Capítulo 9.

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Ethan volvió a inclinarse para besarme. Su tibia lengua acarició la mía. Todas mis preocupaciones, pensamientos fuera de lugar, y las estupideces que rondaban por mi cabeza...se esfumaron. Envolví mis brazos alrededor de su cuello, estirando los dedos todo lo posible para tocar el corto cabello de él. Parecía que el beso nunca tendría fin.

Una de sus manos se apoderó de mi cadera. Jugueteó con la tela de la camiseta, levantándola con la única intención de colar sus cálidos dedos y tocar mi piel.

Incliné a un lado la cabeza, teniendo un mejor acceso a su boca. Mis labios se estiraron, formando una sonrisa. Ethan quería avanzar por la habitación, pero unos golpes en la puerta nos detuvieron.

— ¿Hermanito?

Volví a tocar sin ningún problema el suelo.

Ethan acomodó la barbilla sobre mi cabeza. Parecía nervioso; necesitado por calmarse y no parecer desesperado.

— ¿Qué quieres, princesa?

—Entrar.

Nos miramos unos segundos.

—Es tu hermana. Deja que entre —le guiñé un ojo.

A Ethan no le gustó la idea.

—Quieres librarte.

Sacudí la cabeza negándome por completo.

—Tengo cosas que hacer —crucé los brazos, y le devolví la sonrisa que me dio cuando entré en la habitación. —Si no hemos podido seguir...será por algo, ¿no?

—Freya...—él y su tono de autoridad.

Pegué mis manos en su firme pecho, y lo empujé bien lejos de mí para poder abrir la puerta. La pequeña Marjorie nos miró de arriba abajo. Sus brazos alrededor de un muñeco rosa, cayeron cuando Ethan se sentó en la cama.

Él la miró con un brazo por encima, y le quitó su peluche favorito.

—Quiero ir al parque —le golpeó en el brazo.

—Y yo quiero dormir —se apartó.

Intenté salir sin llamar su atención.

Pero los dos me siguieron.

— ¿Freya?

«No. No. No»

— ¿Si?

— ¿Puedes llevarte a mi hermana?

¿Cómo le dices al chico que te gusta, que matarías a su hermana sin dudar?

Daniel nos interrumpió.

Tragué saliva cuando lo vi alzando algo que se me era muy familiar.

— ¿Alguien me puede decir por qué hay un condón debajo de mi cama?

Marjorie alzó el brazo, y antes de que dijera algo, tapé sus pequeños labios con la palma de mi mano. De reojo, y con temor, me encontré con la azulada mirada de Ethan. Eran de él, así que sabía que alguno de nosotros lo pusimos ahí debajo, bajo la cama de Daniel.

Byron aguantó las ganas de reír, y avanzó casi corriendo hasta la puerta.

— ¿Sabes qué? —Él no podía ni pestañear; estaba en shock. —Me llevo a tu hermana. Volveremos al mediodía.

La cogí del brazo, tirando de ella para salir corriendo.

— ¡Freya! —Ethan quería detenerme.

— ¡Luego hablamos! —Grité más fuerte cuando salí por la puerta de su apartamento.

¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora