Capitulo 38

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Me subí  a mi auto y no lo dudé. Me puse el cinturón de seguridad, aceleré y soné la bocina por si alguien se cruzaba en mi camino.
La adrenalina me podía más, sentía que mi sangre hervía y que mis venas estaban a punto de reventar. Mi corazón latía a mil por segundo, y de un momento a otro estaba temblando.  Cerré los ojos y presioné a fondo el acelerador. La velocidad me llevó hacia atrás,  me impacté en el vidrio, trizándolo por completo. y llegué prácticamente hasta casi medio salón, destruyéndolo todo. Uno de los lujosos salones principales de la Universidad ahora estaba completamente destrozado. 
Cuando abrí los ojos inmediatamente  vi hacia atrás, un maestro la tenía a Anna es su brazos para ponerla a salvo. Había fragmentos de vidrios por todo lado, las mesas y sillas del salón estaban arrumados por el impacto.
Al fin pude respirar. Respirar profundo.  Apoyé mi cabeza en el volante, apenas me podía mover. Tenía algunos cortes en los brazos pero nada más, nada grave.
El auto había quedado totalmente destruido, pero para mi suerte todo sucedió justo a tiempo.
Y aunque el valor sentimental de mi auto era mucho mayor al valor monetario no me importaba, Anna estaba bien.
—Señor Camber. —Gritó Derek. Mientras venía corriendo hacia a mi. —Señor Camber ¿Está bien? Eso ha sido muy arriesgado. — Agregó.
Me tomó del brazo y me ayudó a salir del auto. Los cortes en mis brazos no eran profundos.
—¿Cómo está ella? — Pregunté.
—Se la han llevado a la clínica. —Dijo. Agradecí que  la Universidad tenga una clínica totalmente privada.
—Señor Camber, eso ha sido bastante peligroso, pero me alegro que la Señorita Llobet esté a salvo. — Dijo. Me di la vuelta Para observar mi auto y al verlo destruido recordé la escena cuando encontramos a Ema en su auto totalmente destrozado.
—Joven Camber, eso no ha sido algo muy sensato de su parte. Puso en peligro su vida, y la vida de todos alrededor.— Dijo el director Webber. Por su expresión sabía que estaba molesto.
—¿Sensato? ¡Alguien estaba a punto de morir! En estas situaciones actuar con sensatez no funciona. —Respondí de igual manera.
—Ya tenía la idea que la sensatez es algo de lo que usted carece, pero hoy me ha quedado totalmente claro. Está de más decir que tiene que cubrir los daños que le  ha causado al salón. — Mencionó.
Mi relación con él siempre ha sido buena, así que  por primera vez tenía unas malditas ganas de romperle la cara. Quizás tenía razón, la sensatez no era mi mayor virtud.
—Puedo hacer un nuevo salón del tamaño de la Universidad si desea, por eso no hay problema. — Dije. —Y ya que estamos hablando de carencias. Espero que pueda resolver el caso de Michael y lo que ha sucedido hoy con Anna con Persistencia. Persistencia. ¿Conoce esa virtud? — Respondí. Caminé un poco hacia a él. — Y también espero que este caso no muera como el caso de Andrew y Tyler. 
—Usted sabe muy bien porque no profundizamos esas investigaciones, el directivo no aprueba gastar recursos y tiempo en casos  vagos, muchas de las supuestas víctimas han sido estudiantes que consumían estupefacientes. Adictos.  — Me miraba tan pacientemente que sus ojos me hicieron sentir incómodo. — Y antes de que se vaya, Tenga en cuenta con quién está hablando. — Resopló haciendo énfasis indirectamente en que él era el Decano.
—Exactamente lo mismo digo, tome en cuenta con quién está hablando, Buenas tardes Director Webber. — Respondí. Sabía que pelearse con el Decano no era lo mejor, pero enemistarse con un Camber no sería lo ideal ni para la Universidad, ni para nadie.
No le convenía y por primera vez desde hace mucho llevé con arrogancia mi apellido. El se quedó perplejo ante mi respuesta.
Me sentía iracundo, e impotente.

Fui directamente a la clínica de la Universidad.
Sus grandes ojos verdes me miraron, y se llenaron de lágrimas. Ella estaba con oxigeno. No dijimos ni una palabra, tomé su delicada mano, estaba helada y la apreté con la mía. Basta con su mirada para saber que me agradecía, enjugue una lágrima que estaba apunto de salir y le di un fugaz beso en la mejilla.
—Joven Camber, tenemos que limpiar sus heridas — Dijo una de las enfermeras.
—Será mejor que descanses. Luego hablamos.— Dije, le di un beso en la frente solté su mano y salí.

Amarte duele...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora