anna! — Gritó Ian.  Dándome ánimo, Mientras Cindy corría detrás de nosotros.
Cuando al fin salimos de la cabaña nos dirigimos hasta un depósito hecho todo de madera.
Al entrar cerraron la puerta y automáticamente Ian se dirigió hasta Cindy.
—¡Que mierda tienes en la cabeza! ¡DAME LA PISTOLA! —Gritó Ian cuando nos detuvimos.
Cindy lo vio absorta.
—Ian yo solo...— Respondió con lágrimas en los ojos mientras su rostro expresaba desesperación.
—¡Dame la maldita pistola! — Interrumpió. Él hizo un movimiento brusco y la tomó del cuello, quitándole la pistola en dos movimientos. —¿Qué pensaste? ¿Qué porque ayudaste a Anna enmendaría todo? ¿Que quedarías como el héroe de la película? ¡Eres mi maldita familia! — Gritó eufórico con lágrimas en los ojos mientras la sacudía de los hombros. Miré por la pared entre lo espacios de madera y algunos de la sociedad corrieron hasta el bosque.
—Lárgate. — Lanzó Ian. — Jamás pensé que me traicionarías de esta manera. Tú lo sabías todo y fuiste incapaz de decírmelo. Solo lárgate. — Espetó.
—Debemos  salir de aquí. — Dije  mientras vi que dos de ellos  se acercaban al depósito. —Ian vienen hacia acá. — Dije desesperada tratando de encontrar un lugar para escondernos.
El se sacó su gabardina manchada de sangre  y me la puso encima.
— Te prometí protegerte, y lo haré Anna. — Comentó. Su rostro estaba totalmente irreconocible. Corrimos a escondernos detrás de unos pilares de madera. Tomé su mano y la apreté fuerte, mientras que Ian sostenía la pistola con la otra.
Cindy siguió a lado de nosotros sin tener como escapar  y de repente las puertas del depósito se abrieron.
Ambos entraron y se sacaron la máscara.
—¡Maldito! Es un cobarde. Quiero matarlo, quiero ver muerto a Ian Camber. — Dijo Irina furiosa. El uniforme con la gabardina negra que llevaban encima era lo suficientemente ancho para no distinguir entre un cuerpo de hombre o de mujer.
—Tranquila, no creo que haya ido tan lejos. El
bosque está lleno de barrancos. Ni el ni Cindy podrán escapar. Anna en cambio es un blanco fácil. —Respondió Alan mientras caminaba de un lado a otro y aunque sonó relajado su tono demostraba lo contrario.
—El pagará por haberme rechazado tan repentinamente por esa muerta de hambre. —Lanzó. —No puedo creer que Cindy haya hecho eso. Primero  odiaba a Anna y ahora la rescata, pero no me sorprende es una hipócrita igual que su primo. Ya viene de familia. — Agregó.
Alan pasó tan cerca de nosotros que no pude resistir y solté un tenue  sollozo ahogado. Ian puso su mano en mi boca para evitar que emita algún otro sonido.
Alan siguió caminando hasta que se detuvo justo delante de Irina. Ambos se vieron y tan solo unos segundos después volvió corriendo hasta dónde nosotros estábamos escondidos.
—¿Se creen  muy listos? — Gritó Alan con una sonrisa en el rostro, mientras tumbó el pilar entero de madera.
Ian tomó la pistola y la apuntó hacia el.
— No te muevas. — Dijo. Y su mirada era realmente penetrante. Ian soltó mi mano y se puso totalmente delante de mi para protegerme.
— No lo harás. — Respondió Alan con una sonrisa en su rostro. Mientras poco a poco levantaba los brazos. Cindy muy escurridizamente escapó entre los pilares.
—¡Esa maldita traidora!— Gritó Irina mientras corrió detrás de ella. Le importaba tanto vengarse de Cindy que le importó una mierda la situación de Alan.
—Déjanos ir y no te mataré. — Comentó Ian con la pistola firme en sus manos. —No hagas esto más complicado Alan.
—No lo harás, no me dispararás. Hace algunos años ni siquiera hubieras esperado que levante los brazos . —Comentó.
Se escuchó otro disparo que provenía de afuera, Ian giró su mirada hacia a mí y de repente Alan se abalanzó hacia él.
Alan lo golpeaba con tanta maldad en sus ojos que por un momento sentí que cada movimiento que hacía en contra de su rostro lo satisfacía.
Ian estaba muy débil, muy lastimado pero aún así lo derribó nuevamente y esta vez era él quien lo golpeaba.
—¡Traidor hijo de puta! — Gritó Alan. Todo era una locura, sentía que no podía más, por un momento solo quería despertar de esta pesadilla.
Mientras ellos peleaban yo trataba de buscar la pistola que prácticamente había salido volando.  No había suficiente luz para poder  buscarla con facilidad , así que me arrastré por el suelo, mientras palmaba con mis manos en busca de ella, y cuando al fin pude encontrarla extendí mi brazo y un pie me detuvo.
Sae me tomo con agresividad, tenía un vendaje improvisado en el hombro izquierdo y a pesar de aquello su furia indudablemente era mas intensa que su dolor.  Me tomó de los hombros y luego me arrojó al piso, la pistola nuevamente salió despedida.
Gatee por el piso en busca de ella y de repente me tomó de los pies y me  jaló hasta él. Inconscientemente traté  de aferrarme clavando mis uñas en el suelo hecho de madera.
El me tomó de los hombros y me apegó a la pared.
Estaba tan cerca de mi que podía sentir su respiración a través de su mascara negra que cubría su rostro por completo. Sus ojos eran penetrantes y me causaban terror. Parecía haberlos visto antes, sentía que de alguna forma lo conocía.
Una lágrima bajó por mi mejilla. Puso su mano en mi cintura por debajo de la gabardina que Ian me dio para abrigarme y me apretó fuerte.
—Te mataré. — Me susurró en mi oído. — Primero quería que parezca un suicidio como los anteriores, pero ahora deseo arrancarte cada uno de tus dedos hasta que te desangres poco a poco. —Me susurró mientras tomó mi mano y fingía que me sacaba los dedos.
Me apretó fuerte del cuello y me elevó del piso. Desde donde estaba  vi a Alan encima de Ian. El me miraba desesperado y yo sabía que estaba exhausto, tan débil que incluso no podía levantarse.
Y de repente sentí un dejavu.
El sueño que tuve hace semanas en donde solo sentía los guantes fríos de Sae rodeando mi cuello, en donde poco a poco sentía que moría. Lo estaba viviendo, mi pesadilla se hizo realidad.
No podía permitir que suceda de nuevo. No podía.
Moví con fuerzas mis piernas y para mi suerte pude darle un golpe tan fuerte en su entrepierna que incluso me causó dolor a mi. El lanzó un grito ahogado y me soltó,  corrí a agarrar un recorte de madera de los que se había esparcido por el suelo, fue tanta mi adrenalina que  apenas sentí que se enterraron varias astillas en mi mano , me acerqué y  le di un  golpe a Alan en la cabeza.
Sentí una sensación terrible en todo mi cuerpo, culpa, furia, tristeza  y aunque nunca he actuado con maldad ni odio, no podía permitir que terminen con nuestras vidas.
Ayude a levantarlo a Ian y nos dirigimos hacia la puerta.
Y cuando por fin pensé  que esto estaba por acabar, sentí un metal frio en mi cabeza.
—No te muevas.— Susurró.
Ian y yo nos quedamos estupefactos a tan solo unos pasos de la salida.
Ambos levantamos las manos y nos quedamos helados cuando el líder de Sae colocó la pistola en todo el centro de mi frente.
Ian se giró rápidamente y en un movimiento tomó la boca de la pistola y se la puso en su cabeza.

—Ian no. —Susurré. Sae soltó una risa sarcástica.
—¿Darás tu vida por ella? Y yo que pensé que eras inteligente. — Espetó.
— Mírame, ya casi estoy muerto. — Balbuceo Ian. Sus ojos estaban morados y su boca bañada en sangre.
—Ian por favor, no hagas esto. — Supliqué. Él tomó mi mano y la apretó suavemente. — No hagas las cosas así, por favor. — Repetí. Mi cuerpo temblaba de miedo y de tristeza.
Sae dios unos pasos atrás y extendió el brazo con la pistola en la mano hacia la cara de Ian. Y aunque no podía ver su boca, por sus ojos sabía que estaba sonriendo, sabía que tenerlo a Ian tan vulnerable delante de él a solo un movimiento de terminar con su vida lo hacía sentir invencible, y sabía que así también sería demasiado fácil acabar con mi vida. Se extendió a tal punto de dejar al descubierto su muñeca.
—¡Espera un momento! — Exclamó Ian atónito.
Al darme cuenta de lo mismo que él estaba viendo no pude disimular mi asombro. Su muñeca brillaban, y sabía quien era.
—¿Director Webber?.

Amarte duele...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora